Rafael González Madrid, 10 ene (EFE).- Los incendios que desde septiembre azotan Australia han emitido unas 349 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera hasta el momento, según datos la plataforma Periodistas por el Planeta, quien cifra en 532 millones de toneladas las emisiones anuales totales vertidas por el país en 2018.

En el Estado oceánico ya se ha calcinado “más superficie que en la pasada temporada de incendios en la Amazonía”, según datos preliminares que “deberán ser revisados al alza porque se va a quemar más”, ha explicado a Efeverde el profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Fernando Valladares.

Además, el balance de carbono arrojado por ahora a la atmósfera terrestre resulta “escalofriante y de récord”, ha apuntado Valladares, quien recalca que “todavía hay que ajustarlo”.

La cifra exacta de emisiones vertidas, según Valladares, se debe ir revisando, pues la época de fuegos en Australia acaba de empezar, a pesar de que “ahora se ha atenuado un poco por la lluvia”, aunque las precipitaciones “no son muy intensas y no van a durar mucho”.

En realidad, ha precisado este experto en emergencia climática, el momento “culminante” de la temporada de incendios australiana corresponde a finales de enero y a principios de febrero, dado que durante esta fecha “se acumula el calor y la sequedad”, además de que “el combustible en el campo está muy seco”.

“Hay que tener en cuenta aún lo que se va a calcinar porque puede ser bastante”, ha advertido a EFEverde el científico, quien considera que la extensión de los fuegos “ha llamado la atención”, pues las cenizas y manchas de aerosoles “han cruzado el Pacífico hasta llegar a Chile y Argentina”, y “dentro de poco alcanzarán la atmósfera global planetaria”.

Ahora mismo, “Australia posee algunas de las zonas más contaminadas del mundo”, ha asegurado Valladares, quien apunta que “muchas regiones cercanas a los focos se asemejan a Londres durante la era preindustrial”, debido a las neblinas de humo porque, a pesar de estar a pleno sol, “la atmósfera se encuentra muy contaminada”, una situación, ha dicho, que “repercute en muchos efectos sobre la salud humana”.

El futuro del país oceánico, a su juicio, resulta incierto porque “todo apunta a que se han sobrepasado algunos umbrales”, a pesar de que, a diferencia de los bosques amazónicos, los australianos “son ecosistemas muy acostumbrados al fuego”, pues “hay especies de plantas, árboles y arbustos con una alta capacidad de semillar”.

Sin embargo, se trata de fuegos “muy intensos” que alcanzan unas temperaturas “devastadoras en su interior” y abarcan una extensión “tan grande” que, por ejemplo, la fauna carece de corredores y, por ello, “veíamos a marsupiales muy afectados al poseer una movilidad muy limitada”.

El escenario que acontece en Australia, ha lamentado, es “bastante preocupante” y “debería hacernos reflexionar”, porque la cuenca mediterránea “podría atravesar la misma situación”, pues “aunque existen diferencias importantes”, también se dan “muchas analogías”.

Luis Suárez, coordinador de Conservación de WWF en España, ha calificado la situación de “dramática”, sobre todo por su “excepcionalidad” y por sus “efectos devastadores”, no sólo para la biodiversidad, debido a la desaparición de ecosistemas y a la muerte de millones de animales, sino por su “impacto en las personas”.

Suárez ha lamentado también la pérdida de la cubierta forestal que “cuenta con la capacidad para absorber y retener el dióxido de carbono”, así como la humedad, y su repercusión en la diversidad biológica, en cuanto a la desaparición de “una masa forestal de la que dependen muchas especies”, junto a la posterior ausencia de suelos.

La situación anómala actual, ha precisado Suárez a EFEverde, se debe a olas de calor “muy prolongadas” unidas a una “gran sequía”, lo que “genera unas condiciones ambientales muy favorables para la expansión de fuegos” y, si además se juntan varios días con valores térmicos elevados, fuerte viento y una gran sequedad, “tenemos las condiciones perfectas” para que se produzcan estos episodios.

“Si no se registraran más siniestros, el lugar se recuperaría en buena medida, por ejemplo, en unas cuantas décadas, pero el año próximo vendrá otra temporada de incendios y así sucesivamente, ha afirmado el investigador del CSIC, quien especifica que “aunque no sean de récord, seguro que serán intensos”.

Según Valladares, “no contamos con medios humanos y económicos para una reforestación, dado que las extensiones son gigantescas”.
Por tanto, las actuaciones se limitarán a “proteger las infraestructuras sociales más valiosas, viviendas y lugares más sensibles”, además de “ayudas puntuales centradas en los corredores de fauna o en los ecosistemas especialmente interesantes o valiosos”.

Los incendios, que han arrasado hasta el momento más de 8 millones de hectáreas, han causado 26 muertos desde septiembre, veinte de ellos en Nueva Gales del Sur, donde también hay 1.870 casas arrasadas de las más de 2.000 viviendas que se han quemado en todo el país. EFE
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