Aunque existe una amplia evidencia de que la exposición a productos químicos específicos puede provocar enfermedades, el enfoque de investigación actual no proporciona información suficiente para intervenir.
Los investigadores exigen ahora, en un artículo en ‘Science’, un enfoque sistemático, a una escala comparable a la del genoma humano.
Vivimos en un mundo cada vez más complejo cuando se trata de productos químicos. El número de nuevos productos químicos ha aumentado de 20 millones en 2002 a 156 millones el año pasado. Muchos de estos son ubicuos en el mundo debido a su uso continuo.
Los pesticidas, plásticos, productos químicos industriales y productos farmacéuticos se encuentran en la naturaleza y en nuestra cadena alimentaria. Y eso tiene consecuencias.
Estos productos químicos pueden tener efectos secundarios no deseados y causar enfermedades. Las cifras son sorprendentes: la investigación muestra que al menos nueve millones de personas mueren cada año como resultado de la contaminación del aire, el agua y el suelo.
Cuando se descifró el genoma humano, provocó una revolución. Sin embargo, la predisposición genética no lo dice todo, los factores externos pueden jugar un papel más importante.
La suma de todos los impulsores ambientales de la salud y las enfermedades se denomina exposoma: una combinación de factores externos como los químicos en el aire, el agua o los alimentos, y los componentes internos producidos por nuestro cuerpo en respuesta a estos factores.
«Para aprovechar plenamente el potencial del genoma humano, es necesario contar con la información complementaria sobre el medio ambiente. El exposoma puede proporcionar esa información», dice el coautor del estudio Gary Miller, de la Universidad de Columbia.
En los últimos años, los científicos ya han hecho un progreso significativo en el mapeo de la exposición. Pero si queremos proteger a las generaciones actuales y futuras del creciente número de productos químicos que contaminan nuestro medio ambiente, se necesita otro enfoque, enfatizan los investigadores.
Gracias al progreso en el uso de satélites, sensores, modelado y mediciones biomédicas, ahora es posible mapear el exposoma sistemáticamente.
Una de las técnicas innovadoras destacadas por los investigadores es la espectrometría de masas de alta resolución, una técnica que puede detectar decenas de miles de sustancias en muestras biológicas y ambientales.
«Esto no solo significa que se pueden estudiar más productos químicos, sino también que se pueden encontrar culpables no reconocidos anteriormente» -dice el profesor de la Universidad de Utrecht Roel Vermeulen-.
«Confiamos en que los desarrollos actuales nos han llevado al punto en el que realmente podemos entender los efectos de la exposición a miles de productos químicos».
Vermeulen enfatiza que la investigación sobre el exposoma solo es verdaderamente informativa si se lleva a cabo a gran escala y de manera sistemática. Si es necesario, sobre dicha investigación, las sustancias químicas se pueden eliminar de nuestro entorno de vida o se pueden desarrollar alternativas (química verde), para que las personas y el medio ambiente estén seguros.
El verano pasado, Vermeulen recibió una prestigiosa donación de más de diecisiete millones de euros del Ministerio de Educación, Cultura y Ciencia de Holanda para establecer un nuevo consorcio, Exposome-NL.
En este consorcio holandés, un equipo de epidemiólogos, geógrafos, sociólogos, químicos y científicos biomédicos están trabajando juntos para desentrañar el exposoma.
Vermeulen y sus colegas también están progresando a nivel europeo. El 11 de febrero, la Comisión Europea lanzará nueve proyectos sobre el exposoma, por un valor total de 106 millones de euros. Vermeulen coordina uno de estos proyectos y con su grupo de investigación participa en otros dos proyectos.
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