CARLOS ARRIBAS

Madrid – 05 MAR 2020 – 12:58COT

Un partido de fútbol se puede jugar sin público y no junta a más de 40 personas; una carrera ciclista son un pelotón de casi 200 corredores que corren muy juntitos, pasándose de unos a otros olores, sonidos y virus, en carreteras y calles que no se pueden cerrar al público que quiera acercarse a jalear a sudorosos deportistas. El ciclismo es, decididamente, un deporte de riesgo.

Que un caso de coronavirus en el pelotón solo puede generar caos, descontrol y mal genio lo demuestra lo que aún ocurre en Abu Dhabi, donde, una semana después de que se suspendiera el Tour de los Emiratos por dos auxiliares infectados, aún siguen cuatro equipos en cuarentena en un hotel, y seguirán hasta el 14 de marzo, asqueados y aburridos, y perdiendo la forma y el tono muscular, víctimas de la inactividad justo en el momento en el que habían empezado a llegar a su mejor forma.

Entre ellos están Jesús y José Herrada, hermanos conquenses que corren en el equipo francés Cofidis, quienes más que en cuarentena se sienten “secuestrados” por la mínima información que las autoridades de Abu Dhabi les transmiten y por las limitaciones a la comunicación que les han impuesto. Y las contradicciones. El viernes pasado les informaron de que todos los ciclistas habían dado negativo y la mayoría de los equipos volaron de vuelta a Europa el sábado y el domingo. Sin embargo, al Cofidis, al UAE, al Groupama y al Russvelo no les dejaron salir.

“Y aquí seguimos… Resulta que hay positivos en otro equipo”, escribe Jesús Herrada en un tuit. “Lo lógico hubiese sido dejarnos salir justo después de nuestro segundo test negativo, pero no, aquí seguimos retenidos. Muchos meses de trabajo tirados a la basura y, lo peor, privados de nuestra libertad”.

Están mal, dice, pero están mejor que otras 12 personas del Tour de los Emiratos, entre ellas cuatro ciclistas (dos rusos, uno italiano, uno colombiano), que se encuentran en el hospital donde les tratan de la enfermedad de la que se han contagiado, están seguros, porque les hicieron convivir forzosamente juntos tantos días en la pretendida cuarentena.

Que la suspensión de las carreras previstas en Italia y Francia los próximos 15 días para cumplir con las normas sanitarias impuestas por sus autoridades y para preservar la salud de los ciclistas debería ser una decisión lógica lo entienden todos los actores del ciclismo salvo los organizadores, que aún pelean por salvar sus pruebas, y la Unión Ciclista Internacional (UCI), que se lava las manos.

RCS, el organizador del Giro en mayo, y en marzo de la Tirreno-Adriático y la Milán-San Remo, ha esperado hasta justo 48 horas antes para suspender la Strade Bianche, la primera de sus carreras importantes, y lo ha hecho cuando ya se encuentran en Siena algunos equipos, que seguramente no podrán abandonar Italia ya que se han convertido en potenciales portadores del virus. “De la Tirreno y la San Remo ya hablaremos más tarde”, dicen desde la sede milanesa de RCS. “Estamos en contacto con las autoridades”. ASO, organizador del Tour, mantiene su decisión de no suspender la París-Niza, que comienza el domingo.

Los médicos de 11 equipos (EF, CCC, Sunweb, Israel, Jumbo, Cofidis, Lotto, Movistar, Alpecin, Rally y Total) escribieron una carta a la UCI, RCS y ASO pidiéndoles que por razones obvias de salud pública suspendieran todas las competiciones previstas en los próximos 15 días.

Algunos de sus jefes, responsables del equipo, han sido más prudentes. La mayoría de los equipos esperan, sin tomar decisión propia, que las carreras acaben suspendidas, pues no ven sentido a participar en ellas, y, si no se suspenden, piensan ahorrarles el viaje y el riesgo a sus figuras. Otros equipos han sido más tajantes. Ineos (que aprovecha, además, para guardar luto por la muerte de su director Nicolas Portal), Astana, Mitchelton y UAE, han anunciado que detienen su actividad hasta el 22 de marzo, cuando empieza la Volta a Catalunya. Groupama, Ag2r, Jumbo y EF, por el momento, solo se borran de las carreras italianas.

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