La tala de bosques para su explotación agroganadera, especialmente la producción de aceite de palma, soja y carne de res a través de monocultivos, es “uno de los mayores contribuidores a la deforestación mundial” según un informe publicado por el Instituto Real de Asuntos Internacionales.
El documento, que analiza el comercio y consumo de la producción agrícola internacional, recuerda que estos tres productos representan aproximadamente el 76 % de la deforestación asociada con la agricultura aunque añade que ésta no es la única consecuencia de los monocultivos.
Ventajas e inconvenientes
Esta práctica agrícola conlleva además “la pérdida de biodiversidad, la alteración del ciclo hidrológico, la degradación de suelos y la disminución en la producción alimentos” ya que, al dedicar toda la tierra disponible al cultivo de una sola especie vegetal, “se sustituye tierra en aras de un modelo más enfocado a alimentar al mercado que a las personas”, según explica a Efeverde la portavoz de Ecologistas en Acción, Elisa Oteros.
Las ventajas de este tipo de producción son, principalmente, economizar costes y agilizar procesos pero, además de los ya apuntados, entre los inconvenientes también figura una mayor probabilidad de propagación de plagas y enfermedades, lo que fuerza a incrementar el uso preventivo de productos químicos que pueden terminar siendo tóxicos para el consumo humano.
El mismo informe señala como factores para el incremento de los monocultivos en los últimos decenios el “crecimiento de la población, el cambio de preferencias dietéticas y el apoyo de políticas para biocombustibles”.
El caso de la soja
Es lo que ha sucedido por ejemplo con la soja que “con un contenido alto de proteína y energía, es una parte clave del abastecimiento global de alimentos”, según señala el informe de WWF ‘El crecimiento de la soja. Impactos y soluciones’.
Su capacidad de que pueda desempeñar “un rol clave enfrentando el desafío de la seguridad alimentaria mundial” ha propiciado que “millones de hectáreas de bosques, pastizales y sabanas se hayan convertido en tierras agrícolas, directa o indirectamente, como resultado del ‘boom’ global en la producción de soja”, señala este último documento.
Según su análisis, en los últimos 50 años la producción de soja ha crecido diez veces, “de 27 a 269 millones de toneladas”, mientras que el área total destinada a su cultivo cubre actualmente más de un millón de kilómetros cuadrados, “el equivalente al área total combinada de Francia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos”.
El crecimiento más rápido de la producción de soja en los últimos años ha sido en Iberoamérica, donde aumentó en “un 300% entre 1993 y 2013”, según el informe ‘Soy Barometer 2014’ de la Coalición Holandesa de la Soja, mientras que la FAO ha advertido de que estos porcentajes crecerán porque “la producción de soja casi se duplicará para el año 2050” según fuentes de este organismo.
La Coalición Holandesa de la Soja también señala que la mayoría de monocultivos se dedican a la exportación y casi dos terceras partes de su producción -173 de 276 millones de toneladas- no se consumen en el país en el que se producen. EFEverde.