Ginebra, 22 de abril de 2020 — Hace 50 años se celebró el primer Día de la Tierra, y desde entonces las señales físicas del cambio climático y sus consecuencias para nuestro planeta han cobrado impulso, hasta alcanzar su punto álgido en los últimos 5 años, los más cálidos de los que se tiene constancia. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se espera que esa tendencia continúe.

La concentración de dióxido de carbono (CO2) registrada en una de las principales estaciones de observación a escala mundial es, aproximadamente, un 26 % superior al valor de 1970, mientras que la temperatura media mundial ha subido 0,86 °C desde entonces, y es 1,1 °C más elevada que en la era preindustrial.

global mean temperature

Es probable que en el próximo quinquenio (2020–2024) se produzca un nuevo récord de temperatura media mundial, según las predicciones climáticas multimodelos de la temperatura cerca de la superficie obtenidas a partir de datos recopilados por el Centro Principal de la OMM de Coordinación de la Predicción Climática Anual a Decenal, administrado por el Centro Hadley de la Oficina Meteorológica del Reino Unido.

Según las predicciones, es probable que se produzcan nuevos aumentos de la temperatura mundial, en particular en las regiones de latitudes altas y en las zonas terrestres, y que el calentamiento oceánico sea más lento, en especial en el Atlántico Norte y en el océano austral.

La temperatura es solo uno de múltiples indicadores climáticos, como el CO2 atmosférico, el contenido calorífico de los océanos y su acidificación, el nivel del mar, el balance de masa de los glaciares y el hielo marino en el Ártico y la Antártida. En los últimos 5 años, todos los indicadores han mostrado una aceleración del cambio climático, según se apunta en el informe final sobre el cambio climático 2015–2019, publicado con motivo de la celebración del 50º Día de la Tierra.

La COVID-19 puede conllevar una reducción transitoria de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero no sustituye una acción climática continuada. Asimismo, hará que sea más difícil atajar los riesgos meteorológicos, climáticos e hidrológicos, cuya gravedad no hace más que aumentar a causa del cambio climático.

“Si bien la COVID-19 ha provocado una grave crisis económica y sanitaria de alcance internacional, el hecho de no hacer frente al cambio climático puede poner en jaque el bienestar de las personas, los ecosistemas y las economías durante siglos”, dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas. “Tenemos que aplanar la curva tanto de la pandemia como del cambio climático”, afirmó.

“Debemos mostrar la misma determinación y unidad contra el cambio climático que contra la COVID-19. Tenemos que actuar juntos en interés de la salud y la prosperidad de la humanidad, no solo durante las próximas semanas y meses, sino pensando en muchas generaciones futuras», explicó el señor Taalas.

Sistemas de alerta temprana

“Los fenómenos meteorológicos extremos han aumentado, y no desaparecerán a causa del coronavirus. Bien al contrario, la pandemia no hace más que dificultar el reto que conlleva la evacuación de las personas para protegerlas de los ciclones tropicales, como evidenció Harold, el huracán de categoría 5 que azotó el Pacífico Sur. Y corremos el riesgo de que unos sistemas de salud saturados no puedan hacer frente a una carga adicional de pacientes debida, por ejemplo, a olas de calor”, señaló.

“Las poblaciones vulnerables de aquellos países cuyos sistemas de preparación para casos de desastre son más precarios deben encarar los mayores riesgos. Los gobiernos deben redoblar sus esfuerzos para fortalecer los sistemas de alerta y así poder afrontar múltiples riesgos”, añadió el señor Taalas. “La OMM respaldará esos esfuerzos”.

A pesar de las limitaciones que impone la COVID-19, los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) siguen prestando de forma ininterrumpida sus servicios esenciales de pronóstico y aviso.

Las estaciones de la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) también prosiguen con sus actividades de vigilancia y, por tanto, han desempeñado una función clave en el registro tanto de la reducción en las concentraciones de algunos de los contaminantes más importantes como de la mejora de la calidad del aire fruto de la caída de la actividad industrial. Sin embargo, en algunas de las principales estaciones que transmiten informes, las concentraciones de CO2 se mantienen en niveles sin precedentes.

Por tanto, es importante que los paquetes de estímulo posteriores a la COVID-19 ayuden a que la economía vuelva a crecer de forma más ecológica. Con frecuencia, las crisis económicas anteriores han ido seguidas de períodos de «recuperación» asociados con aumentos de las emisiones hasta niveles muy superiores a los previos a la crisis.

El Día de la Tierra pone de relieve cuestiones de gran trascendencia que afectan a todo el planeta. Ya en 1970, la preocupación empezaba a crecer entre los científicos, dado que el aumento en las concentraciones de COque se constataba gracias a las primeras observaciones realizadas en el observatorio de Mauna Loa (Hawái) reforzaba los temores de que las actividades humanas en realidad ya podían estar repercutiendo en el clima de la Tierra a escala mundial.

El clima mundial en 2015–2019

En el marco de las actividades organizadas para celebrar el Día de la Tierra, la OMM ha publicado el informe final sobre el clima mundial en 2015–2019. Con motivo de la Cumbre sobre la Acción Climática celebrada en septiembre de 2019 a iniciativa del Secretario General de las Naciones Unidas, se publicó una versión preliminar del informe. Este complementa las declaraciones anuales de la OMM sobre el estado del clima mundial.

En ese informe se confirma que 2015–2019 fue el período quinquenal más cálido del que se tienen datos. La temperatura media mundial ha aumentado 1,1 °C desde la era preindustrial, y 0,2 °C respecto del quinquenio 2011–2015. Desde los años ochenta, cada nueva década ha sido más cálida que la anterior.

En 1970, la temperatura media mundial estuvo +0,24 °C por encima del valor del período preindustrial.

temperature trend increased substantially in all regionsGases de efecto invernadero

Las concentraciones atmosféricas de CO2 y de otros de los principales gases de efecto invernadero aumentaron hasta niveles sin precedentes, siendo la concentración de CO2un 18 % más alta en el período 2015–2019 que en los 5 años anteriores. El CO2permanece en la atmósfera y en los océanos durante siglos. Esto significa que el mundo está abocado al cambio climático continuado con independencia de cualquier reducción transitoria de las emisiones debida a la pandemia de la enfermedad provocada por el coronavirus.

Según se desprende de datos preliminares correspondientes a 2019 y procedentes de un subconjunto de emplazamientos de observación de gases de efecto invernadero, todo apunta a que la concentración media mundial de CO2 alcanzará, o incluso excederá, las 410 partes por millón (ppm) a finales de 2019.

Las concentraciones atmosféricas de CO2 en el observatorio de Mauna Loa han registrado niveles sin precedentes en el transcurso de este año, y los valores diarios han llegado a superar las 415,00 ppm, según la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de los Estados Unidos de América.

La concentración media mensual de CO2 atmosférico registrada el mes de marzo de 2020 en el observatorio de Mauna Loa fue de 414,50 ppm, en comparación con las 411,97 ppm de febrero de 2019, según datos de la NOAA. La de Mauna Loa es la estación de observación con los registros continuados más largos de todo el mundo y es, además, una estación de referencia de la red de la VAG. En 2019, las concentraciones medias anuales de CO2 en Mauna Loa fueron de 411,44 ppm, en comparación con las 325,68 ppm registradas el primer Día de Tierra, en 1970.

En otra estación de referencia de la red, la del cabo Grim de Tasmania, la concentración media de CO2 fue de 408,3 ppm en febrero, una cifra que aumentó con respecto a las 405,66 ppm de febrero de 2019, según la Organización de Investigaciones Científicas e Industriales de la Commonwealth (CSIRO). En el observatorio de Izaña, en Tenerife, las concentraciones de CO2 de este año también han sido más elevadas que las registradas en el mismo período de 2019, y en las estaciones del Sistema Integrado de Observación del Carbono se observa la misma tendencia.

Otros indicadores del cambio climático

GLOBAL MEAN SEA LEVELEl mantenimiento y la aceleración de las tendencias también ha predominado en lo que a otros indicadores climáticos fundamentales se refiere, como la aceleración de la subida del nivel del mar, la reducción constante de la extensión de hielo marino en el Ártico, la brusca disminución del hielo marino en la Antártida, la pérdida continuada de masa de hielo en los glaciares y los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida, y la evidente tendencia a la baja que registra la capa de nieve durante la primavera del hemisferio norte.

Los océanos atrapan más calor. En el año 2019 se registraron los valores más elevados de contenido calorífico en los 700 metros superiores del océano de los que se tiene constancia. La subida de las temperaturas de la superficie del mar pone en peligro la vida marina y los ecosistemas.

Efectos en la salud

Las olas de calor fueron el riesgo meteorológico más letal en el período 2015–2019, afectaron a todos los continentes, ocasionaron nuevos récords de temperatura en muchos países y estuvieron acompañadas de incendios forestales sin precedentes, en particular en Europa, América del Norte, Australia, la pluviselva amazónica y las regiones árticas.

Según datos y análisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo general de enfermedades o muertes causadas por el calor ha aumentado de forma constante desde 1980, y actualmente cerca del 30 % de la población mundial vive en zonas cuyas condiciones climáticas generan temperaturas potencialmente mortales al menos 20 días al año.

Las lluvias intensas y las crecidas asociadas a ellas crean las condiciones favorables para la aparición de diversos tipos de brotes epidémicos. En aquellos países en los que el cólera es endémico, se estima que 1 300 millones de personas están en riesgo de contraer la enfermedad, mientras que solo en África aproximadamente 40 millones de personas viven en «puntos calientes» de esa dolencia.

Los riesgos asociados con el cambio climático y la variabilidad del clima agravaron la inseguridad alimentaria en numerosos lugares, en particular en África, donde la sequía incrementó el riesgo global de enfermar o morir a causa del clima.

Repercusiones del clima en la economía

Durante el período 2015–2019, los ciclones tropicales estuvieron vinculados con las pérdidas económicas más cuantiosas. El fenómeno que más costos entrañó fue el huracán Harvey, que en 2017 conllevó pérdidas económicas estimadas de más de 125 000 millones de dólares de los Estados Unidos.

El aumento de las temperaturas amenaza con socavar el desarrollo a raíz de los efectos adversos que ejerce en el producto interno bruto (PIB) de los países en desarrollo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) determinó que, para los países en desarrollo de ingresos bajos y medios cuya temperatura media anual es de 25 °C, una subida de la temperatura de 1 °C conlleva una reducción del crecimiento del 1,2 %. Los países cuyas economías se prevé que se verán notablemente afectadas por un aumento de la temperatura solo generaron cerca del 20 % del PIB mundial en 2016; sin embargo, actualmente son el hogar de aproximadamente el 60 % de la población mundial y se prevé que de aquí a finales de siglo albergarán a más del 75 % de los habitantes del mundo.

Global Climate 2015-2019

Para más información, diríjase a: Clare Nullis, agregada de prensa. Correo electrónico: [email protected]. Teléfono móvil: +41 79 709 1397