Dentro de un futuro inmediato pueden producirse erupciones volcánicas globales, un fenómeno natural capaz de alterar el clima en todo el planeta, advierte el vulcanólogo Iván Kulakov, miembro de la Academia de Ciencias de Rusia, en entrevista con Kommersant.

Se trata de un tipo de erupción cuyos efectos se perciben en los rincones más alejados de la Tierra. Por ejemplo, pueden provocar cambios climáticos de tal magnitud como para hacer que en un determinado lugar caiga nieve en verano.

“Desde el punto de vista de la actividad volcánica, vivimos en  un periodo asombrosamente tranquilo. Normalmente las erupciones globales ocurren una o dos veces en 100 años, pero en los siglos XX y XXI no se han producido”, explica el científico, y añade que esta prolongada pausa se traduce en una probabilidad cada vez más alta de que ese fenómeno suceda de manera inminente.

La última erupción global fue la del volcán de Krakatoa (Indonesia), que tuvo lugar en 1883. Como consecuencia, los habitantes de Europa llegaron a observar ocasos de aspecto “absolutamente psicodélico“, algo que quedó plasmado en numerosas pinturas de aquel tiempo, asegura Kulakov.

A modo de comparación, mientras que la erupción del Eyjafjallajökull (Islandia) en 2010, que por varios días paralizó los vuelos de todo tipo de aviones en el hemisferio boreal, produjo 0,1 kilómetros cúbicos de material magmático, los volúmenes expulsados por el Krakatoa y el Tambora —otro volcán indonesio que entró en erupción en 1815— fueron de 25 y 150 kilómetros cúbicos, respectivamente.

Frío y penumbra

En el caso del Tambora, su magnitud fue tal que el estrépito se escuchó a unos 2.500 kilómetros de distancia, al tiempo que la gigantesca nube de ceniza expulsada de su interior sumió en la oscuridad un área de 600 kilómetros de radio, provocando en rededor lo que se conoce como “un año sin verano”, relata el experto.

Kulakov asegura que esa erupción alteró incluso el curso de la historia, al provocar en Europa –por ejemplo– importantes descensos de temperatura e intensas lluvias que derivaron en epidemias, hambrunas y revueltas. Incluso, añade, se cree que la muerte masiva de caballos asociada a este evento motivó a descubrir otros medios de transporte, entre ellos la bicicleta.

Un riesgo latente

Actualmente no existe ningún indicio de que una erupción volcánica global pueda o no ocurrir de un día para otro, lo cual depende de “un proceso fortuito“, señala Kulakov.

“Simplemente, hemos tenido suerte de que no hayamos sufrido erupciones tan grandes desde hace tiempo”, concluye el vulcanólogo.

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