Por Mike Lupica/MLB.com 

Cuando Hank Aaron estaba en ligas menores hace casi 70 años, hubo un formulario con su evaluación como jugador que tenía “negro” como su nacionalidad. Cuando se acercaba a lo que era en ese entonces el récord de jonrones de Babe Ruth, Aaron recibió cartas en las que se le decía cosas bien feas.

Aaron quebraría la marca de Ruth, cerca del final de lo que sería una de las carreras más grandes en la historia del béisbol. Dicha trayectoria empezó con Indianápolis Clowns, en las Ligas Negras.

Llamé el viernes a Aaron, ahora de 86 años de edad, para preguntarle qué piensa ahora, en el contexto de sus experiencias con el racismo cuando perseguía sus sueños tras dejar su pueblo natal de Mobile, Alabama. Aaron opinó sobre la actualidad de los Estados Unidos, en el contexto de la muerte de George Floyd.

“Tengo miedo”, dijo un hombre que siempre ha parecido no temer nada.

Pausó.

“Tengo miedo, porque lo que estoy viendo me recuerda las cosas que les he dicho a mis nietos cuando tenían ocho, nueve y 10 años. No quería decírselo, pero tuve que contarles sobre estar escéptico y tener miedo, y de obedecer a todos”.

Tras otra pausa más larga, Aaron agregó lo siguiente:

“Hay algo en nuestro país que está tan mal”.

Luego, empezamos a hablar del odio y del racismo que él encontró cuando iba tras el récord de 714 cuadrangulares de Ruth y cómo, casi medio siglo después de eso, se suponía que seríamos un mejor país. Esto viene de un hombre nacido en la década de los 1930, quien era un adolescente cuando Jackie Robinson rompió la barrera del color en Grandes Ligas en abril de 1947 y tuvo que esperar hasta 1965 para ver convertirse en realidad la ley de Derechos al Voto, firmada por el Presidente Lyndon Johnson.

“Hice lo que tenía que hacer y trataba de manejarme con dignidad y fuerza”, dijo Aaron. “Ves, tenía un trabajo que hacer. Pero mientras hacía ese trabajo, nunca olvidé, ni por un minuto, que estaba siguiéndole los pasos a la persona más grande de mi era, y ése era Jackie. Él me enseñó que teníamos que concentrarnos y aguantar todo para que toda persona negra que quería jugar deportes pusiera aprovechar nuestros talentos y oportunidades”.

Hank Aaron se crio en el sur de los Estados Unidos, nacido unos pocos años después de Willie Mays, quien también nació en el estado de Alabama. Ambos le siguieron los pasos a Jackie Robinson.

“Hubo otra cosa que Jackie nos enseñó a todos los peloteros negros que lo siguieron fue nunca aceptar la respuesta ‘no’”.

Aaron, quien halló tanta intolerancia racial primero como joven y luego cuando perseguía la marca de Ruth, no tiene tolerancia ante la violencia que ve en su pantalla de televisión. Pero, afirma que sí ve con buenos ojos que los atletas de su deporte y de otros deportes digan en voz alta sus opiniones.

“No hay dudas de que la gente escucha a los atletas”, manifestó Aaron. “Ahora, eso es algo que se da por hecho. Los atletas tienen una voz. Algunos tienes mayores voces que otros. Sean blancos o negros, quiero que usen sus voces. Y que usen el dinero que tienen, por supuesto. Pero hay que empezar con las voces, porque ahora las necesitamos más que nunca”.

La nacionalidad de Aaron, pese a esa vieja hoja de evaluación, es estadounidense. La propia voz de Aaron es tan grande e importante que nunca.

Aaron afirma que hay cosas en televisión que le dan esperanza. No se trata de la violencia, sino las manifestaciones pacíficas, las que abogan por un país mejor y una sociedad mejor.

“Veo a los muchachos”, dijo. “Veo blancos y negros, pero sobre todo veo a los muchachos. ¿Sabes de dónde vendrá el cambio social que todos están hablando? Va a venir de ellos, sean blancos o negros. Ellos son los que van a hacer el cambio que necesitamos en nuestro país”.

Aaron terminó con esto:

“Ya no puedo moverme mucho. Pero si pudiera hacerlo, estaría marchando. Estaría ahí mismo al frente”.

Mike Lupica es columnista de MLB.com.Leer más: