Menos plástico, más huesos de aceituna. Así de simple es la idea que surgió del arquitecto valenciano Joseán Vilar y la diseñadora Silvana Catazine, de Reolivar, tras vivir tres años en pleno contacto con la naturaleza, a orillas de una playa virgen al norte de Brasil que se plagaba de las oleadas de plástico que transporta el océano por cada rincón del planeta.
Tras mudarse a Barcelona y con el objetivo de aplicar los conceptos de la economía circular a las grandes industrias, Vilar y Catazine comenzaron su investigación sobre la implementación del hueso de la oliva como materia prima, un recurso que ya se utiliza en diferentes procesos gracias a la energía que produce al ser incinerado. Este proyecto le da una nueva vida muy útil a este residuo antes de que su eliminación pueda aprovecharse como fuente de energía.
Como resultado de su investigación, este nuevo material ha sido invitado a participar en la exposición «Neomateria» que se celebra la próxima semana en Corea del Sur, según afirman sus creadores a National Geographic España. Este encuentro se realiza con el objetivo de mostrar al mundo nuevos materiales y tecnologías entre los que se incluyen aquellos procedentes de la naturaleza, residuos o, incluso, materiales vivos.
«Es un bio-composite inteligente, es decir, que responde a la necesidad de cada usuario», explican los creadores en la revista Arquitectural Digest. «Se mantiene totalmente estable y duradero en un ambiente normal de humedad y temperatura, pero si decidimos deshacernos de ellos, basta con dejarlos biodegradarse en el compost o, incluso, en la propia naturaleza, pues su fórmula contiene únicamente ingredientes naturales. El agua y los microorganismos se encargan de cerrar su ciclo de vida en cuestión de semanas», aseguran sus creadores.
En la carrera por sustituir al plástico, diseñadores, arquitectos, biólogos y científicos ponen en marcha su mayor creatividad para dar con materiales como el hueso de aceituna, cuya versatilidad, flexibilidad y textura permiten adaptarlo al fin con el que se vaya a fabricar.
Juguetes sostenibles
Convencidos de que pronto las grandes industrias apostarán por estos materiales y generarán un punto de inflexión en el mercado, su marca Reolivar ya se ha lanzado a la producción de juguetes, muebles, paneles para ferias, lámparas y otros objetos de decoración cien por cien sostenibles, reutilizables y biodegradables.
“A la hora de elegir un camino que tuviera sentido para nosotros, vimos en la industria del juguete -que utiliza el plástico de manera masiva- una oportunidad para crear un material que puedes tirar a la basura y quedarte tranquilo”, afirma Vilar en declaraciones a EFE Verde.
Con este objetivo han creado un juego de construcción por piezas que pretende inspirar a la industria a crear un nuevo mundo, ya que puede reutilizarse para infinidad de usos con tan solo fundirse en un cazo para darle otra forma distinta, lo que a su vez enseña a los niños que hay un mundo más allá del usar y tirar a la vez que fomenta su creatividad.
Construyendo sostenibilidad
Sus raíces en el diseño, “un puente entre el fabricante y el material”, han permitido que estos profesionales hayan podido encontrar el hueco perfecto en la industria para introducir este material como un recurso más sostenible y por tanto, a la larga, más rentable para todos los agentes del proceso de producción.
Los innovadores usos de este material están en pleno auge: la semana pasada fue inaugurado al sur de Francia el primer campo de fútbol construido con huesos de aceituna. Este residuo se perfila por tanto como una alternativa ecológica a los granulados de neumático reciclado que se utilizan para este tipo de canchas o para rellenar los suelos de césped artificial.
En esta línea, otro proyecto griego logró crear el combustible para barbacoas más ecológico del mercado gracias a este material y ganó el European Business Awards for the Environment 2019 debido a que emiten un 30% menos de monóxido de carbono que el carbón de leña. En España, así como en otros países productores de oliva, el aprovechamiento de este residuo como combustible ecológico o para fabricar pellets para estufas ha crecido mucho en los últimos años.
El impacto positivo de estos proyectos en la economía y en la sociedad no termina ahí, ya que según ha declarado Vilar al mismo medio, “la producción se haría en colaboración con centros ocupacionales (con personas inmigrantes, en riesgo de exclusión o víctimas de violencia de género) ofreciendo una gran ventaja con el diferencial de un diseño de calidad, un material sostenible y una producción responsable”.