La materia prima de los sistemas alimentarios, clave para ayudar a la agricultura a adaptarse a las variaciones del clima y al aumento de las temperaturas

«En las próximas décadas, millones de personas cuyos medios de vida y seguridad alimentaria dependen de la agricultura, la acuicultura, la pesca, la silvicultura y la ganadería pueden enfrentarse a condiciones climáticas sin precedentes”.


Serán necesarios cultivos, ganado, árboles forestales y organismos acuáticos capaces de sobrevivir y producir en un clima cambiante.

Los recursos genéticos y el factor tiempo

Uno de los aspectos del cambio climático con un impacto directo en la diversidad genética tiene que ver con los cambios de la presión sobre el tiempo biológico. Los patrones de polinización provocan una gran inquietud, ya que los insectos son muy sensibles a la temperatura y no pueden siempre sincronizarse con los nuevos tiempos de floración.

El aumento de las temperaturas también es susceptible de favorecer a especies que pueden adaptarse a ciclos generacionales cortos.

Para los peces, por ejemplo, eso significa que los proyectos de acuicultura tienden a preferir
a aquellos que se alimentan en los niveles tróficos inferiores y tienen ciclos de producción relativamente cortos.

Al mismo tiempo, se calcula que un aumento dos grados Celsius en la temperatura permitiría a los insectos completar hasta cinco ciclos de vida adicionales por temporada –siempre según el estudio la FAO-, que también señala que los agentes patógenos capaces de acortar sus ciclos de reproducción serán capaces probablemente de evolucionar más rápidamente y plantear mayores desafíos potenciales a diversos organismos y ecosistemas.

En las zonas boscosas, las especies invasoras también pueden reaccionar más rápidamente a las condiciones cambiantes, desplazando a los tipos de árboles existentes. En base a las proyecciones climáticas actuales, parece que los bosques naturales tendrán que migrar diez veces más rápido de lo que hicieron al final de las Edades de Hielo para mantenerse al ritmo del cambio climático.

Un reciente estudio que ha utilizado la Arabidopsis thaliana, una maleza emparentada con la mostaza y la primera planta en tener su genoma secuenciado, mostró cómo las semillas almacenadas en los bancos también pueden ayudar a entender que el cambio climático avanza más rápido de lo esperado: variantes de la planta obtenidas en España funcionaron mejor en Finlandia que las semillas que procedían originalmente de este país escandinavo.

FAO.org