Mientras los incendios forestales arrasaban distintas partes del mundo, como la costa oeste de los Estados Unidos y algunas zonas de América del Sur, Pascal Peduzzi, un científico del clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), dio seguimiento a la situación de calidad del aire en Mammoth Lakes, una comunidad en lo alto de las montañas de Sierra Nevada, California.
El miércoles 23 de septiembre en una de las avenidas de la ciudad el registro de material particulado en el aire con un diámetro menor a 2,5 micras (PM2,5) alcanzó 501 microgramos por metro cúbico (µg/m3). Eso es está 50 veces por encima del umbral que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera seguro como promedio durante un año y es 20 veces mayor al nivel considerado seguro para un período de 24 horas.
«Nunca lo había visto tan alto», dice Peduzzi.
El científico no estaba en California ni en Estados Unidos. Estaba en Suiza, a más de 9.000 kilómetros de distancia. No obstante, él y cualquier persona con una conexión a Internet ahora puede seguir en detalle los niveles de PM2,5 en zonas de incendios y en todo el planeta a través de la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial del PNUMA. Este portal en línea ofrece un monitor casi en tiempo real de la calidad del aire global.
“La intención de esta plataforma era conectar con la gente. Fue diseñada para inspirar y estimular la acción, ya sea de las comunidades que intentan convencer a sus autoridades para que tomen medidas o viceversa», dice Sean Khan, experto en contaminación del aire del PNUMA en Nairobi.
En agosto, luego de que se registraran temperaturas récord, tormentas eléctricas severas iniciaron incendios en California, Oregon y Washington. A fines de septiembre, estos incendios habían consumido más de 2 millones de hectáreas en los tres estados, destruido más de 7.000 estructuras y dejado al menos 40 muertos.RELATED
STORYThe data behind the blinking lights of climate breakdown
REPORTAJESGobiernos, datos e incendios forestales: ¿cuánto hemos avanzado?
«Actualmente tenemos cinco incendios activos que son cinco de los incendios más destructivos en la historia del estado», dijo gobernador de California, Gavin Newsom, el 11 de septiembre, en medio del humo y los árboles quemados.
Los incendios liberaron abundante material particulado fino a la atmósfera. Además de producir los extraordinarios cielos anaranjados que se ven en las noticias de televisión, los niveles elevados de PM2,5 están asociados a una variedad de problemas de salud, como asma, inflamación respiratoria, afectaciones a las funciones pulmonares e incluso cáncer.
Un estudio realizado durante siete años (de 2000 a 2007) en los Estados Unidos concluyó que la esperanza de vida promedio se extiende 0,35 años por cada 10 µg/m3 de disminución de PM2,5. Otra investigación, que dio seguimiento a 1,2 millones de adultos estadounidenses durante 26 años, desde 1982 hasta 2008, encontró que la mortalidad por cáncer de pulmón aumentó entre 15% y 27% cuando las concentraciones de PM2,5 en el aire aumentaron en 10 µg/m3.
«Si eres alguien con complicaciones pulmonares, entonces eres vulnerable, estarás en riesgo», dijo Khan. El portal de calidad del aire de la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial incluye una aplicación móvil que ofrece pronósticos locales semanales y diarios, además de alertas personalizadas de PM2,5 para los usuarios.
Los incendios forestales de este año en Estados Unidos no son un fenómeno meteorológico aislado, sino el reflejo de un clima cambiante.
En los últimos 20 años, California experimentó más años con sequía que sin sequía, según la clasificación de cinco puntos del Monitor de Sequía de los Estados Unidos (USDM). Las mediciones del USDM van desde D0 –un área que experimenta el fenómeno a corto plazo– hasta D4 –un área que experimenta «pérdidas excepcionales y generalizadas de cultivos y pastos, riesgo de incendio y escasez de agua que resultan en emergencias hídricas»–.
Hubo sequías entre 2001 y 2005, 2007 y 2010, y de 2012 a 2017, que se intensificaron con el tiempo. El período más severo, entre enero de 2014 y enero de 2017, provocó un grave déficit de agua tanto en el suelo como en los acuíferos subterráneos.
«Definitivamente es un cambio en el clima, ya no es un evento extremo aislado», dijo Pascal Peduzzi.
El cambio climático también crea efectos cíclicos: temperaturas más cálidas generan más evaporación, secan los suelos y la vegetación, y los dejan a su vez más susceptibles al fuego. Mientras tanto, los incendios en sí agregan dióxido de carbono a la atmósfera, junto con las partículas, lo que contribuye aún más al cambio climático.
«Si tienes suelos secos, y básicamente no hay precipitaciones, solo hace falta un poco de viento y que alguien encienda una barbacoa y tendrás una receta para el desastre», agregó Peduzzi.
La plataforma de la Sala de Situación del Medio Ambiente Mundial es una colaboración entre la ONU y la firma suiza IQAir, que opera su propia plataforma de monitoreo de la calidad del aire.
La página muestra un mapa del planeta con flechas que representan los patrones de viento y un sistema de sombreado para identificar la calidad del aire en distintas áreas. El color verde significa buena calidad del aire, el amarillo, moderada, y el naranja es indicador de niveles dañinos para los grupos sensibles.
El rojo representa condiciones dañinas para la salud, mientras que dos tonos de violeta muestran niveles muy dañinos y peligrosos. El viernes pasado, más de 5.000 millones personas (específicamente 66,4% de la población mundial) estuvieron expuestas a un aire contaminado que no cumplía con los estándares recomendados por la OMS. La cifra se actualiza cada cuatro horas.
Al acercarse en el mapa, se pueden ver círculos que contienen números, al principio son lecturas promedio de PM2,5 en una región y más en detalle sensores individuales como el de Mammoth Lakes. Los incendios activos se muestran con íconos de llamas. Para el viernes, el recuento de PM2,5 en la estación de Ranch Road en Mammoth Lakes había caído a 32,8 µg/m3.
Sin embargo, una estación de monitoreo móvil en Pollock Pines, más al norte de Sierra Nevada, registraba 706,4 µg/m3. La temporada de incendios forestales aún no ha terminado.
unep.org