Ginebra, 13 de octubre de 2020 — En los últimos 50 años, los peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua han sido reconocidos como la causa de más de 11 000 desastres que han provocado 2 millones de víctimas mortales y han ocasionado pérdidas económicas valoradas en 3,6 billones de dólares de los Estados Unidos. Si bien la media de muertes notificadas a raíz de cada desastre se ha reducido en un tercio durante ese período, la cantidad de desastres registrados se ha quintuplicado y las pérdidas económicas se han multiplicado por siete, según un nuevo informe elaborado por diversos organismos.

Los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos —cuya frecuencia, intensidad y gravedad han aumentado a causa del cambio climático— afectan de manera desproporcionada a las comunidades vulnerables. Y, a pesar de ello, una de cada tres personas todavía no está adecuadamente cubierta por sistemas de alerta temprana, según se indica en el informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2020, publicado el 13 de octubre coincidiendo con el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres.

En 2018, alrededor de 108 millones de personas de todo el mundo necesitaron ayuda del sistema humanitario internacional como consecuencia de tormentas, crecidas, sequías e incendios forestales. Se estima que, de aquí a 2030, esa cifra podría aumentar en casi un 50 %, y que el costo asociado podría rondar los 20 000 millones de dólares anuales.

En el informe, elaborado por 16 organismos e instituciones de financiación internacionales, se señalan ámbitos en los que la inversión de los gobiernos en sistemas eficaces de alerta temprana puede reforzar la resiliencia de los países ante múltiples peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua; se apuntan estrategias que pueden emplearse para materializar esas inversiones; y se ofrecen ejemplos de experiencias exitosas.

Asimismo, se hace hincapié en la necesidad de avanzar hacia la instauración de servicios de predicción que tengan en cuenta los impactos. El foco de atención ya no será el tiempo que hará, sino las consecuencias que este tendrá, y ello permitirá a personas y empresas adoptar medidas tempranas en función de las alertas.

The 2020 State of Climate Services report

El informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2020 contiene 16 estudios de caso diferentes centrados en sistemas eficaces de alerta temprana para peligros como ciclones tropicales y huracanes, crecidas, sequías, olas de calor, incendios forestales, tormentas de arena y polvo, plagas de langostas del desierto, inviernos rigurosos y desbordamientos repentinos de lagos glaciales.

«Los sistemas de alerta temprana son condición indispensable para la reducción efectiva de los riesgos de desastre y la adaptación al cambio climático. Estar preparados y ser capaces de reaccionar en el momento oportuno y en el lugar adecuado puede salvar muchas vidas y proteger los medios de subsistencia de las comunidades de todo el mundo», dijo el Secretario General de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el profesor Petteri Taalas.

«Si bien la COVID-19 ha generado una profunda crisis sanitaria y económica a escala internacional de la que tardaremos años en recuperarnos, es fundamental recordar que el cambio climático seguirá representando una amenaza constante y creciente para la vida humana, los ecosistemas, las economías y las sociedades durante los siglos venideros», afirmó.

«La recuperación de la pandemia de COVID-19 es una oportunidad para tomar un camino más sostenible hacia la resiliencia y la adaptación frente al cambio climático antropógeno», apuntó el profesor Taalas en el prólogo del informe.

El informe sobre el estado de los servicios climáticos en 2020 sienta las bases para comprender el modo en que pueden reforzarse los sistemas de protección de los más vulnerables, entre otras cosas, mediante mecanismos como la Iniciativa de Riesgo Climático y Sistemas de Alerta Temprana (CREWS), que, junto con el Organismo Francés de Desarrollo, ha proporcionado financiación para el informe.

La OMM se ha encargado de coordinar la elaboración del informe, que contiene aportaciones de 16 organizaciones internacionales diferentes: la Alianza para una Acción Temprana que Tenga en Cuenta los Riesgos; la Climate Policy Initiative; la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja; el Fondo de Adaptación; el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM); el Fondo Verde para el Clima; el Grupo Banco Mundial y su Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación; el Grupo de Observación de la Tierra (GEO); la Iniciativa de Riesgo Climático y Sistemas de Alerta Temprana (CREWS); la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR); la Oficina para el Clima y la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM); el Organismo Francés de Desarrollo; la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); la Organización Meteorológica Mundial (OMM); el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Deficiencias de capacidad

Los sistemas de alerta temprana figuran como máxima prioridad en las contribuciones determinadas a nivel nacional respecto del cambio climático de casi el 90 % de los países menos adelantados (PMA) y los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID). Sin embargo, muchos de ellos carecen de la capacidad requerida, y la inversión financiera no siempre llega a los ámbitos donde los recursos son más necesarios.

La situación es particularmente grave en los PEID y en los PMA. Desde 1970, los peligros relacionados con el tiempo, el clima y el agua han ocasionado pérdidas en los PEID valoradas en 153 000 millones de dólares, una cantidad significativa, dado que el producto interno bruto medio de esos países es de 13 700 millones de dólares. Entretanto, en ese período de tiempo los peligros de índole meteorológica, climática e hidrológica han ocasionado la muerte de 1,4 millones de personas en los PMA (el 70 % del total de víctimas mortales).

Los datos facilitados por 138 Miembros de la OMM muestran que solo el 40 % de ellos cuentan con sistemas de alerta temprana multirriesgos. Esto significa que, en promedio, una de cada tres personas en todo el mundo todavía no está cubierta por sistemas de alerta temprana. En la actualidad, solo 75 Miembros de la OMM (39 % del total) han indicado que prestan servicios de predicción que tienen en cuenta los impactos.

La difusión de alertas es precaria en muchos países en desarrollo, y los avances en las tecnologías de comunicación no se aprovechan plenamente para llegar a las personas en situación de riesgo, en particular en los PMA.

A escala mundial, no se dispone de capacidad suficiente para traducir las alertas tempranas en acciones tempranas, especialmente en los PMA. África presenta las mayores deficiencias en materia de capacidad. En ese vasto continente, si bien la capacidad es adecuada en términos de conocimiento de los riesgos y su predicción, solo 44 personas de cada 100 están cubiertas por sistemas de alerta temprana (en los países para los que se dispone de datos).

Todos los servicios meteorológicos y climáticos se basan en los datos recabados mediante observaciones sistemáticas. Sin embargo, las redes de observación con frecuencia son inadecuadas, en particular en África, donde en 2019 solo el 26 % de las estaciones cumplía los requisitos de la OMM en cuanto a notificación de datos.

Es preciso ir más allá

El aumento de los desastres de índole climática evidencia la necesidad de incrementar las partidas asignadas a adaptación en todos los ámbitos, en especial para reducir los riesgos relacionados con el agua y el clima a través de inversiones que permitan mejorar el acceso a la información sobre riesgos y perfeccionar los sistemas de alerta temprana multirriesgos.

La buena noticia es que los recursos destinados a la financiación para el clima han alcanzado niveles sin precedentes, y en 2017/2018 superaron por primera vez el umbral del medio billón de dólares. No obstante, las medidas adoptadas hasta la fecha son insuficientes para abordar un escenario de calentamiento global de 1,5 °C. Con arreglo a la sugerencia formulada por la Comisión Global de Adaptación, se estima que se necesitarán 180 000 millones de dólares anuales durante el período 2020-2030.

A pesar de que en 2018 los fondos anuales destinados al clima sujetos a seguimiento alcanzaron por primera vez el medio billón de dólares, el porcentaje de esos recursos dedicado a actividades de adaptación es muy pequeño (5 %), y de esa cifra, solo una parte se asigna a iniciativas centradas en la información sobre riesgos y los sistemas de alerta temprana.

Recomendaciones estratégicas

En el informe se formulan seis recomendaciones estratégicas para mejorar la implementación y la eficacia de los sistemas de alerta temprana en todo el mundo:

  1. Invertir para subsanar las deficiencias de capacidad en cuanto a sistemas de alerta temprana, en particular en los PMA y los PEID de África.
  2. Centrar la inversión en actividades que permitan transformar la información de las alertas tempranas en acciones tempranas.
  3. Velar por la financiación sostenible del sistema mundial de observación en el que se sustentan las alertas tempranas.
  4. Someter los flujos financieros a seguimiento para comprender mejor el destino de esos recursos con respecto a las necesidades de implementación de los sistemas de alerta temprana y entender las repercusiones que conllevan esas asignaciones.
  5. Fomentar la coherencia de las prácticas de supervisión y evaluación para poder determinar mejor la eficacia de los sistemas de alerta temprana.
  6. Subsanar las deficiencias en materia de datos, en particular en los PEID.
The 2020 State of Climate Services report

Mensajes

Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General para la Reducción del Riesgo de Desastres, Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR):
«La COVID-19 ha convertido el riesgo en una cuestión que nos compete a todos. Debemos trasladar esta percepción y esta dinámica a una lucha mucho mayor que confronta nuestro planeta a una crisis más intensa, más devastadora y de mayor envergadura: la emergencia climática. La reducción de riesgos, y en particular la adaptación al clima, requiere de una sólida gestión de los riesgos y de la adopción de un enfoque que tenga en cuenta múltiples peligros. Hasta la fecha, 93 Estados Miembros de las Naciones Unidas han instaurado estrategias nacionales para la reducción de riesgos de desastre y, a su vez, la reducción de riesgos de desastre se considera máxima prioridad en todos los planes nacionales de adaptación concebidos en el marco del Acuerdo de París. Es preciso seguir esta línea. En ese sentido, un desafío clave será la adaptación de los sistemas de alerta temprana multirriesgos para que puedan dar respuesta a los peligros biológicos que van aparejados a los fenómenos meteorológicos extremos».

Qu Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO):
«La adopción de medidas preventivas, fundamentadas en datos meteorológicos apropiados, sistemas de alerta temprana y evaluaciones de los riesgos de desastre, puede salvar millones de medios de subsistencia en épocas de conflicto y desastres naturales. Así pues, «alertas tempranas, acciones tempranas» es un principio rector clave para que mi administración en la FAO encare los posibles riesgos para el sistema agroalimentario mundial, incluso antes de que se declarara la última plaga de langostas y se propagara la pandemia de COVID-19″.

Mikko Ollikainen, Gerente del Fondo de Adaptación:
«El año 2020 ha puesto de relieve la importancia de fomentar en los países en desarrollo vulnerables una amplia resiliencia, no solo al cambio climático, sino también a los riesgos para la salud y la economía. Los servicios climáticos son fundamentales para lograr esa resiliencia, y el Fondo desempeña un cometido decisivo en ese empeño a través de proyectos concretos de adaptación que se llevan a cabo sobre el terreno para servir a las comunidades más vulnerables. Alrededor del 20 % de su cartera se dedica a apoyar a los países para que promuevan su resiliencia mediante proyectos centrados en los sistemas de alerta temprana y la reducción de riesgos de desastre. El Fondo también proporciona apoyo de preparación y brinda nuevas oportunidades de concesión de subvenciones con objeto de acelerar la ampliación de los proyectos, favorecer el aprendizaje y potenciar la innovación en materia de adaptación, incluida la reducción de riesgos de desastre».

Yannick Glemarec, Director Ejecutivo del Fondo Verde para el Clima:
«Este informe nos advierte a tiempo de la necesidad de contar con servicios climáticos para proteger a los más vulnerables frente a fenómenos climáticos devastadores. Al ser el mayor proveedor dedicado a la financiación para el clima en los países en desarrollo, el Fondo contribuye a subsanar las deficiencias de capacidad determinadas por la OMM mediante proyectos de financiación integrada de componentes de alerta temprana. Ello comprende las tecnologías de vigilancia meteorológica, la formación de personal técnico y el establecimiento de sólidas redes de comunicación para velar por que los miembros de la comunidad reciban y comprendan la información sobre el clima. El apoyo del Fondo Verde para el Clima también se dirige a los más vulnerables: de los 877 millones de dólares asignados hasta la fecha por el Fondo a sistemas de información climática y de alerta temprana, el 74 % se ha destinado a PMA, PEID y países africanos. El Fondo Verde para el Clima ejerce un efecto multiplicador que vincula redes de información climática dispares a escala subnacional, nacional, regional y mundial con objeto de fortalecer las observaciones climáticas mundiales. Nuestras actividades de apoyo abarcan desde una mejor preparación de los pescadores de Malawi ante las mareas de tempestad hasta el aumento de la resiliencia de la infraestructura de naciones caribeñas como Antigua y Barbuda, actualmente azotada por huracanes cada vez más frecuentes. La colaboración del Fondo Verde para el Clima con la OMM es fundamental para poder llevar a cabo nuestra labor de potenciar el uso de sistemas de información climática y de alerta temprana basados en sólidos datos climatológicos”.

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