Las comunidades indígenas de la Amazonía afectadas por un derrame de crudo en abril aseguran que la contaminación continúa pese a que las labores de remediación ambiental por parte de las petroleras han concluido.
Así lo asegura el Informe de Monitoreo Ambiental presentado este miércoles por la Federación de Comunas Unión de Nativos de la Amazonía Ecuatoriana (FCUNAE), en el que destacan que siguen aflorando manchas del petróleo derramado.
Expertos realizaron recorridos los pasados 19, 20 y 21 de septiembre en seis comunidades asentadas en las riberas de los ríos Napo y Coca, para verificar las denuncias de dirigentes sobre la existencia aún de contaminantes en sus territorios.
“Durante los recorridos por las comunidades de Samona, Moretechoca, Sani Isla, Añango, San Carlos y San José del Coca, verificamos la presencia de manchas de petróleo en el agua y cultivos destruidos a causa de la contaminación”, dijo en rueda de prensa Alexandra Almeida, directora del Área de Petróleo de Acción Ecológica.
Los resultados de las pruebas, a decir de esta ONG, comprobaron la existencia de hidrocarburos y metales pesados como níquel, plomo y vanadio, sustancias tóxicas para el ambiente y el ser humano, no solo en el agua sino también en el suelo.
Rotura de tres oleoductos
El derrame, equivalente a unos 15.800 barriles de crudo, se produjo a raíz del desplome de tierra bajo tres oleoductos, el 7 de abril, en una zona entre las provincias de Napo y Pastaza, a raíz de la erosión regresiva de un río.
Las petroleras Petroecuador y OCP, responsables de los conductos, realizaron los meses siguientes labores de remediación ecológica hasta limpiar la zona, si bien fuentes de la segunda compañía explicaron a EFEverde que siempre pueden aflorar nuevos restos y que, una vez detectados, también se limpiarían.
El petróleo que contaminó la zona es el remanente que quedó en los tubos después del cierre de válvulas y afectó a 27.000 personas en 22 parroquias rurales a lo largo de las orillas de los ríos Coca y Napo.
Los hallazgos presentados este miércoles en el informe parecen indicar, según las denuncias de sus redactores, que el territorio ya no ofrece agua limpia, ni alimentación suficiente y segura, a quienes dependían de sus cultivos.
Almeida afirmó que el pescado, fuente principal de alimento de las familias, tampoco se puede consumir porque tiene “olor a diésel”.
Comuneros kichwas contaron que la contaminación del agua del río ha provocado también la muerte de animales silvestres y la destrucción de cultivos de sus chacras.
Según los acuerdos de operaciones petroleras y la ley ecuatoriana, las petroleras deben indemnizar por los prejuicios dañados, una fase que está en ejecución después de la de limpieza.
El informe presentado por la FCUNAE precisa que los hidrocarburos y metales pesados han deteriorado el suelo, porque este pierde materia orgánica, nutrientes y está expuesto a la erosión.
Andrés Tapia, dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confenieae) calificó el vertido como el más grave de los últimos 15 años. EFEverde