Emiliano Tux, residente en la localidad guatemalteca de San Pedro Carchá en Alta Verapaz, una zona afectada por las tormentas, narrando el choque emocional suyo y de la población al ver la destrucción de sus casas y pertenencias. Ahora tienen que empezar de cero. En medio de tanto dolor, ve una luz de esperanza: la solidaridad de su pueblo.

Un gris opaco y doloroso domina las imágenes y vídeos que retratan el trágico escenario que los huracanes Eta e Iota infligieron en Centroamérica, con severos daños en Nicaragua, Honduras y Guatemala. El sonido del agua es suave, pero parece estar silenciando todos los demás ruidos y voces, con su fuerza de ímpetu. Según informes de la ONU y de los gobiernos, 3,7 millones de personas se vieron afectadas en Honduras, 935,000 en Guatemala y 50.000 permanecen en refugios de emergencia en Nicaragua.

Sin embargo, el gris tan impactante representa solamente el prólogo del verdadero desastre. El impacto más profundo se produjo al bajar los niveles del agua, cuando la devastación se hizo visible y las personas afectadas tuvieron que lidiar con las consecuencias. Mientras tanto, el agua turbia se había convertido en barro que ahora invade todos los espacios, las calles, las casas y los bosques, mientras habitantes de la zona, entidades gubernamentales, organizaciones de la sociedad civil y organismos de cooperación internacional unen fuerzas para luchar contra las consecuencias de las tormentas. 

Entrar a una casa causa dolor

Emiliano Tux Chum es residente de San Pedro Carchá en Alta Verapaz, Guatemala, una de las áreas afectadas por las tormentas. Describe la situación actual y los sentimientos de la población, narrando cómo “entrar en una casa significa mirar una escena que causa mucho dolor. La gente ha perdido su patrimonio, sus objetos personales; esto significa prácticamente empezar de cero. Es un verdadero shock.”

Emiliano añade: “A medida que se redujo el riesgo de inundaciones, la gente comenzó a regresar a sus casas para intentar salvar algunas de sus pertenencias personales. Pero, ¿cómo se puede recuperar lo que constituye una vida de esfuerzo y trabajo?”Emiliano Tux ChubDaños causados por los huracanes Eta e Iota en la ciudad guatemalteca de San Pedro Carcha.

El dolor que describe transpira a través de su voz: él pausa, habla despacio, mantiene tonos apagados; contar su experiencia no es tarea fácil. “Hay mucha tristeza entre la población. Creo que la parte emocional ha golpeado fuerte a los vecinos que sufrieron daños directos”.

Las imágenes y videos que Emiliano comparte permiten adentrarse en las viviendas afectadas: techos rotos, objetos sumergidos en el barro, lugares que han perdido su forma, su sentido de acogida, y todo está envuelto en una trágica atmósfera. Una foto que retrata un televisor en el suelo fuera de una casa, cubierto de barro, es un doloroso recordatorio de una cotidianidad temporalmente perdida, de una tranquilidad interrumpida. Imágenes de estantes destruidos, frigoríficos solitarios en medio del barro, suministros de alimentos que ahora están arruinados: sus fotos narran la destrucción abrupta de los que eran los lugares seguros de muchas personas. 

La solidaridad de toda Guatemala

Sin embargo, hay una nota positiva en su historia: “La tormenta nos ha enseñado de alguna manera que el dolor humano se comparte con las otras personas que tuvieron la suerte de no estar en las zonas afectadas o de no sufrir ese impacto directamente. Toda la población se ha solidarizado con todos los vecinos que han sufrido”. Si bien las casas, los edificios y las calles del pueblo donde Emiliano vive han sido severamente dañadas por el huracán, la solidaridad y empatía entre sus habitantes se ha mantenido intacta, creando una sólida red de apoyo entre familiares, vecinos y conocidos.Emiliano Tux ChubUn equipo de la Organización Internacional para las Migraciones desplegado en Centroamérica para distribuir ayuda humanitaria tras el paso de los huracanes Eta e Iota.

Este apoyo se ha transmitido a través de mensajes de chat, palabras de consuelo y también de manera tangible, ya que, según informa Emiliano, actualmente muchas personas albergan a vecinos o familiares cuyas viviendas se encuentran inhabitables. Sin embargo, estas condiciones no son sostenibles y la incertidumbre sobre cuánto tiempo se tardará en reparar el daño preocupa a la población afectada.

En su mensaje, Emiliano también expresa el deseo de que los vídeos y fotos que brindó, junto con el testimonio de otras personas y la cobertura mediática, puedan aumentar la visibilidad y concienciar acerca de lo que está sucediendo en Centroamérica y las drásticas consecuencias que tendrá esta temporada de huracanes en las vidas de las personas afectadas y sus planes migratorios.

Desde la Organización Internacional para la Migraciones compartimos el deseo de Emiliano.

news.un.org