Cuando se habla de combatir la contaminación y de preservar y salvar el planeta, en general se piensa que lo más preocupante es la polución ambiental o la enorme problemática que constituye la contaminación de las aguas a todo nivel. Si bien estos temas son de vital importancia, también lo es el cuidado, la protección y la conservación de los suelos.
Los diferentes tipos de degradación y la erosión acelerada por las acciones antropogénicas que sufren nuestros suelos son una de las más importantes problemáticas que afectan al medioambiente, tanto que desde 2013, cada 5 de diciembre se brega para concienciar a la población mundial de lo importante que resulta cuidar y preservar los suelos.
Erosión y degradación
La erosión es un proceso natural y gradual mediante el cual la capa superior del suelo se ve reducida, por la influencia de agentes externos como el viento o el agua. Las acciones del ser humano tales como la deforestación, la labranza, el movimiento de masas o la urbanización han acelerado este proceso provocando un deterior más acusado de los suelos.
El uso insostenible de los suelos, los procedimientos agrícolas y ganaderos contaminantes, la minería, las modificaciones en el empleo de las tierras, la urbanización, el cambio climático y el consiguiente calentamiento global provocan el deterioro de los suelos, algo que puede tener un serio impacto en el medio ambiente e implicaciones sociales, económicas y políticas.
Principales causas de la degradación de los suelos
Deforestación
Ya sea para practicar la agricultura o la ganadería de manera industrial y/o intensiva, para urbanizar o construir vías de circulación deforestar es sumamente perjudicial para los suelos. Cambiar los árboles autóctonos por otros dedicados a la silvicultura tampoco es la solución, porque no ayuda al restablecimiento del equilibrio ecológico. SI la deforestación viene precedida por incendios, el daño es aún mayor.
Agroquímicos
Los pesticidas, herbicidas, fungicidas y fertilizantes de producción química e industrial, que suelen emplearse en plantaciones del tipo monocultivo, ayudan a mejorar el rendimiento de las parcelas, pero acaban por matar los suelos porque rompen con el equilibrio de los ecosistemas y fomentan el crecimiento desmesurado de bacterias y microorganismos nocivos.
Pastoreo excesivo
Una de las peores consecuencias de la ganadería intensiva es el llamado sobrepastoreo, porque de esa forma los animales acaban con la capa de plantas que protege el suelo, haciendo que la tierra pierda sostén y sea arrastrada por el agua. Junto con la deforestación es una de las causas del agravamiento de las inundaciones.
Técnicas de labranza
La fractura estructural de los suelos, la imposición de semillas no compatibles (terrenos de secano donde se plantan lechugas o melones), la retirada de plantas autóctonas, las nivelaciones y algunos tipos de riego resultan ser factores que aceleran la escorrentía superficial y provocan una profunda degradación de los suelos.
Ocio y construcciones
La urbanización, la construcción de carreteras y algunas actividades de ocio resultan perjudiciales por varias razones, pero la principal es el desvío o anulación de las corrientes fluviales naturales, ya que cuando se le impide fluir por sus cauces normales lo hará hacia otros suelos, donde acabará por anegarlos y erosionarlos.
¿Por qué son importantes los suelos?
Los alimentos que necesitan los seres vivos dependen directamente de los suelos, ejemplo de ello son los carnívoros natos como los grandes felinos y canidos, quienes no podrían sobrevivir sin los herbívoros, que son su sustento y dependen de las plantas. A ello hay que sumarle los demás recursos que nos aportan los suelos: medicinas, combustible, fibras, etc.
Los suelos sanos contribuyen a paliar el cambio climático puesto que almacenan carbono y son el sustrato de las plantas que reducen la cantidad de CO2 y de otros gases de efecto invernadero. Además, ayudan al almacenamiento del agua, puesto que los suelos degradados no la conservan y agravan el efecto de las escorrentías.
Los llamados suelos resilentes, es decir aquellos que no están contaminados y gozan de un alto nivel de salubridad funcionan como filtros naturales del agua, que llega a las capas freáticas más profundas sin agentes polucionantes. También son fundamentales para que el ciclo del agua sea eficaz y esta se mantenga pura.
Si bien los suelos están considerados dentro del rubro de los denominados “recursos renovables”, ya hay zonas en el planeta que se consideran irrecuperables, al menos en plazos cortos, por la contaminación que han sufrido. Lo mismo sucede con aquellos parajes que se deforestaron y replantaron con plantas no autóctonas como ha pasado con el aguacate, la palma o el café.
¿Qué necesitan los suelos?
Se deben cambar las prácticas agrícolas tradiciones por unas sostenibles, que restauren los ecosistemas naturales y mejoren la calidad de las tierras. A ello deben sumársele la proliferación de cortavientos, (plantaciones que ayudan a proteger los suelos) y la implantación de medidas más duras para impedir vertidos industriales.
Para que sirva de algo, la reforestación debe ser seria, ordenada, respetuosa y sostenible. Y debe hacerse especialmente en las zonas aledañas a las corrientes fluviales, para que los árboles contribuyan a la retención del agua e impidan las inundaciones. La labranza deberá ser de conservación, con poco movimiento vehicular y una mínima erosión.
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