Por donde quiera que se le vea, el campeonato de los Tampa Bay Buccaneers en el Super Bowl 55 es histórico. Se convirtieron en el primer equipo en coronarse en su casa al derrotar 31-9 a unos Kansas City Chiefs que desaparecieron del emparrillado y Tom Brady obtuvo su séptimo trofeo Vince Lombardi.

Un gran desempeño de la defensiva, que mantuvo a raya a Patrick Mahomes y una ofensiva que tuvo como principales protagonistas a Brady y a Rob Gronkowski, como en los buenos tiempos con los New England Patriots.

Poco a poco los Bucs se adueñaron del partido, con pases precisos, con un juego terrestre efectivo y un manejo del reloj magistral en el último cuarto. No es sencillo dominar a los Chiefs y con un excelente trabajo en equipo los frenaron.

Brady ya no tiene la movilidad de antes, tiene 43 años y aún así, le alcanzó para tener una excelente productividad en cuanto a pases completos, tener una actuación discreta de 200 yardas y conectar tres pases para touchdown.

Hubo dos decisiones arbitrales polémicas, pero realmente no incideron en el marcador, pues los errores de Kansas City y el excelente desempeño global de Tampa Bay hicieron que se olvidaran rápidamente.

Cierto, Mahomes sufrió al no contar con gran parte de su línea ofensiva titular, pero esa no fue culpa de la defensiva de los Buccaneers, que lo tuvieron todo el tiempo bajo presión, incluso al final, con una tremenda intercepción de Devin White.

El debate de quién es el más grande de todos los tiempos se acabó en 2017 y al ganar el Super Bowl 55, Tom Brady no hizo nada más que ratificarlo. Brady le cambió la cara a los Bucs y los hizo campeones, eso es indiscutible.

nfl.com