Un arquitecto húngaro está probando una casa con paredes llenas de agua, con la esperanza de que algún día su invento contribuya a reducir las necesidades energéticas de la humanidad.

«Imagínense un edificio sin aislamiento, pero con un equilibrio térmico ideal en el interior gracias a las propiedades del agua», resume Matyas Gutai, de 34 años, quien desarrolla su proyecto y lo patenta paso a paso desde hace una década.

En su ciudad natal de Kecskemet, al sur de Budapest, el inventor ya puso en marcha un pequeño prototipo.

La mayoría de las paredes del edificio son paneles de vidrio doble, con los huecos llenos de agua que, al verse expuesta al sol, va absorbiendo el calor como lo haría una batería de coche.

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El agua restituye el calor cuando el tiempo se enfría, como si fuese un convector. De esta manera se limita la necesidad de fuentes de calor externas, y por lo tanto el consumo energético.

La concepción de la «casa de agua» también permite un aislamiento perfecto, aunque las paredes no midan más que cinco centímetros de espesor, con lo que además se ahorra en materiales de construcción.

– Japón, fuente de inspiración –

«No existe ninguna otra estructura en la que se esté completamente rodeado de volúmenes de agua conectados entre ellos», asegura Matyas Gutai a la AFP. «Y el agua, utilizando sus propiedades naturales, es capaz de desplazar la energía allí donde hace falta. Absorbe, almacena, calienta, enfría y equilibra la temperatura interior», afirma.

Más sobre Unión Europea ONU Matyas Gutai, que consiguió una subvención de la Unión Europea, afirma que su proyecto suscita el interés de arquitectos y promotores del mundo entero.

Hungría es célebre por sus baños termales. Pero el arquitecto no se inspiró en las termas de Budapest, sino en un onsen, las aguas termales al aire libre en Japón. Fue en 2003, cuando estudiaba arquitectura sostenible en Tokio.

Y, curiosamente, afirma haberse inspirado también en el aikido, un arte marcial en el que gana el que sepa aprovechar la potencia desplegada por el adversario.

«Se utiliza la fuerza del otro en provecho propio», describe Matyas Gutai. «Impregnándome de esta técnica me fui interesando cada vez más por el agua, que no opone resistencia, sino que responde de otra manera, con inteligencia» cuando se encuentra bloqueada.

Mientras el arquitecto prueba su invento en Hungría, esta semana en Ginebra se intenta allanar el camino de cara a la conferencia de París sobre el clima que se celebra a finales de año.

Las conversaciones intermedias, celebradas bajo los auspicios de la ONU, tienen como objetivo lograr a fines de año en la capital francesa el acuerdo más ambicioso jamás firmado para luchar contra el calentamiento global, un pacto que tomará el relevo del protocolo de Kioto a partir de 2020.