Giant Devil Ray is hauled in as bycatch by an Iranian flagged vessel fishing for tuna in the Northern Indian Ocean. These vessels often fish for tuna with 7 mile long gill nets, fishing with a gill net over 1.5 miles is illegal. Greenpeace is in the Northern Indian Ocean to bear witness to the destructive fishing practices of under documented fishing fleets which it is estimated cause the bycatch of 80-100,000 cetaceans per year.

Poco sabemos en nuestras latitudes del océano Índico, aunque lamentablemente la industria pesquera sí sabe qué se trae entre manos en este océano. La Unión Europea, especialmente presionada por la industria pesquera francesa y española, está permitiendo que se explote este océano hasta límites insoportables para este amplio conjunto de ecosistemas marinos y millones de personas que dependen del pescado como única fuente de proteína.

Así que aquí van 10 datos de nuestro último informe e investigación “Alto riesgo: Los impactos ambientales y sociales de la pesca destructiva en la alta mar del océano Índico” que ponen los pelos de punta:

  1. La pesca en el océano Índico, tanto en sus aguas costeras como internacionales, representa aproximadamente el 15% de las capturas en todo el mundo. En el océano Índico se captura el 21% de la pesca mundial de atún. 
  2. Según la información disponible, alrededor de un tercio de las poblaciones de peces evaluadas en el Océano Índico se consideran sobrepescadas. Y eso teniendo en cuenta la ausencia de datos científicos.
  3. En el transcurso de una investigación de tres semanas al norte del Índico en febrero de 2021, el barco de Greenpeace Arctic Sunrise ha documentado la pesquería iraní con redes de deriva. Greenpeace ha sido testigo del uso de estas redes de enmalle, con siete barcos que crearon dos paredes de redes de más de 33 kilómetros de largo. El equivalente a 2.357 autobuses, uno detrás de otro.
  4. Las gigantescas redes de deriva, descritas como “paredes de la muerte” y prohibidas por las Naciones Unidas desde hace 30 años, continúan utilizándose ampliamente en el Índico. El impacto es tal que las poblaciones de tiburones en el océano Índico han disminuido drásticamente en casi un 85% en los últimos 50 años.
  5. Se estima que desde 1970, la abundancia mundial de tiburones y rayas oceánicas ha disminuido en un 71%. Este agotamiento ha aumentado el riesgo de extinción hasta el punto que las tres cuartas partes de las especies que componen este grupo de animales están amenazados con la extinción.
  6. La abundancia de una especie de raya, la denominada del diablo, ha disminuido en al menos un 85% en los últimos 15 años en el suroeste del Índico.
  7. Hay más de 100 barcos, la mayoría chinos, pescando calamar sin ninguna regulación. Según un informe reciente de WWF, las pesquerías de calamar se han expandido rápidamente en los últimos años, dominada por barcos chinos, con un aumento del 830% en el número de embarcaciones en solo cinco años, de 30 embarcaciones en 2015 a 279 a finales de 2019. Las flotas no son administradas por ningún organismo internacional y, por lo tanto, no están sujetas a límites de captura acordados, cierres de tiempo o área o un sistema de monitoreo internacional.
  8. Las personas en torno al océano Índico representan el 30% de la población mundial y el océano provee a tres mil millones de personas su fuente principal de proteínas. Les estamos robando su fuente de alimento.
  9. El impacto de la pesca con redes de deriva con captura accidental de cetáceos en el Índico supone un total acumulado de 4,1 millones de delfines muertos en redes de deriva entre 1950 y 2018. Se estima que esta captura incidental alcanzó un máximo de casi 100.000 cetáceos al año durante el período 2004-2006, pero ha disminuido en más del 15% desde entonces, una disminución que bien podría reflejar la fuerte reducción en el tamaño de la población debido a estos impactos.
  10. Las prácticas de pesca destructivas, en particular los sistemas de agregación de peces (conocidos como FADs que son objetos o basura flotante diseñados para atraer peces) plantados por flotas europeas y que están alterando los hábitats del océano Índico occidental a una escala sin precedentes. En 2014, se estimó que el número total de FADs a la deriva en el océano Índico había aumentado en aproximadamente un 70% desde principios de la década de 2000 y podría haber llegado a 14.000. El número anual de atunes de aleta amarilla (rabil) capturados con estos FADs, pasó de menos de cuatro millones en 1991 a más de 20 millones en 2013.
La raya diablo gigante es transportada como captura incidental por un barco de bandera iraní que pesca atún en el norte del Océano Índico..

Las pesquerías están siendo muy mal gestionadas por débiles decisiones políticas e instituciones que; incluso recientemente en la Comisión del Atún del océano Índico (IOTC, en sus siglas en inglés), la presión de la industria europea (especialmente por la presión de Francia y España), provocó que en la reunión no se acordara ninguna medida para combatir la sobrepesca. Actualmente, no existe un marco general o integral para proteger la vida marina en alta mar, a pesar de que el 64% de nuestros océanos se encuentran más allá de la jurisdicción nacional de cualquier nación.

El régimen actual que rige la alta mar es anticuado, ineficaz, lleno de lagunas y profundamente injusto. Permite que un puñado de gobiernos que apoyan intereses corporativos estrechos exploten los recursos oceánicos. Además de la necesidad de reformar fundamentalmente las Organizaciones Regionales de Pesca, su gestión en silos aislados y sus continuos fallos para proteger y restaurar la biodiversidad marina significan que es imperativo el progreso político urgente para finalizar el Tratado Global de los océanos.

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