A container ship emntters the port of Buenaventura, Valle del Cauca department, Colombia, on March 25, 2014. Buenaventura, Colombia's main seaport on the Pacific coast, has been wreaked by a strong wave of violence for several months caused by disputes over the control of the region between criminal gangs, which ended up with the militarization of the area last week. In 2013 Buenaventura registered a rate of 49.6 homicides per 100 thousand inhabitants, above Colombia's average of 31 per 100 thousand, according to figures given by the Office of the Ombudsman. AFP PHOTO / LUIS ROBAYO (Photo by LUIS ROBAYO / AFP)

Es el caso de la Planta de Regasificación del Pacífico, megaproyecto de 700 millones de dólares que podría estimular la importación de dicho gas, y en el que sus promotores ya están previendo que el gasoducto a la red nacional no podrá concluir a tiempo, pero sí la planta de regasificación, que de forma inédita y pragmática plantea como mitigación temporal usar camiones, es decir realizarlo a cualquier costo e impacto ambiental.
 

Aquí el gas ya no es natural, pues el proceso de transporte ha agregado tantas emisiones para su habilitación, que pasará a ser uno de los mayores aportes a nuevas emisiones del futuro de la sociedad colombiana.
 

Llama la atención que en la exploración de gas natural por técnicas como el fracking sea necesario considerar afectaciones ambientales locales y globales en todo su ciclo de vida útil, aspecto apenas coherente con el compromiso de Colombia de lograr ser un país carbono neutro antes de 20501 y recientemente adherido a la Agenda Climática.


Sin embargo en la megaplanta no sucede lo mismo, ya que se desconoce el proceso necesario para generar el gas natural licuado con precios artificiales fijados en los mercados de Europa y Asia que aún no reflejan el impacto ambiental agregado en la cadena más extensa de distribución, desde países africanos y árabes con dudosos compromisos ambientales equivalentes hasta el mercado colombiano.
 

Puedes ver: ¿Qué es el gas líquido y para qué sirve?.
 

Si se siguen las mismas exigencias que se realizan y se han consensuado adoptar en las exploraciones de gas natural fracking(actualmente en observación científica para su adopción en el país), soportadas en los retos importantes de aportar reservas de gas natural a mediano y largo plazo, veríamos un desequilibrio en los nuevos megaproyectos de regasificación con un énfasis en abastecimiento de reserva que contradice la búsqueda de nivelación de la balanza de pagos del país.
 

En vez de invertir en estimular la exportación del gas natural colombiano, se privilegian megainversiones de plantas de regasificación que nos vuelven más dependientes de los mercados internacionales, además de estímulos absurdos como las generosas deducciones tributarias a estas inversiones (versiones actuales de contratos de estabilidad jurídica o zonas francas uniempresariales), verdaderos ejemplos de personalización de beneficios, en un país acostumbrado a los privilegios dirigidos hacia grupos reducidos sobrerrepresentados en los accesos a tratamientos inaccesibles para cualquier microempresa asociada con el sector de gas natural colombiano.
 

Mientras en el mundo desarrollado se sustituye el gas natural en la generación de energía eléctrica, en Colombia se estimula adicionando bloqueos tecnológicos artificiales para usar el Puerto de Buenaventura no para exportar gas natural, sino para importarlo.


Lo que requiere dicho puerto es ser dotado de capacidad para exportar el gas natural, a través del gasoducto aprovechando la gran capacidad de obtener primas de precio por emisiones evitadas en el mercado internacional de este energético en cadena de producción. Sumado a que este mercado de gas natural licuado marítimo internacional opera en condiciones geopolíticas artificiales ante la ausencia de demanda e inestables condiciones de acceso al mercado internacional.
 

Por esta razón, el proyecto de regasificación del Pacífico quedó al revés; muy poco le importa al país tener gas importado, lo más importante es crear un hub o centro de exportación de gas licuado del petróleo (GLP) hacia Asia donde aún usan este gas natural de forma extensiva, y usar la infraestructura en periodos de contingencia inusuales como receptor de gas importado.
 

El país falla al avanzar en este megaproyecto dada su capacidad de restringir el mercado nacional de exportar gas natural, donde aún se tienen varias opciones de desarrollo territorial y donde la industria generaría encadenamientos con un impacto real en generación de nuevas exportaciones de energéticos con mayor sofisticación al mercado asiático.
 

Puedes leer: Método matemático ayudaría a prevenir desastres químicos en plantas industriales.
 

“En los mercados internacionales los grandes consumidores de gas natural licuado (LNG), son las grandes potencias asiáticas, por lo que sería una forma de equilibrar la balanza comercial de pagos actualmente fuertemente deficitaria con países asiáticos entre ellos Corea, Japón y China” (JKM Index).
 

Por lo tanto, es una oportunidad de enviar carga marítima con algún valor agregado hacia Asia desde donde hoy solo viaja hacia el interior del país.
 

El uso industrial de gas natural como energético de transición requiere coherencia en su cadena de suministro para mantenerla competitiva, circular y sostenible, de lo contrario, se estarían desplazando las emisiones desde las generadas en las industrias hasta las generadas en su transporte. El gas natural americano que se irá incorporando al mercado mundial implica costos rígidos crecientes pues la demanda no crecerá más allá de una tasa de sostenimiento, cualquier posibilidad de nuevos mercados que habilite puntos de consumo y no de producción será presa fácil para ceder mercado energético nacional.
 

Mientras tanto el verdadero problema colombiano será encontrar usos a los nuevos yacimientos de gas natural en proceso de incorporación de los próximos años y con la realidad de reducción de plantas térmicas de generación de energía ante la llegada real de las energías renovables.
 

La contradicción frente al negocio


Colombia contradice las tendencias mundiales que muestran un desmantelamiento lento de este tipo de infraestructura para generar energía eléctrica, por eso siguen entrando plantas contaminantes con este fin, como las dos ingresadas este año usando GLP.
 

En los mercados asiáticos están los únicos nuevos consumidores de gas natural licuado.


Recordemos que en el conflicto geopolítico en Alemania ante la llegada del gasoducto submarino Nordstream 2 desde Rusia, la reacción radical de Estados Unidos fue exigir a Alemania la apertura de su mercado gasífero con una nueva planta de regasificación para exportar gas americano. Es decir, estas plantas las patrocinan quienes exportan el gas natural, no quien lo consume como se ha pretendido realizar en Colombia.


Aquí nuevamente los negocios que soportan estas infraestructuras colosales se proyectan sobre hechos pasados inválidos ante los cambios tecnológicos presentes y, más grave aún, condenando al país a una limitación en la exportación de gas natural que debería ser la principal vocación de quien promueva este megaproyecto en el Pacífico.


Los recursos del país son tan escasos en estos momentos, que lo racional sería primero construir el gasoducto y brindar conexiones a los habitantes de Buenaventura, avanzar luego con la modernización del Puerto y después darles oportunidad a los productores nacionales de exportar gas natural; pero esto debería darse una vez construido el gasoducto hasta al Puerto, tal como se ha venido realizando en Perú y Bolivia para desarrollarse sobre una política de gasificación del consumo y privilegiar la exportación de gas natural.
 

Puedes ver:https://www.youtube.com/embed/ZX2UJa_VCzc

Aunque en un mercado amplio esta situación sería normal, las iniciativas buscan cubrir el mismo mercado, que a su vez se irá reduciendo si se cumplen los compromisos ambientales asumidos por el país.
 

Es el caso de la Planta de Regasificación del Pacífico, megaproyecto de 700 millones de dólares que podría estimular la importación de dicho gas, y en el que sus promotores ya están previendo que el gasoducto a la red nacional no podrá concluir a tiempo, pero sí la planta de regasificación, que de forma inédita y pragmática plantea como mitigación temporal usar camiones, es decir realizarlo a cualquier costo e impacto ambiental.
 

Aquí el gas ya no es natural, pues el proceso de transporte ha agregado tantas emisiones para su habilitación, que pasará a ser uno de los mayores aportes a nuevas emisiones del futuro de la sociedad colombiana.
 

Llama la atención que en la exploración de gas natural por técnicas como el fracking sea necesario considerar afectaciones ambientales locales y globales en todo su ciclo de vida útil, aspecto apenas coherente con el compromiso de Colombia de lograr ser un país carbono neutro antes de 20501 y recientemente adherido a la Agenda Climática.


Sin embargo en la megaplanta no sucede lo mismo, ya que se desconoce el proceso necesario para generar el gas natural licuado con precios artificiales fijados en los mercados de Europa y Asia que aún no reflejan el impacto ambiental agregado en la cadena más extensa de distribución, desde países africanos y árabes con dudosos compromisos ambientales equivalentes hasta el mercado colombiano.
 

Puedes ver: ¿Qué es el gas líquido y para qué sirve?.
 

Si se siguen las mismas exigencias que se realizan y se han consensuado adoptar en las exploraciones de gas natural fracking(actualmente en observación científica para su adopción en el país), soportadas en los retos importantes de aportar reservas de gas natural a mediano y largo plazo, veríamos un desequilibrio en los nuevos megaproyectos de regasificación con un énfasis en abastecimiento de reserva que contradice la búsqueda de nivelación de la balanza de pagos del país.
 

En vez de invertir en estimular la exportación del gas natural colombiano, se privilegian megainversiones de plantas de regasificación que nos vuelven más dependientes de los mercados internacionales, además de estímulos absurdos como las generosas deducciones tributarias a estas inversiones (versiones actuales de contratos de estabilidad jurídica o zonas francas uniempresariales), verdaderos ejemplos de personalización de beneficios, en un país acostumbrado a los privilegios dirigidos hacia grupos reducidos sobrerrepresentados en los accesos a tratamientos inaccesibles para cualquier microempresa asociada con el sector de gas natural colombiano.
 

Mientras en el mundo desarrollado se sustituye el gas natural en la generación de energía eléctrica, en Colombia se estimula adicionando bloqueos tecnológicos artificiales para usar el Puerto de Buenaventura no para exportar gas natural, sino para importarlo.


Lo que requiere dicho puerto es ser dotado de capacidad para exportar el gas natural, a través del gasoducto aprovechando la gran capacidad de obtener primas de precio por emisiones evitadas en el mercado internacional de este energético en cadena de producción. Sumado a que este mercado de gas natural licuado marítimo internacional opera en condiciones geopolíticas artificiales ante la ausencia de demanda e inestables condiciones de acceso al mercado internacional.
 

Por esta razón, el proyecto de regasificación del Pacífico quedó al revés; muy poco le importa al país tener gas importado, lo más importante es crear un hub o centro de exportación de gas licuado del petróleo (GLP) hacia Asia donde aún usan este gas natural de forma extensiva, y usar la infraestructura en periodos de contingencia inusuales como receptor de gas importado.
 

El país falla al avanzar en este megaproyecto dada su capacidad de restringir el mercado nacional de exportar gas natural, donde aún se tienen varias opciones de desarrollo territorial y donde la industria generaría encadenamientos con un impacto real en generación de nuevas exportaciones de energéticos con mayor sofisticación al mercado asiático.
 

Puedes leer: Método matemático ayudaría a prevenir desastres químicos en plantas industriales.
 

“En los mercados internacionales los grandes consumidores de gas natural licuado (LNG), son las grandes potencias asiáticas, por lo que sería una forma de equilibrar la balanza comercial de pagos actualmente fuertemente deficitaria con países asiáticos entre ellos Corea, Japón y China” (JKM Index).
 

Por lo tanto, es una oportunidad de enviar carga marítima con algún valor agregado hacia Asia desde donde hoy solo viaja hacia el interior del país.
 

El uso industrial de gas natural como energético de transición requiere coherencia en su cadena de suministro para mantenerla competitiva, circular y sostenible, de lo contrario, se estarían desplazando las emisiones desde las generadas en las industrias hasta las generadas en su transporte. El gas natural americano que se irá incorporando al mercado mundial implica costos rígidos crecientes pues la demanda no crecerá más allá de una tasa de sostenimiento, cualquier posibilidad de nuevos mercados que habilite puntos de consumo y no de producción será presa fácil para ceder mercado energético nacional.
 

Mientras tanto el verdadero problema colombiano será encontrar usos a los nuevos yacimientos de gas natural en proceso de incorporación de los próximos años y con la realidad de reducción de plantas térmicas de generación de energía ante la llegada real de las energías renovables.
 

La contradicción frente al negocio


Colombia contradice las tendencias mundiales que muestran un desmantelamiento lento de este tipo de infraestructura para generar energía eléctrica, por eso siguen entrando plantas contaminantes con este fin, como las dos ingresadas este año usando GLP.
 

En los mercados asiáticos están los únicos nuevos consumidores de gas natural licuado.


Recordemos que en el conflicto geopolítico en Alemania ante la llegada del gasoducto submarino Nordstream 2 desde Rusia, la reacción radical de Estados Unidos fue exigir a Alemania la apertura de su mercado gasífero con una nueva planta de regasificación para exportar gas americano. Es decir, estas plantas las patrocinan quienes exportan el gas natural, no quien lo consume como se ha pretendido realizar en Colombia.


Aquí nuevamente los negocios que soportan estas infraestructuras colosales se proyectan sobre hechos pasados inválidos ante los cambios tecnológicos presentes y, más grave aún, condenando al país a una limitación en la exportación de gas natural que debería ser la principal vocación de quien promueva este megaproyecto en el Pacífico.


Los recursos del país son tan escasos en estos momentos, que lo racional sería primero construir el gasoducto y brindar conexiones a los habitantes de Buenaventura, avanzar luego con la modernización del Puerto y después darles oportunidad a los productores nacionales de exportar gas natural; pero esto debería darse una vez construido el gasoducto hasta al Puerto, tal como se ha venido realizando en Perú y Bolivia para desarrollarse sobre una política de gasificación del consumo y privilegiar la exportación de gas natural.


 

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