“La planificación de los recursos –como el agua en este caso– es una herramienta importante que permite conocer sus características y relacionar los diferentes ciclos naturales que se presentan en este espacio”. 

Así lo asegura la ingeniera civil Angélica Betancourth Arias, magíster en Ingeniería – Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, quien evaluó el impacto de los sedimentos en la planificación de los recursos hídricos, tomando como caso de estudio la cuenca Campoalegre.

En su tesis evidencia que una de las principales fallas de otras mediciones es que no tienen en cuenta son los sedimentos, que son las partículas de tierra arrastradas por la lluvia y que pueden representar algunas afectaciones graves.

Según la magíster, con el tiempo estos sedimentos pueden cambiar las características del agua, pues en algunos casos la pueden contaminar con pesticidas, químicos o abonos orgánicos de la tierra. Además, cuanto más sólido disuelto tenga el agua, más costosos serán los procesos de tratamiento, que afectan además los microambientes del recurso hídrico.

En su estudio, la investigadora construyó y validó un modelo en el que se plantearon cuatro escenarios: el primero, de base, con las condiciones actuales; otro en el cual el clima era afectado por las proyecciones de cambio climático; un tercero, que era un escenario ideal, en el que se proponen coberturas y usos de suelo según la demanda, y por último uno escenario según las proyecciones agrícolas, pecuarias y de abastecimiento de la región.

“Modelamos la erosión de las laderas de la cuenca y con eso tuvimos un volumen de sedimento, a partir del cual pudimos dimensionar cuánto de este se produce. También hicimos una planificación para calcular cuánta agua se gasta en esa cuenca y cuánta se necesita en cultivos, pastos y gastos domésticos, entre otros”, detalla.

Intervención en el río

La cuenca del río Campoalegre se encuentra en la cordillera Central colombiana, donde se desarrollan usos agrícolas, pecuarios, hidroeléctricos y de abastecimiento, entre otros. Por ejemplo, esta cuenca surte los acueductos Empocaldas, Empocabal y al Comité de Cafeteros (zona rural), y se realiza aprovechamiento hidroeléctrico por parte de la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec).

Esta cuenca transporta grandes volúmenes de agua de forma natural, y así mismo, grandes cantidades de sedimentos. Allí el cambio climático también es un factor que estaría alterando las dinámicas de la cuenca, y para la zona del Eje Cafetero se espera un aumento en las precipitaciones, lo que implica mayores niveles de sedimento.

“La cuenca está tendiendo a crecer, por lo que se recomienda realizar un ejercicio continuo de proyección de esa demanda, un estudio que se debe contrastar con la disponibilidad del recurso hídrico para evitar impactos negativos, sobre todo en temporadas secas”, recomienda la investigadora.

En su concepto, un crecimiento descontrolado del consumo del agua traería grandes impactos sobre los ríos de la cuenca, que de por sí ya se encuentran bajo una moderada presión hídrica.

“El conocimiento de esta cuenca es muy importante para generar un aprovechamiento sostenible, de manera que se tenga una adaptación exitosa al momento de la presión hídrica”, concluye.

(Por: fin/SMC/MLA/LOF)

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