A esta conclusión llegó un grupo de más de 100 expertos temáticos y sabedores de pueblos y comunidades indígenas, negras, afrodescendientes, palenqueros, raizales, campesinas y locales de todas las regiones de Colombia, quienes por cerca de 4 años dedicaron al menos 93 mil horas de trabajo voluntario, con el fin de reunir y analizar más de 1.500 fuentes de información científica secundaria, asociada a ecosistemas terrestres, de agua dulce, costeros, marinos e insulares, para elaborar la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos.
Este documento reúne datos estratégicos sobre el estado y tendencias de la diversidad biológica ligada al bienestar de los colombianos, evidenciando trayectorias de cambio y futuros posibles del país y tendrá vigencia hasta el 2050.
La Evaluación está compuesta por seis capítulos temáticos que repasan el Estado de la biodiversidad en Colombia; las Contribuciones de la naturaleza para la gente; la Diversidad biocultural: conocimientos y prácticas para el cuidado de la vida en territorios indígenas y comunidades locales; los Motores directos de transformación y pérdida de biodiversidad y de contribuciones de la naturaleza para la gente; las Políticas, las Instituciones y la Gobernanza; y los Escenarios futuros de biodiversidad y servicios ecosistémicos en Colombia.
En este proceso científico el respaldo académico fue crucial. Dado el número de fuentes, tipos de estudios y formas de conocimiento revisados, la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) -metodología bajo la cual se construyó la Evaluación Nacional- establece niveles de confianza asociados a cada uno de los hallazgos incluidos y a las afirmaciones principales obtenidas. Para el caso colombiano, los expertos basaron sus conclusiones principales en la cantidad de las pruebas (datos, teoría, modelos y opiniones expertas) y su nivel de concordancia.
Cabe destacar que Colombia es el primer país en publicar su Evaluación Nacional de Biodiversidad tras un proceso que inició a la par con Camerún, Vietnam, Etiopía, Azeirbyán, Bosnia-Herzegovina, Granada y Camboya. De igual manera, es pionera al incluir un capítulo exclusivo para resaltar el conocimiento y perspectivas de los pueblos indígenas, afrodescendientes y las comunidades locales, que fueron involucrados en el proceso por medio de talleres participativos.
Colombia es el primer país en publicar su Evaluación Nacional de Biodiversidad Foto: Instituto Humboldt.
A continuación, se presentan algunos de los principales hallazgos, conclusiones y recomendaciones identificadas por el equipo de autores, con el fin de apoyar la formulación e implementación de políticas y la construcción de capacidades requeridas con la intención de fortalecer las instituciones y responder así al reto de proteger y conservar el patrimonio biocultural, garantizando la sostenibilidad ambiental territorial y la provisión de las contribuciones de la naturaleza para el bienestar de la sociedad:
Numerosas especies de animales y plantas han desaparecido, otras están en estado crítico o son amenazadas por la degradación de los ecosistemas por actividades humanas legales e ilegales. A pesar de la gravedad de la situación, solo se ha evaluado la pérdida real de una fracción muy pequeña de algunos grupos de animales y plantas, sin que se tenga conocimiento preciso de las pérdidas en ecosistemas, genes y funciones, información requerida para implementar medidas de conservación. Las estrategias para estas tendencias, sugieren los expertos, deben enfocarse en continuar el monitoreo y ampliar el conocimiento del estado de amenaza, acudiendo a las competencias científicas y a las tradicionales de las comunidades que habitan las distintas regiones del país.
Son relativamente pocas las investigaciones disponibles sobre la evaluación del estado actual de la diversidad biológica en el país. La mayor parte del esfuerzo realizado en términos de estudios de biodiversidad se ha concentrado en la exploración de nuevas especies, con muchas menos iniciativas o estudios con énfasis en cuantificar o cualificar las pérdidas. En su mayoría los casos documentados se encuentran en las evaluaciones de los libros rojos. Sobre los invertebrados terrestres, por ejemplo, se analizó sólo el 0.3% de las especies conocidas de mariposas, polillas, abejas, avispas, escarabajos y arácnidos. Para algunos grupos biológicos como hongos, no hay muchos registros, estudios o listas de especies que indiquen su grado de amenaza o pérdida de especies.
Si bien en grupos como los vertebrados existe mayor representatividad en relación con las especies evaluadas, el trabajo realizado no cuenta con una periodicidad programada que permita hacer seguimiento al estado y cambios de esta biodiversidad. En el caso de las evaluaciones ambientales y de paisaje, estas se basan en su mayoría en estimaciones de pérdida de cobertura boscosa, sin analizar otros componentes de los ecosistemas. Los expertos sugieren considerar el conocimiento tradicional, frecuentemente no incluido en relación con la pérdida de la diversidad, pues son las comunidades quienes, por estar en el territorio mismo, pueden dar alertas e incluso tempranas sobre las especies y ecosistemas con cambios o que han desaparecido de su entorno.
Caracara norteño (Caracara cheriway). Es una ave de tierras ganaderas, carroñera, oportunistas y a menudo recurre a la piratería.
Hay disminución de la diversidad genética que afecta negativamente la habilidad de las especies para adaptarse a ambientes y ecosistemas. No obstante, se cuenta con información genética sobre pocas de las especies presentes en Colombia. La brecha entre el conocimiento de especies y el conocimiento de su diversidad genética es amplia. Se tiene información genética de solo 1% de especies de plantas, 4% de las especies de insectos, 8% de las especies de aves, 3% de las especies de peces, 12% de las especies de anfibios, 5% de las especies de reptiles y 5% de las especies de mamíferos. La ausencia de esta información impide evaluar la viabilidad de las poblaciones y limita el uso sostenible de los recursos genéticos.
Entre 2002 a 2017 pasamos de 34 a 53 especies de peces de agua dulce con algún tipo de amenaza y de 28 a 56 de mar. Según los libros rojos, en Colombia se reconoce que el 90% de los recursos hidrobiológicos continentales está en el máximo nivel de aprovechamiento sostenible, y para algunas poblaciones incluso se ha sobrepasado. Sumado a lo anterior, se confirma una pérdida de ecosistemas y biodiversidad marina y dulceacuícola. Esta situación es evidente en la crisis biológica de las cuencas del Magdalena—Cauca, San Jorge y Sinú, que han reducido sus aportes pesqueros hasta en un 85%. De las 490 especies de peces de agua dulce de interés pesquero u ornamental reportadas para Colombia, 9,6% (47 especies) presentan algún grado de amenaza. Así que la sobrepesca, si bien es una de las razones para la disminución del tamaño de las poblaciones y los volúmenes de captura, no es el principal motor. Otros factores como la pérdida y degradación de hábitat, pueden representar los principales motores detrás de dichas disminuciones.
La pérdida y degradación de hábitats (terrestres, dulceacuícolas y marinos) son los principales motores directos de transformación y disminución de biodiversidad en Colombia. Los motores de mayor incidencia en la transformación de distintos ecosistemas del país se encuentran vinculados al cambio en el uso del suelo por expansión de la frontera agrícola y ganadera, consolidación de enclaves productivos como el cultivo de palma de aceite o el desarrollo petrolero en el caso de los llanos orientales, proyectos de infraestructura, en especial vías, y la expansión urbana. En particular, la deforestación amenaza la contribución de la naturaleza relacionada con la regulación climática. Aún más, el cambio climático está acelerando cambios en la biodiversidad y la pérdida de las contribuciones de la naturaleza para la gente en todo el territorio nacional.
La deforestación es el principal motor asociado a la pérdida de biodiversidad y de servicios ecosistémicos en Colombia. La mayor tasa de deforestación actual se encuentra en la región de la Amazonia. Actualmente, la ganadería extensiva representa el principal uso de las tierras deforestadas, tanto en los bosques húmedos de la Amazonia, como en las sabanas de la Orinoquia y en los páramos. Se estima que se usan más de 34 millones de hectáreas (ha) para la ganadería (con una vocación ganadera del suelo de sólo 15 millones de ha), cinco millones de hectáreas para actividades agrícolas; y 568.000 ha para plantaciones forestales. Si la deforestación continúa en aumento, a 2030 Colombia podría perderse alrededor de 1,5 billones de pesos del Producto Interno Bruto (PIB) y entre 1.034 y 1.670 millones de pesos en ahorros genuinos; según estimaciones del BID, en 2014 se contaba con 58,8 millones de ha de bosque, mientras que a 2030 la cifra podría reducirse a 48,8 millones de ha.
*Descargo de responsabilidad. La información presentada en el presente boletín hace parte de los resultados de la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, proceso de carácter independiente adelantado por 105 expertos, y no supone la expresión de opinión alguna, sea cual fuere, por parte del Instituto Humboldt.
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