Las aguas del Paraná -el segundo río más largo de Suramérica- se encuentran en su pico más bajo desde 1944, y el Gobierno argentino prevé que afecte el abastecimiento y calidad del agua potable, la navegación y las operaciones de puerto, el ecosistema, la fauna íctica y la generación de energía hidroeléctrica.
El Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) recomendó en un comunicado ahorrar agua en el consumo diario y mantener constantes medidas de higiene, es decir, no acumular basura y controlar los insectos y cualquier tipo de plagas.
También pidió no realizar quema de basura, pastizales o cualquier corteza vegetal, para reducir las posibilidades de provocar incendios forestales y almacenar agua de lluvia y utilizarla para regar.
Y recordó tener siempre a mano los números de protección civil, bomberos y policías de la zona.
Mitigar posibles consecuencias
Las medidas son para mitigar las posibles consecuencias sobre la población y el ambiente en las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y Misiones.
En tanto, una reunión del Comité de Crisis Permanente que se conformó para monitorear el descenso del nivel de las aguas del río Paraná puso en marcha el viernes pasado un conjunto de procedimientos estipulados en el SINAGIR para contener las consecuencias de la bajante.
Y definió un Fondo de Emergencia Hídrica de 1000 millones de pesos (10,4 millones de dólares), que el Ministerio de Obras Públicas destinará a la asistencia de las provincias y localidades afectadas.
Centrales nucleares afectadas
La caída del caudal afecta la operación de las centrales nucleares de Embalse y Atucha I y II, por lo que la empresa Nucleoeléctrica Argentina, que las opera, informó la adquisición de tres bombas flotantes a fin de asegurar la refrigeración de los sistemas de las unidades y la instrumentación de las bombas para obtener una alerta temprana de su comportamiento en el período de sequía extrema.
Las medidas también incluyen que la Secretaría de Energía está realizando compras de combustibles líquidos y gas natural licuado con un criterio de reserva ante imprevistos.
A su vez, la Bolsa de Comercio de Rosario calculó en un informe que en el semestre que va desde marzo a agosto de 2021 la sequía del Paraná, principal vía de salida de los productos del complejo agroindustrial argentino debido a que integra la Hidrovía Paraná-Paraguay, generaría pérdidas a la cadena de valor granaria del país del orden de los 315 millones de dólares.
El descenso del nivel de las aguas del Paraná es el más importante en los últimos 77 años y el Gobierno indicó como los “factores determinantes” el déficit de precipitaciones en las cuencas brasileñas del río Paraná y del río Iguazú e indicó que desde 2019 las precipitaciones en la cuenca han estado por debajo de las medias mensuales de los últimos diez años. EFEverde