Madrid, 7 nov (EFE).- Las Cumbres del Clima tal y como son ahora, “no aportan un avance en cuanto a la emergencia climática”, porque se “sigue intentando crear vacíos legales”, asegura la activista sueca Greta Thunberg que, no obstante, seguirán asistiendo a ellas “porque son una oportunidad para movilizar a la población y poner el foco en lo que está sucediendo” y en lo que no se hace.
Así lo ha señalado Thunberg en una entrevista con el periodista Fernando González “Gonzo” en el programa Salvados de La Sexta en la que ha indicado que en la COP26, se dirán “cosas que suenen bien y quedan bien por escrito, teniendo pequeñas y simbólicas victorias que no significan tanto en realidad, pero quedan bien sobre el papel para que (los dirigentes) puedan decir ‘estamos haciendo algo’”.
En su opinión, mientras no haya más gente que salga y presione al máximo, mientras los medios de comunicación y las autoridades no presionen a los políticos, lo más probable es que se salgan con la suya”.
A pesar de que se acuerden objetivos de reducción de emisiones vinculantes en la Cumbre del Clima (COP26) de Glasgow (Reino Unido), está convencida de que “se está lejos” de atajar la crisis climática hasta que no se trate la emergencia climática como tal, y anuncios como la reducción a la mitad las emisiones en 2050 no tienen la magnitud que debería, porque “cuando entras en detalle, no es gran cosa, aunque suene bien, porque hay tantos vacíos legales y tantas posibilidades de posponer acciones, mientras siguen usando el presupuesto de dióxido de carbono”.
Sostiene que los países asisten a estas cumbres “de manera simbólica”, porque si no asistieran “les reprocharían que no les importa” la crisis climática, entonces asisten para “fingir su importancia”. “Así funcionan las cosas”, asegura.
Sobre el mercado de carbono señala que difícilmente se podrá atajar la crisis climática sin atajar la causa principal: la desigualdad entre países ricos y pobres e ignorar el hecho de que hay una “deuda histórica”, y asegura que “la inacción es más cara que la acción”, por ello, le parece extraño que se reduzca el problema a una cuestión de dinero cuando, en realidad, lo que está en riesgo es innumerable vidas humanas.
En relación a la justicia climática, dice, que la cuestión es en realidad “acción climática y puestos de trabajo o nada”, sin dejar a nadie atrás.
Sobre la ampliación del aeropuerto de Barcelona, dice que solo es necesario “ver las cifras y sumar uno más uno” el uso de los combustibles fósiles y el calentamiento global. “Muchos datos obligarían a romper muchos de los contratos económicos ya firmados y eso, en este sistema, no es posible”.
El “greenwashing” o ecoblanqueo “es cada vez más frecuente y más intenso” y para la gente que no es consciente de ello puede ser muy difícil distinguir entre acción real y ecoblanqueo, “lo que lo hace más peligroso”.
Asegura que algunas marcas han intentado captarle para ser su imagen ofreciéndole mucho dinero, aunque no especifica la cantidad porque declina cualquier propuesta, mientras otras sencillamente “sin autorización” la utilizan para su publicidad como algunas empresas de automóviles, de ropa, entre otras.
Sostiene que ahora es más cuidadosa con sus críticas porque todo lo que diga “puede ser tergiversado”, ahora que “se analiza palabra por palabra” sus discursos o críticas “pueden darles la vuelta y perjudicarme”. Tal vez, dice, es porque “soy autista y quiero ser auténtica y sincera”.
Sobre los negacionistas del cambio climático, manifiesta que los hay en todas partes, y en cierta forma la mayoría de gente es negacionista de la crisis climática” porque no estamos actuando como si existiese una crisis climática. Además, señala, existen estudios sobre la financiación de grandes lobbies para fomentar el negacionismo climático.
Se ríe al escuchar algunas de las “fake news” que se han vertido sobre ella, como que es la sucesora del magnate George Soros o que una iglesia le ha designado sucesora de Jesucristo o que le acusan de ser miembro del Estado islmámico, o que es una gran espía internacional o tiene personas detrás que le van diciendo lo que debe decir.
Dice que el síndrome de Asperberg del que ha sido diagnosticada le ha ayudado para hacer cosas buenas y puede ser “una ventaja en muchas situaciones, aunque entiende que ella lo ha tenido más fácil que otras personas con el mismo diagnostico al estar rodeada de gente que le ayuda y le facilita la adaptación.
En relación al rechazo escolar o “bulling” que sufrió hace unos años, señala que puede ser porque hay gente que no quiera que alcance “tu mayor potencial” o de alguna forma “te tienen miedo”.
Sostiene que algún político de forma individual ha intentado captarle para su formación política, pero no una formación, y asegura que no se dedicaría ahora mismo a la misma según como está.
Cree que la política ha estado muy alejada de la gente corriente y más aún cuando se habla de lucha contra la crisis climática, lo cual puede ser un peligro para la democracia.
Sostiene que a pesar de la fama, su vida no ha cambiado demasiado, “sigo siendo una adolescente, sigo con mi rutina, voy a clases, una vida muy normal”, aunque reconoce que ahora ya no vive con sus padres todo el tiempo, y está en un piso prestado para que la gente no sepa dónde vive.
Asegura que ha recibido amenazas de muerte, pero dice “tengo la suerte de vivir en una parte del mundo donde puedo hacer activismo sin…”, aún así se siente “muy privilegiada por vivir tan segura”.
El asesinato de activistas sociales y climáticos “nos pone en posición de mayor responsabilidad para amplificar la voces de aquellos que se exponen a graves peligros”.
Asegura no piensa en el futuro, y si se cansa de el activismo climático ya buscaría algo a lo que dedicarse.
Se sorprende que su liderato haya durado tanto, aunque si desaparece “tendré que hacerlo de otra manera”, y asegura, que “probablemente seguirá con el activismo”.
En un mensaje a los jóvenes y mirando directamente a la cámara, sostiene que comprende que haya muchos que no entiendan a los activistas climáticos, porque la crisis climática “no existe en el debate público y se trata como un tema político, entre muchos otros temas. Pero si la gente se diese cuenta de los que supone la crisis climática mucha más gente se uniría al movimiento y se sumaría a nosotros en las calles. EFE