Como se esperaba, el Sevilla-Barça fue un partido de alto voltaje, terminado con un empate que dejaba más satisfecho a los locales que los visitantes. Y es que los hombres de Luis Enrique se adelantaron por 0-2 en una primera mitad para enmarcar. Pero un tanto inesperado de los de Unai Emery antes del descanso reavivó el partido y el empate en las postrimerías lo han celebrado como un triunfo. A pesar de ello, el equipo sigue líder con dos puntos más que el Madrid.

Les queda mal sabor de boca a los culés porque el inicio del Barça ha sido esplendoroso. Bien organizado, intenso como es habitual y ambicioso. Dominaba con paciencia ante un Sevilla desbordado. En estas, Leo Messi lo ha vuelto a hacer. En el minuto 14 firmaría un golazo similar al reciente al Almería, de rosca deliciosa al palo largo. Brillaba el Barça, lúcido en la combinación, concentrado en el repliegue en los escasos instantes sin balón. Tenía el partido donde y como quería.

La pareja de centrales formada por Piqué y Mathieu gobernaba una defensa impenetrable; el mediocampo guarnecido por Busquets, Iniesta y Rakitic equilibraba y mandaba con finura, mientras que los tres de delante compartían brillo y esfuerzo. A la media hora, Neymar ejecutó una falta que limpiaría las telarañas de la portería de Sergio Rico. Era el 0-2 de una máquina de generar fútbol.

El segundo gol visitante ha estirado al Sevilla, el partido se ha descontrolado un poco y los de casa se han encontrado con el 1-2 en un disparo lejano de Banega que Bravo no pudo desviar (min 37).

En el minuto 73, Luis Enrique introdujo Xavi por Neymar para mantener el dominio en la medular.

Comandaba la situación el Barça hasta que ha llegado la jarra de agua fría, en el minuto 82. Una pérdida de balón en la salida desde detrás inició el contragolpe de Reyes, prolongado por Aleix Vidal y culminado por Gameiro. Reparto de puntos y la sensación de que el Barça había merecido más en el Sánchez Pizjuán.

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