Rafa González .- Efeverde .- Conocer el entorno natural más próximo, aquel que hizo que las redes sociales se inundaran con instantáneas de gorriones o mariposas en el ya lejano confinamiento, es el objetivo de ‘Naturalistas en zapatillas’, la nueva publicación del divulgador Jose Luis Gallego, que pretende que nos enamoremos de la naturaleza cercana.

Durante el periodo de reclusión en los hogares debido a la pandemia causada por la covid-19 “empecé a recibir consultas de personas que me preguntaban qué pájaro era aquel que veían detrás de su ventana o qué plantas habían aparecido en su calle o jardín”, cuenta Gallego (Barcelona, 1964) en una entrevista con Efe.

En su libro, repasa cuestiones relacionadas con la naturaleza más común, la más próxima, a la que el escritor confiesa que le hemos dedicado «muy poca atención desde el mundo de la divulgación y desde el mundo editorial sobre todo”.

El hechizo de los grandes mamíferos

Todo aquel que se dedica a la divulgación de la naturaleza, reconoce Gallego, “hemos caído en el hechizo y en la fascinación de los grandes mamíferos”, como el lobo, el oso o el lince, o de las grandes rapaces, como el águila imperial o la real, el buitre negro…

Y, ciertamente, agrega, se ha prestado poca atención a lo común porque lo “dejábamos por sabido”, pues “¿a quién le va a interesar el gorrión o la lagartija? ¿Quién puede prestar atención al sapo?”.

Pero resulta “que en eso común y en eso que para nosotros tenía poco de sorprendente radica la verdadera magia de la naturaleza”.

Sólo basta con andar por la calle y, en el rincón «más insospechado», ahí, de repente, «una planta ha decidido romper el asfalto, emerger, salir a la vida».

La belleza de las consideradas como «malas hierbas»

En esas plantas a las que «nosotros no prestamos atención, hay auténticas maravillas y obras de arte» como la correhuela, que «en primavera abre la campanilla y explota» y, aunque se trata de una planta invasora, Gallego deja a un lado ese hecho para fijarse exclusivamente en su belleza.

Hay muchas otras plantas «muy comunes» como, por ejemplo, la lechiterna, que desde siempre e incluso hoy en día los jardineros llaman «malas hierbas», pero «de malas no tienen nada» porque «nos endulzan la mirada y nos ayudan a no olvidar que las ciudades son también naturaleza», indica Gallego.

El ambientalista y divulgador Jose Luis Gallego. EFE/ Imagen cedida

Una oportunidad para la araña, la rata o la cucaracha

Una mirada puesta en la naturaleza más cercana que también tiene en cuenta especies como la araña, la cucaracha o la rata, animales que tienen «mala prensa», pero «si pretendes ser honesto y leal con el lector, no las puedes evitar», apunta.

«Pido al lector y casi le suplico que les dé 30 segundos, un instante siquiera, que lea lo que le voy a contar sobre quién es la cucaracha, el sapo, el pececillo de plata, la araña o, incluso me atrevo a decir, quién es la rata», insiste el autor.Al conocer su biología y algunos aspectos de su evolución «vas a tener que convenir conmigo en que te dará asco, repelús e incluso fobia, pero hay que quitarse el sombrero ante ellas». 

Gallego invita a conocer al menos «qué hay detrás de esas especies a las que tú llamas bichos y que, en realidad, son animales que no han tenido la suerte de ser tan bellos como la mariquita o la ardilla».

El confinamiento que «nos obligó a mirar por la ventana…»

Este divulgador, que con ‘Naturalistas en zapatillas’ (Libros Cúpula, 2022) lleva 30 libros publicados, asegura que «no hay nada positivo en la pandemia de la covid-19», pero reconoce que el confinamiento «nos obligó a mirar por la ventana».

«Cuando ya llevábamos muchos días en casa con nuestros asuntos y afanes, de repente un día descorrimos la cortina y vimos que esa encina, ese plátano o ese almez que tenemos en la calle delante de nuestra vivienda estaba poblado de pajarines», recuerda.«Y, asomándonos al balcón, en la esquina un poquito más abajo de nuestra calle, ahí anidaban las golondrinas… Y que por las paredes de casa corrían unos dragones como los de los cuentos pero más pequeñitos que eran las salamanquesas. Y, como esto, cien mil cosas», rememora. 

Además, valora que durante el confinamiento ocurrió un «hecho milagroso»: la naturaleza fue protagonista de las calles.

«Mucha gente dijo que los animales estaban invadiendo las calles. Mentira. Los animales estaban ahí, eran los mismos. Lo único es que cuando el ser humano se retiró a sus aposentos, los animales salieron al salón», concluye Gallego. EFEverde