Varias instituciones científicas españolas dedicadas a la ecología y la conservación han publicado una carta en la que alertan de los peligros del mantenimiento de gatos callejeros para la protección de la biodiversidad.

Este grupo científico, liderado desde la Universidad Pablo de Olavide y la Estación Biológica de Doñana, advierte de las deficiencias del anteproyecto de Ley de Protección, Derechos y Bienestar Animal que aprobó el Gobierno en febrero, cuyo enfoque entra en conflicto con varias leyes y estrategias europeas para la conservación de la biodiversidad.

La carta ha sido publicada en la revista científica Conservation Science and Practice y en la misma ha participado también personal investigador de la Universidad Miguel Hernández, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-UIB) y el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (CSIC).

Gatos callejeros

El citado anteproyecto de ley presta especial atención a las colonias de gatos sin dueño que se mantienen gracias al aporte continuado de comida y otros cuidados por los ciudadanos.

La ley pretende garantizar la protección y el apoyo de estas colonias, tanto en la cuestión nutricional como veterinaria, a cuenta de las administraciones públicas, y reconocer un estatus oficial a las personas que los cuidan de manera voluntaria, al tiempo que prohíbe su eliminación, reemplazando el sacrificio por el control de fertilidad, que es considerado más ético.

Sin embargo, según la investigadora Martina Carrete, de la Universidad Pablo de Olavide, esta estrategia sólo permite una reducción de la población cuando se aplica a un alto porcentaje de animales, durante periodos largos de tiempo y en lugares cercanos.

Según se ha comprobado en diversos estudios, esta estrategia resulta con frecuencia ineficaz, de modo que al final el control de fertilidad se tiene que perpetuar en el tiempo infinitamente, y en muchas ocasiones el número de gatos ferales no sólo no se reduce, sino que sigue aumentando, tanto en ciudades como en áreas rurales.

«Los gatos domésticos son considerados los depredadores no nativos más dañinos para la biodiversidad; numerosos estudios indican que estuvieron implicados en la extinción de más de una cuarta parte de las extinciones de aves, mamíferos y reptiles en los últimos siglos», señala el investigador Miguel Clavero, de la Estación Biológica de Doñana.

Al contrario de lo que se suele pensar, que un gato esté bien alimentado no significa que no siga cazando y, de hecho, en muchas zonas, los gatos callejeros, son los principales depredadores, ya que sus poblaciones son mucho más abundantes que las de los depredadores silvestres más comunes.

Los impactos sobre la biodiversidad que ocasionan los gatos son especialmente graves en las islas, por lo que la citada ley, según los promotores de la carta, socavará, sin ninguna duda, los planes de conservación de especies endémicas y amenazadas de las Islas Canarias y Baleares.

Los gatos ferales tienen además un papel fundamental en la dinámica de enfermedades debido a la alta densidad de individuos en sus colonias y a sus intensas interacciones entre gatos de la misma colonia y con gatos con dueño.

Fueron, por ejemplo, la fuente del brote de leucemia felina que estuvo a punto de acabar con la población de linces de Doñana en 2007 y son el reservorio de Toxoplasma gondii, un parásito que genera serios problemas de salud pública.

El grupo científico ha liderado también la redacción de las alegaciones al anteproyecto de ley que, según su perspectiva, se deberán tener en cuenta para garantizar que la protección del bienestar animal no choque frontalmente con las estrategias de conservación.

Bienestar animal

Sugieren que, para garantizar el bienestar animal, la ley debería enfocarse exclusivamente en la protección de los animales de compañía, evitando entrar en conflicto con otras normas y estrategias para la conservación de la biodiversidad.

En el caso de los gatos callejeros, creen que se debería reducir los impactos negativos que provocan, minimizando su número en el menor tiempo posible y limitando el acceso al exterior de los gatos domésticos al máximo.

«Es contradictorio que el mismo Ministerio que se compromete a alcanzar los retos de la Agenda 2030, que incluye intentar frenar la pérdida de biodiversidad, esté proponiendo ahora una ley que tiene los efectos contrarios”, afirma la investigadora Martina Carrete. EFEverde