La frontera oceánica del sur de Kenya y Tanzania está salpicada de espesos setos de manglares —sumideros indispensables de carbono y espectaculares ecosistemas repletos de vida— que parecen flotar como en un sueño sobre los lechos de los arroyos y las marismas. Estos robustos árboles y arbustos, así como las comunidades que dependen de ellos, forman parte de los planes de restauración respaldados por la ONU, que también contribuyen a reducir la pobreza y a crear resiliencia económica.

Los manglares son bosques marinos tropicales con un enorme potencial. Protegen las costas de la erosión y las mareas de tormentas; proporcionan alimento y refugio a una gran variedad de fauna y flora silvestres, así como hábitats de cría para peces y crustáceos valiosos para su uso comercial.

Además, son unos grandes aliados de la lucha contra el cambio climático. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que los manglares de todo el mundo retienen en sus raíces, troncos y suelo hasta 22,8 millones de toneladas de carbono cada año.

A pesar de prestar inestimables servicios a las personas y al planeta, los manglares se encuentran en una situación crítica. Junto con los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar y de las temperaturas, los manglares se están agotando porque su madera es valiosa y apreciada por las comunidades costeras ya que es la fuente principal de material para la construcción, el combustible e incluso las medicinas. La urbanización costera desenfrenada y las prácticas agrícolas y acuícolas insostenibles completan la larga lista de peligros para estos bosques marinos.

Amiri Juma Amiri sostiene unas algas recolectadas en su granja, en la aldea de Kibuyuni, condado de Kwale, en Kenya. Amiri cuenta con el apoyo del Instituto Marino y de Pesca de Kenya.

ONU Kenya

Amiri Juma Amiri sostiene unas algas recolectadas en su granja, en la aldea de Kibuyuni, condado de Kwale, en Kenya. Amiri cuenta con el apoyo del Instituto Marino y de Pesca de Kenya.

La ONU y Kenya

Sin embargo, aún hay esperanza para los manglares. En ocasiones, colaboraciones innovadoras pueden conducir a soluciones sostenibles. En los últimos tres años, las agencias de la ONU, el gobierno de Kenya y otros socios han trabajado conjuntamente para poner en marcha varios proyectos de conservación de base comunitaria. Su objetivo es ayudar a combatir la pobreza y proporcionar beneficios climáticos y de biodiversidad, al tiempo que contribuyen a desarrollar la capacidad de recuperación económica de las comunidades de la costa keniana.

Junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Servicio Forestal de Kenya, el Instituto de Investigación Marina y Pesquera de Kenya y sus socios inauguraron recientemente el proyecto Vanga Blue Forests en la bahía costera de Vanga, en el condado de Kwale (al sur de Mombasa), una iniciativa revolucionaria para intercambiar créditos de carbono para la conservación y restauración de manglares.

En la cercana bahía de Gazi, existe un proyecto hermano de Vanga Blue. Lanzada hace dos años, esta iniciativa pionera, conocida como Mikoko Pamoja («Manglares juntos»), recaudó dinero vendiendo créditos de carbono a personas y organizaciones que quieren reducir su huella de carbono, a través de la organización benéfica escocesa ACES. Este proyecto apoya la plantación y conservación de manglares. Los pagos por el «carbono de los manglares» se utilizan en beneficio de la comunidad local.

Mwanarusi Mwafrika, coordinador de Vanga Blue Forests, dijo a Noticias ONU que “algunas especies animales como los dugongos (mamíferos marinos que son primos de manatíes igualmente amenazados) que habían comenzado a desaparecer, ahora ya están regresando. Además, los pescadores reportaron mayores capturas. Esto se debe a los esfuerzos de conservación del medio ambiente que empleamos con los lugareños».

 Contaminación de plásticos en Vanga, una ciudad costera de Kenya.

ONU/Thelma Mwadzaya

Contaminación de plásticos en Vanga, una ciudad costera de Kenya.

Bosques azules, crecimiento verde

El proyecto Vanga Blue Forests se centra en la conservación de los árboles, ya que los habitantes de la zona ya han sembrado los plantones. Se beneficiarán unos 9000 habitantes de los pueblos de Vanga, Jimbo y Kiwegu. Las poblaciones forman «VAJIKI», una asociación forestal comunitaria que supervisa 460 hectáreas de terreno forestal. La aldea de Jimbo ha creado un vivero con 30.000 plantones de mangle viables.

Harith Mohamed, secretario de la asociación comunitaria, cree que la conservación es el rumbo que se debe tomar.

«Si se altera el equilibrio [entre] los manglares y los bosques terrestres, habrá consecuencias», explicó, «los bosques terrestres están arriba, y los manglares están bajo el agua. Así que es importante conservar estos bosques para evitar las inundaciones, porque si el nivel del mar sube, las granjas ya no podrán ser explotadas «.

El proyecto Vanga Blue Forests apoya, asimismo, los procesos de desarrollo sostenible de la comunidad que abordan las necesidades de educación, salud, y agua y saneamiento. En el poco tiempo transcurrido desde su puesta en marcha, se han restaurado unas cinco hectáreas de manglares, y se espera que se sigan restituyendo más.

Además, Vanga Blue ha puesto en marcha proyectos vitales que mejorarán la vida y los medios de subsistencia de miles de personas en las comunidades pesqueras locales; tales como la rehabilitación de una guardería y la renovación de un hospital con nuevos equipos. También se han puesto en marcha iniciativas locales de saneamiento.

Las ciudades, las personas y los océanos

Al igual que los océanos, los manglares son enormes sumideros de carbono. En comparación con otros árboles y bosques terrestres, un solo manglar tiene una capacidad diez veces mayor de absorber las emisiones de carbono. Proteger y mejorar estos bosques elimina y mantiene el dióxido de carbono fuera de la atmósfera.

Asimismo, promueven la resiliencia al cambio climático, según Florian Lux del proyecto Go Blue, una tercera iniciativa de crecimiento azul que se está llevando a cabo a lo largo de la costa sur de Kenya, y que está siendo implementada por el PNUMA y ONU Hábitat y patrocinada por la Unión Europea.

«Me complace que el proyecto Go Blue tenga un componente de restauración de manglares. La protección y el uso sostenible de los manglares ofrece muchas posibilidades de conservar el medio ambiente y de beneficiar a los habitantes locales. El secuestro de carbono proporciona adaptabilidad a las comunidades a lo largo de los océanos», señaló.

El proyecto Go Blue, una iniciativa conjunta para impulsar una economía azul sostenible en los seis condados de la región costera de Kenya, se centra en ayudar a las ciudades y pueblos a hacer frente a los efectos del cambio climático. Entre otras cosas, el programa quiere aprovechar importantes recursos costeros y marinos para dar trabajo a más de 3000 jóvenes y mujeres.

Goodluck Mbaga, ecologista y conservacionista del condado de Kilifi, reitera la importancia de mantener sanos los océanos.

«Es necesario optar por la conservación, especialmente del medio ambiente marino. Los océanos tienen un gran potencial como medio de subsistencia alternativo. Hay más que cosechar del océano que de las actividades terrestres en la vida», dijo, haciéndose eco de la petición del PNUMA de que en lugar de agotar o contaminar estos recursos, debemos desarrollar formas de aprovecharlos y protegerlos.

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