Esta es una historia que necesita de su historia anterior para lograr ser comprendida. En el instante en que Everton Ribeiro convirtió el segundo gol en el estadio José Amalfitani, Flamengo supo que jugaría una final de CONMEBOL Libertadores. La segundo consecutiva. Quizás, frente a Palmeiras, el antiguo retador. O, por ahí, frente a Athletico Paranaense. La fiesta en el Maracaná fue relajada.
A esta altura, es justo admitir que Pedro es uno de los mejores jugadores de la competición. Ha dominado el torneo. Unos 12 goles en 12 partidos. El Erling Haaland de nuestro continente. Construyó el empate para un encuentro que había comenzado con Vélez generando alarmas desde un anticipo de Lucas Pratto. Asistió, con caño previo, a Marinho, para llegar una victoria arrasadora.
Pedro jerarquiza al torneo. Pone a un futbolista top girando por un continente especialista en amar. Su técnica, sus giros, sus lujos, sus definciones, fah, son imposibles de no ver. Y de gustar. Flamengo parte de sus figuras para arribar a esta final de CONMEBOL Libertadores. La serie con Vélez resultó temible: 6 a 1, un general como para que no queden dudas.
La vuelta en Río de Janeiro tuvo sus gracias. Juego, intensidad, orden y alegría del público. Flamengo necesita, quiere y puede su tercera CONMEBOL Libertadores.