La acción climática en África cobra impulso, pero aún se necesita mucho más
Maputo, Mozambique/Ginebra, 8 de septiembre de 2022 (OMM) – El estrés hídrico y los peligros relacionados con el agua, como las sequías fulminantes y las crecidas devastadoras, están castigando duramente a las comunidades, las economías y los ecosistemas africanos.
El régimen de lluvias se ha alterado, los glaciares están desapareciendo y los lagos más importantes se están reduciendo. La mayor demanda de agua, junto con un suministro limitado e imprevisible amenaza con agravar los conflictos y los desplazamientos, según se desprende de un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El informe sobre el estado del clima en África de 2021 proporciona información científica de fuentes autorizadas sobre las tendencias de las temperaturas y otros indicadores climáticos. Muestra cómo los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático están socavando la salud y la seguridad humanas, la seguridad alimentaria e hídrica y el desarrollo socioeconómico. África solo representa entre el 2 % y el 3 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero sufre de forma desproporcionada los resultados.
El informe sobre el estado del clima en África de 2021 se centra especialmente en el agua. Se estima que el elevado estrés hídrico afecta a unos 250 millones de personas en este continente y se prevé que provocará el desplazamiento de hasta 700 millones de personas de aquí a 2030. Probablemente cuatro de cada cinco países africanos no dispondrán de recursos hídricos gestionados de forma sostenible en 2030.
“El empeoramiento de las crisis y la inminente hambruna en el Cuerno de África, asolado por la sequía, muestran cómo el cambio climático puede agravar las crisis hídricas, amenazar la vida de cientos de miles de personas y desestabilizar comunidades, países y regiones enteras”, señaló el profesor Petteri Taalas, Secretario General de la OMM.
“El calentamiento del clima en África ha sido más elevado que la media mundial desde la época preindustrial (1850-1900). Al mismo tiempo, el aumento del nivel del mar a lo largo de las costas africanas es más rápido que la media mundial, lo que ayuda a incrementar la frecuencia y la gravedad de las inundaciones y la erosión costeras, así como la salinidad en las ciudades de baja altitud. Los cambios en las masas de aguas continentales tienen importantes repercusiones en el sector agrícola, los ecosistemas y la biodiversidad”, afirmó el profesor Taalas.
“El incremento de la temperatura, las olas de calor, las crecidas extensas, los ciclones tropicales, las sequías prolongadas y el aumento del nivel del mar, que provocan pérdidas de vidas, daños materiales y desplazamientos de población, socavan la capacidad de África para cumplir sus compromisos de alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y la Agenda 2063 de la Unión Africana: el África que Queremos, que traza el camino del continente africano para lograr un desarrollo y crecimiento económico inclusivos y sostenibles”, sostuvo la excelentísima Embajadora Josefa Leonel Correia Sacko, Comisionada de Agricultura, Desarrollo Rural, Economía Azul y Medioambiente Sostenible de la Comisión de la Unión Africana.
El informe, el tercero de la serie, es una iniciativa conjunta de la OMM y la Comisión de la Unión Africana e incluye aportaciones de un amplio abanico de organizaciones de las Naciones Unidas, los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, los asociados para el desarrollo y los expertos climáticos. El informe y el mapa histórico digital que lo acompaña se presentan en ocasión de una reunión ministerial sobre la iniciativa del Sistema Integrado de Alerta Temprana y Acción Temprana, celebrada en Maputo (Mozambique).
En la actualidad, apenas el 40 % de la población africana tiene acceso a sistemas de alerta temprana para protegerse de los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos y del cambio climático. Por lo tanto, África es una de las principales prioridades de la campaña encabezada por la OMM, a petición de António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, con miras a velar por el acceso universal a las alertas tempranas en los próximos cinco años.
No obstante, la acción climática está cobrando impulso. Más de 40 países africanos han revisado sus planes nacionales sobre el clima (contribuciones determinadas a nivel nacional) de modo que sean más ambiciosos y se incorporen mayores compromisos de adaptación y mitigación del clima. Si bien África solo aporta entre el 2 % y el 3 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, más del 83 % de los planes nacionales sobre el clima incluyen metas de reducción de gases de efecto invernadero, y las esferas prioritarias son, entre otras, la energía, la agricultura, los residuos, el uso de la tierra y la silvicultura.
En el informe sobre el estado del clima en África se formulan varias recomendaciones, por ejemplo, reforzar los sistemas de alerta temprana y fortalecer la cooperación transfronteriza, el intercambio de datos y de conocimientos. La necesidad de realizar más inversiones en materia de adaptación reviste suma importancia, así como un impulso concertado hacia una gestión más integrada de los recursos hídricos.
Mensajes principales del informe
Temperaturas: En África la temperatura aumentó a un ritmo medio de unos +0,3 °C/década entre 1991 y 2021, más rápido que el calentamiento observado en el período 1961-1990, de +0,2 °C/década. El año 2021 fue el tercero o el cuarto más cálido registrado en África.
El aumento del nivel del mar en las costas africanas es mayor que la tasa media mundial, especialmente en el mar Rojo y el suroeste del océano Índico, donde la tasa se aproxima a los 4 mm/año. Es probable que esta situación se mantenga sin cambios en el futuro, lo que ayudará a incrementar la frecuencia y la gravedad de las inundaciones costeras en las ciudades de baja altitud, así como la salinidad de las aguas subterráneas debido a la intrusión del agua del mar. De aquí a 2030, se prevé que entre 108 y 116 millones de personas en África estarán expuestas al riesgo del aumento del nivel del mar.
La sequía en África Oriental se ha agravado tras la ausencia de precipitaciones en temporadas consecutivas de lluvias, además de la intensificación de los conflictos, los desplazamientos de población conexos y las restricciones relacionadas con la COVID-19. Los elevados precios de los alimentos impidieron su disponibilidad y acceso, dejando a más de 58 millones de personas en condiciones de inseguridad alimentaria aguda. La situación está empeorando este año, especialmente en Etiopía, Somalia y partes de Kenya. El sur de Madagascar también se ha visto afectado por una sequía aguda.
Fenómenos meteorológicos extremos: Graves crecidas afectaron a Sudán del Sur, Nigeria, la República del Congo, la República Democrática del Congo y Burundi. Sudán del Sur ha registrado el tercer año consecutivo de crecidas extremas que han elevado el nivel de las aguas de los lagos y los ríos, como consecuencia de las intensas lluvias de 2020 y 2021.
En muchas zonas del norte de África hubo un calor extremo, especialmente en Túnez, Argelia, Marruecos y Libia. El calor extremo estuvo acompañado de incendios forestales. Además, las tormentas de arena y polvo fueron un problema recurrente.
Peligros: Las sequías y las crecidas constituyen la principal preocupación. En los últimos 50 años, los peligros relacionados con las sequías se han cobrado la vida de más de medio millón de personas y han provocado en la región pérdidas económicas de más de 70 000 millones de dólares de los Estados Unidos. En este período, se registraron más de 1 000 catástrofes relacionadas con las crecidas que causaron la muerte de más de 20 000 personas en África. Se calcula que de aquí a 2050, los impactos climáticos podrían generar a las naciones africanas costos anuales que ascienden a 50 000 millones de dólares.
Agua dulce: La superficie total del lago Chad, situado cerca del desierto del Sahara y que limita con Chad, Camerún, Nigeria y Níger, se ha reducido de 25 000 km2 en la década de 1960 a 1 350 km2 en la década de 2000 y se ha mantenido estable desde entonces. En África Occidental, la disminución a largo plazo del caudal de los ríos se atribuye al aumento de la temperatura, la sequía y la mayor demanda de agua.
Los glaciares del África Oriental ecuatorial, en el monte Kenya (Kenya), el monte Kilimanjaro (Tanzanía) y los montes Rwenzoris (Uganda), están retrocediendo a un ritmo más rápido que la media mundial. Que los glaciares desaparezcan por completo en África Oriental depende de la cantidad de precipitaciones futuras que caigan en esta región.
Inseguridad alimentaria: El aumento de la temperatura ha contribuido a reducir en un 34 % el crecimiento de la productividad agrícola en África desde 1961, más que en cualquier otra región del mundo. Se prevé que esta tendencia se mantendrá en el futuro, lo que incrementará el riesgo de inseguridad alimentaria aguda y malnutrición. Se prevé que un calentamiento global de 1,5 °C irá acompañado de una disminución del 9 % del rendimiento del maíz en África Occidental y entre el 20 % y el 60 % del rendimiento del trigo en el sur y el norte de África.
Desplazamientos: Los peligros relacionados con el clima siguieron siendo uno de los principales impulsores de nuevos desplazamientos en África. Las crecidas y sequías crónicas, el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos influyen en los patrones de desplazamiento dentro de las fronteras y a través de las fronteras internacionales. En 2021, unos 14,1 millones de personas se vieron desplazadas internamente en el África Subsahariana; de estos desplazamientos, unos 11,5 millones se debieron a conflictos y violencia y 2,5 millones, a catástrofes.
Sistemas de alerta temprana: En África, la tasa de ejecución de los sistemas de alerta temprana de peligros múltiples (MHEWS) es inferior a la de otras regiones, con solo 4 de cada 10 personas cubiertas. Es necesario subsanar el déficit de capacidad en materia de recolección de datos para las variables hidrometeorológicas básicas que sustentan mejores servicios climáticos y sistemas de alerta temprana en aras de salvar vidas y medios de subsistencia. Se debería invertir más en sistemas de alerta temprana de sequías y crecidas de extremo a extremo en los países menos adelantados en riesgo, especialmente para avisos de sequías en África.
Servicios climáticos: Urge mejorar la prestación de servicios climáticos en el continente africano. En la actualidad, 28 países prestan servicios climáticos desde el nivel básico hasta el esencial y solo 9 prestan esos servicios a nivel completo. Solo 4 países prestan servicios de predicción o avisos de sequías de extremo a extremo a un nivel de capacidad completo/avanzado.
Estrés hídrico: El aumento del consumo, combinado con sequías y episodios de calor más frecuentes incrementará la demanda de agua y ejercerá una mayor presión sobre los ya escasos recursos hídricos. La interrupción de la disponibilidad de agua impedirá el acceso al agua salubre y amenaza con desencadenar conflictos entre personas que ya están lidiando con dificultades económicas. Alrededor de 418 millones de personas siguen careciendo incluso de un nivel básico de agua potable y 779 millones de personas no cuentan con servicios básicos de saneamiento.
Gestión de los recursos hídricos: De los 51 países africanos de los que se dispone de datos, 27 tienen una capacidad inadecuada para ejecutar una gestión integrada de los recursos hídricos y, en 2020, muchas actividades se llevaron a cabo de manera ad hoc con una financiación insostenible.
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