• Los compromisos climáticos llevan al mundo en el camino directo hacia un incremento de la temperatura de 2,4 a 2,6 °C a finales de este siglo.
  • La actualización de las promesas por parte de los países desde su reunión en la COP 26 en Glasgow tienen hacia una reducción de menos del 1% las emisiones de gases de efecto invernadero previstas para 2030; sin embargo, se necesita una reducción del 45% para limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
  • La transformación de los sectores del suministro eléctrico, la industria, el transporte y la construcción, así como de los sistemas alimentarios y financieros, contribuiría a situar al mundo en el camino del éxito.

Nairobi, 27 de octubre de 2022. A medida que las repercusiones del cambio climático se intensifican en todo el mundo y confirman el mensaje de que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse rápidamente, un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) constata que la comunidad internacional todavía está muy lejos de lograr los objetivos del Acuerdo de París y no cuenta con una ruta creíble para contener el calentamiento global al máximo convenido de 1,5 °C.

Sin embargo, en el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022: La ventana se está cerrando. La crisis climática requiere de una transformación rápida de las sociedades humanas se concluye que la transformación urgente e integral de los sistemas y los sectores correspondientes (el suministro de electricidad, la industria, el transporte y la construcción, y los sistemas alimentarios y financieros) contribuirían a evitar la catástrofe climática.

“Este informe nos dice en términos científicos fríos lo que la naturaleza nos ha estado diciendo a lo largo del año a través de inundaciones devastadoras, tormentas e incendios sin precedentes: todos debemos dejar de llenar nuestra atmósfera con gases de efecto invernadero y debemos actuar lo más pronto posible”, afirmó Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “Ya todos tuvimos la oportunidad de implementar cambios graduales, pero el tiempo para ello ya se acabó. Únicamente la transformación de pies a cabeza de nuestras economías y sociedades puede salvarnos de la aceleración de la catástrofe climática”, añadió.

Un año desaprovechado

En el informe se demuestra que, a pesar de que todos los países participantes de la Cumbre sobre el Clima (COP26) de 2021 en Glasgow (Reino Unido) adoptaron una decisión con el fin de intensificar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) y múltiples actualizaciones de los Estados, el progreso ha sido lamentablemente insuficiente. Las CDN presentadas este año 2022 representan una reducción de apenas 0,5 gigatoneladas de CO2 equivalente, menos del uno por ciento (1%) de las emisiones globales proyectadas para 2030.

Esta falta de progreso hace que el mundo se precipite hacia un incremento de la temperatura muy por encima del objetivo del Acuerdo de París por el cual se busca un incremento de mucho menos de los 2 °C, preferiblemente 1,5 °C. Se estima que las contribuciones incondicionales determinadas a nivel nacional permiten un 66% de probabilidades de limitar el calentamiento global a unos 2,6 °C a lo largo del siglo. En lo que concierne a las contribuciones condicionales determinadas a nivel nacional, aquellas que dependen del apoyo internacional, esta cifra se reduce a 2,4 °C. De no ser reformadas, las políticas actuales conducirían a un aumento de 2,8 °C, situación que pone de manifiesto las implicaciones de la diferencia entre las promesas y la acción concreta, en términos de temperatura.

En el mejor de los casos, la implementación completa de las CDN incondicionales y los compromisos adicionales de emisiones netas cero apuntan a un incremento de tan solo 1,8 °C. Por tanto, sí hay esperanza. No obstante, este panorama hipotético no es creíble hoy en día a causa de la discrepancia entre las emisiones actuales, los objetivos de las CDN a corto plazo y los objetivos de emisiones netas cero a largo plazo.

Se necesitan reducciones sin precedentes

Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, el mundo entero necesita reducir de manera nunca antes vista los gases de efecto invernadero (GEI) durante los próximos ocho años.

Se estima que las contribuciones condicionales o incondicionales a las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) reducirán las emisiones mundiales en 2030 en un 5% y un 10%, respectivamente, en comparación con las emisiones basadas en las políticas vigentes actualmente. Para que el calentamiento global se mantenga en 1,5 °C, las emisiones deben reducirse en un 45% con respecto a las emisiones previstas en las políticas actuales de aquí a 2030. Para alcanzar el objetivo de los 2 °C, se necesita una disminución del 30%.

Tales recortes masivos significan que necesitamos una transformación a gran escala, rápida y sistémica. El informe permite explorar cómo llevar a cabo parte de esta transformación en sectores y sistemas clave.

“Reformar la economía mundial y reducir casi a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 constituye un desafío enorme, incluso imposible según algunos, pero debemos intentarlo”, afirmó Inger Andersen. “Cada décima de temperatura cuenta: para las comunidades vulnerables, para las especies y los ecosistemas, y para toda persona en el mundo”.

«Incluso si no cumplimos con nuestros objetivos para 2030, debemos esforzarnos por acercarnos lo más posible a limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Esto significa sentar las bases de un futuro de emisiones netas cero: uno que nos permita reducir los rebasamientos de temperatura y ofrecer muchos otros beneficios sociales y ambientales, como aire limpio, empleos verdes y acceso universal a la energía”, añadió.

Electricidad, industria, transporte y construcción

El informe concluye que la transformación hacia emisiones netas cero de gases de efecto invernadero en el suministro de electricidad, la industria, el transporte y la construcción está en marcha, pero necesita avanzar mucho más rápido. El suministro de electricidad es el sector con mayores progresos, ya que los costos de la electricidad producida con fuentes renovables se han reducido drásticamente. Sin embargo, el ritmo del cambio debe multiplicarse junto con las medidas para garantizar una transición justa y el acceso universal a la energía.

En lo relativo a la construcción, es necesario integrar rápidamente las mejores tecnologías disponibles. En cuanto a la industria y el transporte, es necesario seguir desarrollando e implementando las tecnologías de cero emisiones. Para avanzar en la transformación, todos los sectores deben evitar limitarse a nuevas infraestructuras de uso intensivo de combustibles fósiles; en cambio, deben avanzar en tener en cuenta las tecnologías de carbón limpio, integrarlas y persistir en lograr cada vez más cambios en prácticas perfectibles.

Los sistemas alimentarios pueden reformarse para lograr reducciones rápidas y duraderas

Los ámbitos prioritarios para los sistemas alimentarios, que representan aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero, incluyen la protección de los ecosistemas naturales, los cambios alimentarios relacionados con la demanda, las mejoras en la producción de alimentos en las explotaciones agrícolas y la descarbonización de las cadenas de suministro de alimentos. Las medidas ejecutadas en estas cuatro áreas pueden reducir las emisiones mundiales del sistema alimentario proyectadas para 2050 en aproximadamente un tercio de los niveles actuales, en lugar de casi duplicar las emisiones si se continúa con las prácticas y políticas actuales.

Los gobiernos pueden facilitar la transformación reformando las subvenciones y los regímenes fiscales. El sector privado puede reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, utilizar energía renovable y desarrollar nuevos alimentos que reduzcan las emisiones de carbono. La ciudadanía a nivel individual puede cambiar sus estilos de vida relativos al consumo de alimentos para favorecer la sostenibilidad ambiental y la reducción de emisiones de carbono, lo que conlleva igualmente muchos beneficios para la salud.

El sistema financiero debe permitir la transformación

Se estima que una transformación mundial hacia una economía de bajas emisiones requiera inversiones por un valor de al menos US$ 4 a 6 billones al año. Se trata de una parte relativamente pequeña (1,5% a 2%) del total de activos financieros administrados, pero significativa (20% a 28%) en términos de recursos anuales adicionales por asignar.

La mayoría de los actores financieros, a pesar de las intenciones ya declaradas, han implementado medidas limitadas en la mitigación del clima debido a sus intereses a corto plazo, objetivos contradictorios y al reconocimiento insuficiente de los riesgos climáticos.

Los gobiernos y los principales agentes financieros tendrán que reorientarse de manera creíble hacia una misma dirección: una transformación del sistema financiero y sus estructuras y procesos, con la participación de los gobiernos, los bancos centrales, los bancos comerciales, los inversores institucionales y demás agentes financieros.

En el informe se recomiendan seis enfoques sobre la reforma del sector financiero, que deben materializarse de manera simultánea:

  • Hacer que los mercados financieros sean más eficientes, incluso mediante taxonomías y transparencia.
  • Introducir la fijación de precios del carbono, como por impuestos o por los sistemas de límites máximos e intercambio de los derechos de emisión de gases de efecto invernadero («cap-and-trade systems»).
  • Apuntalar el comportamiento financiero, a través de intervenciones de política pública, impuestos, gastos y regulaciones.
  • Crear mercados para las tecnologías con bajas emisiones de carbono, cambiando los flujos financieros, estimulando la innovación y ayudando a establecer normas.
  • Movilizar a los bancos centrales: los bancos centrales están cada vez más interesados en hacer frente a la crisis climática, pero se necesitan medidas más concretas en materia de reglamentación.
  • Establecer «clubes» climáticos de países cooperantes, iniciativas financieras transfronterizas y asociaciones de transformación justa, que pueden alterar las normas sustantivas y cambiar el curso de la financiación a través de mecanismos de compromiso financiero creíbles, como las garantías soberanas.

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