Por Antonio López Gabaldón.- España es el país del mundo con más Reservas de la Biosfera y un ejemplo a nivel internacional en su fomento, sin embargo, en algunos casos, estas áreas protegidas «se quedan tan solo en su designación» y «no son gestionadas activamente», quedando como una «etiqueta de marketing» o un «área pintada en un mapa», según expertos consultados por EFE.
El 3 de noviembre se celebra el Día Internacional de las Reservas de la Biosfera, que están recogidas en el Programa Hombre y Biosfera de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), que las define como aquellas zonas protegidas que aúnan la conservación de la biodiversidad y el desarrollo económico local.
Se trata de una figura de protección «totalmente única» que desde su creación, hace más de 50 años, supuso una «ruptura» en materia de conservación de la naturaleza, ha explicado a EFE el director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales (OAPN), Javier Pantoja.
España cuenta con 53 Reservas de la Biosfera del total de 738 que existen en el mundo en 134 países, representan el 12 % del territorio nacional y en ellas habitan más de dos millones de personas, ha asegurado Pantoja, cifras con las que se ha mostrado orgulloso.
De hecho, desde el ámbito nacional se ha impulsado un sello como «marca de calidad», según el director del OAPN, para poder destacar los productos agroalimentarios, artesanales o servicios turísticos locales que «contribuyan al fortalecimiento» de la zona protegida.
Sin embargo, estas reservas también han recibido críticas por su gestión.
Para el profesor del departamento de ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, José González, en muchas ocasiones las Reservas de la Biosfera se utilizan como «etiqueta» para entornos en los que ya existía un área protegida, como un parque nacional, y, en su opinión, su designación no conlleva «que se gestione de acuerdo con el modelo de Reserva de Biosfera».
Este modelo, ha defendido, debe implicar el desarrollo socioeconómico de la zona y la «reconexión» del ser humano con la naturaleza, que en el caso concreto de España se trata de «paisajes culturales» en lugar de paisajes silvestres como fruto de una «coevolución de 5.000 años del ser humano con la naturaleza», que han evolucionado de forma acorde a la actividad humana tradicional en la zona.
Así, en estas zonas conviven actividades humanas como la agricultura ecológica, la ganadería extensiva y el turismo sostenible con la naturaleza, ha contado la responsable del programa de especies de la ong conservacionista WWF, Laura Moreno.
La técnico de WWF ha defendido la gestión activa de estos entornos para que no queden relegados a «solo una designación» y, por ello, un «área pintada en un mapa».
Estas reservas son un reconocimiento internacional que «ponen en valor» la importancia de un entorno para la humanidad, ha continuado Moreno, por lo que deben tener una gestión adecuada y activa, y ha lamentado el caso de la Reserva de la Biosfera de Doñana, donde considera que ha habido una «mala gestión del agua» por la sobreexplotación de su acuífero.
Al respecto, el director del centro de investigación Estación Biológica de Doñana, Eloy Revilla, ha explicado que el impulso a la agricultura industrial en la zona «ha aumentado la demanda de agua sustancialmente» en las últimas décadas, lo que está perjudicando «de manera muy seria» al acuífero de Doñana, del que depende esta área protegida para su buen estado.
Revilla ha subrayado que se trata de un «problema de mala gobernanza» entre las distintas administraciones competentes porque «no se aplican las leyes».
En definitiva, un caso paradigmático de una reserva de la biosfera con recursos «mal gestionados tan importantes como el agua», ha aseverado director del centro de investigación de Doñana. EFEverde