El mundo natural es el centro de la vida en la Tierra. Los ecosistemas como bosques, pastizales, turberas, océanos, ríos, sabanas y montañas proporcionan una amplia gama de servicios vitales para la supervivencia de los seres humanos. Proporcionan alimentos y agua dulce, nos protegen de desastres y enfermedades, apuntalan la economía mundial y desempeñan un papel crucial en la lucha contra la crisis climática.

En las conversaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP27), en Egipto, se dedicará un día entero al papel crítico de la biodiversidad en favor de la acción climática. Y esto volverá a ocupar un lugar prioritario en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15) que se celebrará en Montreal el mes que viene.

Allí, el mundo observará cómo los líderes se reúnen para acordar un nuevo conjunto de objetivos globales para las acciones hasta 2040 para proteger y restaurar la naturaleza. Si bien la COP15 se centra en la naturaleza y la pérdida de biodiversidad, y la COP27 en abordar la crisis climática, los expertos dicen que estos temas están profundamente entrelazados, y ninguno de los dos puede resolverse por sí solo.

“Estos temas están interrelacionados”, afirmó Mirey Atallah, Jefa de la Subdivisión de Naturaleza para el Clima, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Las investigaciones del PNUMA evidencian que los ecosistemas terrestres y marinos desempeñan un papel vital en la regulación del clima. Actualmente, los ecosistemas naturales absorben la mitad de las emisiones de carbono producidas por las personas, ya que los océanos, los bosques, los manglares y las turberas del mundo actúan como sumideros naturales de carbono.

“Si no se protegen y restauran nuestros ecosistemas, no tenemos ninguna posibilidad de alcanzar los objetivos de París, alcanzar la meta de 1,5 °C ni de amortiguar los impactos de un clima ya alterado”, aseguró Mirey Atallah.

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Entonces, ¿cómo ayuda la naturaleza a hacer frente a la crisis climática?

La naturaleza ayuda tanto a mitigar como a adaptarse a los peores efectos de la crisis climática. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los ecosistemas terrestres gestionados y naturales absorbieron alrededor de un tercio de las emisiones antropógenas de CO2 de 2010 a 2019.

La investigación muestra que las soluciones basadas en la naturaleza (SBN), y en particular las acciones basadas en los bosques para mitigar el cambio climático, pueden proporcionar una parte importante de la mitigación necesaria para limitar el calentamiento global a menos de 2 °C y, por lo tanto, desempeñar un papel en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París. Sin embargo, los expertos aseguran que estas medidas deben verse como complementarias y no deben reemplazar la necesidad de lograr objetivos ambiciosos de mitigación desde diversos frentes en todos los sectores que generan emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Qué pasa con la adaptación al cambio climático?

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Foto: Unsplash/Timothy K

La protección y la restauración de la naturaleza desempeñan un papel vital para proteger a las comunidades, en particular las de las zonas más vulnerables, de los riesgos climáticos y los fenómenos extremos.

“La plantación de manglares en las zonas costeras protege contra las mareas de tormenta y la erosión, además de proporcionar un caldo de cultivo para peces, camarones y cangrejos, que son fuentes significativas de proteínas”, explicó Mirey Atallah.

Otras soluciones basadas en la naturaleza incluyen el cambio a prácticas agrícolas restaurativas como la rotación de cultivos de cobertura que apoyan suelos saludables y la regeneración de árboles y vegetación que proporcionan cobertura en pendientes pronunciadas para ayudar a detener la erosión y los deslizamientos de tierra resultantes de las fuertes lluvias en suelos estériles. “Se trata de soluciones eficaces que no solo proporcionan beneficios de adaptación, sino que también nos ayudan a absorber más de nuestras emisiones”, añadió.

¿Qué tan mal se está degradando la naturaleza?

Según un informe reciente del PNUMA, los seres humanos están utilizando aproximadamente 1,6 veces la cantidad de servicios que la naturaleza puede proporcionarles de manera sostenible. Eso significa que los esfuerzos de conservación por sí solos se han vuelto insuficientes para prevenir el colapso de ecosistemas a gran escala y la pérdida de biodiversidad. Se estima que los costes a escala mundial de restauración terrestre (sin incluir los costes de restauración de los ecosistemas marinos) alcanzarán al menos US$ 200.000 millones cada año a partir de 2030. El informe describe que cada dólar estadounidense invertido en restauración genera hasta US$ 30 en beneficios económicos. “Restaurar nuestros ecosistemas ayudará a evitar el 60% de las extinciones de biodiversidad estimadas”, afirmó Mirey Atallah. «La restauración también ayudará a absorber carbono y, en particular, nos ayudará a adaptarnos a las repercusiones de la crisis climática».

¿Qué se está haciendo para proteger el mundo natural?

El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas, lanzado en 2020, tiene como objetivo prevenir, detener e invertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y en todos los océanos. Si bien los países se han comprometido a restaurar 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas, es necesario contraer compromisos similares para las zonas marinas y costeras.

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“Los compromisos son buenos, pero lo que importa es su implementación”, añadió Mirey Atallah. «Estamos en un momento crucial para la naturaleza en el que debemos concertar un terreno común para cumplir con las promesas y compromisos que se han hecho con el fin de detener y revertir la pérdida catastrófica de la naturaleza».

Para que tanto la COP27 como la COP15 sean consideradas exitosas, los países deben pasar de las promesas a las acciones y, en la COP15, deben adoptar un ambicioso Marco Mundial de Biodiversidad que cuente con los recursos financieros y técnicos necesarios para alcanzar sus objetivos, aseguró Mirey Attalah. “Este es un paso vital en la batalla para hacer frente a la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación”, añadió. «Nuestra salud, alimentos, economías y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero dependen de la naturaleza».

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