Michael Lieberherr Pacheco.- (Mongabay Latam en EFEverde).-.-  Los incendios forestales afectan gravemente a Chile, territorio que en el año 2017 ya había sufrido devastadores eventos que incluso obligaron a modificar la escala mundial de incendios. Hoy, la zona centro-sur del país vuelve a arder. Hasta mediados de febrero, según el último reporte del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), había más de 430 mil hectáreas afectadas, 25 personas fallecidas y cerca de 7000 damnificados.

Las principales regiones afectadas hasta ahora son la Región del Ñuble, Biobío y La Araucanía. En las tres se concentra más del 90 % de los damnificados y más del 80 % del territorio en donde se han presentado los incendios.

Es en este dramático escenario en donde los centros de rehabilitación de fauna han tenido que desarrollar un exhaustivo trabajo para hacer frente a la gran cantidad de animales afectados por los incendios. En entrevista con CNN Chile, Santiago Rojas, director nacional del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), aseguró que hay más de 4600 animales domésticos y de granja muertos, la mayoría de ellos son aves. Por su parte, el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) ha recibido más de 80 denuncias de fauna silvestre afectada por los incendios.

Uno de los centros que realiza labores para atender  a la fauna silvestre es el Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción. En sus dos sedes, una en el Campus Chillán y otra en el Campus Concepción, reciben tratamiento 36 animales afectados por el fuego, entre los que destacan 15 pudúes (Pudu puda); cuatro monitos del monte (Dromiciops gliroides); tres quiques (Galictis cuja cuja); dos zorzales (Turdus); dos tiuques (Milvago chimango); un aguilucho (Geranoaetus polyosoma), entre otros.

Las principales afectaciones son la intoxicación por humo, asegura Paula Aravena, la directora del centro. También atienden casos por quemaduras que, en algunos casos, implican la pérdida de una parte de los huesos.

Los especialistas del centro de rehabilitación que intentan rescatar a los animales en precarias condiciones  han abierto una cuenta bancaria para recibir donaciones y así poder adquirir los insumos necesarios para atender a los pacientes.

La tarea de rescate

La directora del Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción, Paula Aravena, describe cómo han vivido sus últimas jornadas. A las 8:30 de la mañana se supervisa el estado de salud de cada paciente. Se toma nota de los que han comido, de los que no, de la calidad de la orina y de las heces. Luego viene la etapa de limpieza y la alimentación. “La prioridad son los animales enfermos, los animales neonatos, los que son huérfanos, pero todos se revisan por la mañana, al mediodía y en la tarde”, explica Aravena. Después están las horas de limpieza y de enriquecimiento ambiental en donde los animales son puestos en contacto con distintos elementos que se encuentran en sus hábitats naturales, incluidos algunos elementos sensoriales como aromas y sonidos y, cuando es posible, también con otros individuos de su misma especie.

El rescate de los animales comienza cuando una persona los identifica y da aviso a personal del SAG, quienes acuden al lugar y trasladan a los animales a los centros de rehabilitación. También hay casos de ciudadanos que llevan directamente a los animales a los centros. La recomendación de Aravena es comunicarse con los números oficiales del SAG.

Las consecuencias de los incendios pueden ser, en muchos casos, muy graves para estos animales silvestres, algunos de los cuales se encuentran, además, en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Entre ellos están el pudú, el monito del monte, el quique y el aguilucho, considerados Casi Amenazados.

Aravena explica que uno de los principales padecimientos que están atendiendo es la intoxicación por monóxido de carbono, lo que implica problemas respiratorios que generan edema pulmonar, edema traqueal y bronquial. La segunda principal afectación es la quemadura directa, sostiene la especialista, incluyendo la pérdida de parte de los huesos o de la estructura general de los mismos por carbonización. Es el caso de los monitos del monte y los pudúes que han llegado al centro, a los que incluso “les falta toda la pezuña de las patas”, describe Aravena.

Intoxicación por monóxido de carbono y quemaduras son las principales afectaciones. Foto: Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.

La orfandad es también uno de los problemas frecuentes que enfrenta actualmente el centro de rehabilitación. “Pueden ser neonatos, como recién nacidos, o bien un poquito más avanzados, juveniles en algunos casos, que quedan solos tras la pérdida de los padres”, explica la directora del centro.

Para aumentar las posibilidades de rescate, Aravena hace un llamado al apoyo de la gente. “Que no se arriesguen en la zona de incendios, pero sí que avisen, que se muevan rápido, que los puedan tomar de la manera adecuada, que sean delicados”, precisa.

Hay tres claves en la rehabilitación y en el rescate, asegura Aravena. Lo primero, dice, es actuar de inmediato, “moverse rápido con el individuo al centro de rescate más cercano”. Lo segundo es hacerlo en silencio, para no estresar aún más al animal, ya que reconocen la voz humana como señal de peligro. Por último, es importante mantenerlo en la oscuridad, porque así los animales asumen que está llegando la noche y se tranquilizan. Esas tres cosas, asegura la experta, dan cerca del 50 % de ventaja en la sobrevivencia posterior del animal.

El Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción funciona desde 2004 y se mantiene con 60 voluntarios anuales, además de la participación de la mayoría de los docentes de veterinaria de la Universidad de Concepción. Sin embargo, no cuenta con todo el equipo necesario para realizar su trabajo. Lo más urgente es una máquina UCI-UTI: “Ellos deben quedar en una cámara de oxigenación con temperatura y humedad controlada y nosotros no tenemos esa cámara”, dice Aravena. De manera temporal, los especialistas del centro fabricaron una con los materiales que tienen a su alcance, pero no es suficiente. “Estamos hablando de que en un día pueden llegar seis o siete pudúes que necesitan máquina de oxigenación y no tenemos estas unidades”, precisa la veterinaria.

Si bien el centro ha recibido donaciones en insumos del Colegio Médico Veterinario, de la Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre en Chile (Amevefas) y de particulares, necesita poder reunir el dinero suficiente para adquirir cámaras de oxigenación. Para ello el centro abrió una cuenta bancaria para recibir donaciones, “pero estamos bastante lejos de la meta”, dice la directora.

Riesgos y adaptación al cambio climático

El actual avance de los incendios forestales en Chile trae inevitablemente a la memoria los grandes incendios del verano de 2017. En esa ocasión, la principal zona afectada también fue la centro sur. La magnitud de los eventos fue tan grande que la escala mundial de incendios tuvo que ser modificada, asegura la página web de Conaf. Hasta ese momento, el máximo nivel de medición eran los incendios de quinta generación, que corresponden a aquellos que alcanzan los 10 000 kW/m como umbral para el fuego continuo en copas de los árboles. Los incendios de 2017, denominados tormenta de fuego, fueron el primer evento de sexta  generación, es decir una intensidad superior a los 60 000 kW/m, con una velocidad de propagación mayor a los 6 km/h. Estos incendios afectaron a más de 467 000 hectáreas.

La orfandad es también uno de los problemas frecuentes que enfrenta actualmente el centro de rehabilitación Foto: Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.

Para diversos expertos, los eventos del 2017 y del 2023 tienen relación directa con la industria forestal.

Chile, el segundo productor de celulosa en América Latina, registra más de tres millones de hectáreas de monocultivos de pino y eucalipto. Los impactos ambientales de esta actividad sobre la disponibilidad de agua, la calidad del suelo y la propagación de incendios han sido ampliamente documentados por la ciencia.

Para el investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y jefe de la carrera de Ingeniería Forestal de la Universidad de Aysén, Carlos Zamorano, lo que hoy se vive en Chile era previsible: “Es algo que no debería sorprender a nadie. Lo que sorprende es que no se haya planteado hace décadas modificar la forma en la cuál se establecen estos monocultivos”. Para el experto, los incendios que afectan actualmente al país eran “algo esperable, algo así como una crónica de una tragedia anunciada”, dice.

Y es que si bien los incendios se deben a múltiples factores, la falta de un paisaje heterogéneo ayuda a que se propague el fuego, asegura Zamorano, Alejandro Miranda, investigador del (CR)2 y del Laboratorio de Ecología del Paisaje Forestal de la Universidad de la Frontera. En una entrevista reciente, le explicó a Mongabay Latam que un paisaje heterogéneo, como un bosque nativo por ejemplo, “contiene una alta variabilidad de especies, composición, edades, estados de desarrollo, claros de bosques, fondos de quebradas más húmedas, etcétera, que pueden operar como discontinuidades del combustible o modificar las condiciones del avance del fuego”. Por el contrario, un paisaje homogéneo se refiere “a grandes extensiones donde existe la misma cobertura del suelo, sin muchas variaciones que se presenten como barreras al desarrollo del fuego”. Ese es el caso de las plantaciones de pinos y eucaliptos.

Los incendios que afectan actualmente al país eran “algo esperable, algo así como una crónica de una tragedia anunciada”. Foto: Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.

Por otro lado, “lo que el cambio climático hace es potenciar los impactos de las malas prácticas y los monocultivos forestales en Chile, de la envergadura en la cual cubren gran parte de la zona centro y centro-sur del país, concentrados en la región del Maule y la región de la Araucanía, cubriendo cerca de 3 millones de hectáreas, con una homogeneidad insoportable”.

Desde la perspectiva de la adaptación al cambio climático, el especialista en eventos extremos e investigador del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, Martín Jacques, destaca a la educación ambiental y la responsabilidad de las empresas estatales como puntos clave para avanzar: “En lo inmediato, con la situación actual, en que el territorio de muchas provincias está dominado por plantaciones forestales, es imprescindible generar educación a todos los niveles. Las plantaciones son muy propensas a la expansión del fuego y se debe evitar a toda costa la generación de focos de incendios forestales”.

El especialista también advierte que “la población debe estar preparada para poder evacuar eficientemente los lugares afectados. Además, debe exigirse a las empresas forestales una prevención y reacción de primer nivel”. Sobre todo, agrega, porque “los incendios forestales generan externalidades asociadas a las plantaciones forestales que no deben seguir siendo asumidas por el Estado ni la población; me refiero al costo de combate del fuego, las pérdidas involucradas, ya sean humanas, ecológicas, económicas, materiales, etcétera”.

El informe del (CR)2 “Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia” sostiene que “en las últimas décadas, el paisaje de la zona centro-sur de Chile ha sufrido una rápida transformación. Cerca de un 20 % del bosque nativo ha sido reemplazado por matorrales y pastizales degradados, zonas agrícolas y plantaciones forestales de especies exóticas”.

El centro de rehabilitación necesita urgente una máquina UCI-UTI. Foto: Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.

Para Laura Ramajo, investigadora del Centros de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), investigadora del (CR)2  y autora líder del último informe del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, el trabajo del Estado en la adaptación y recuperación del bosque nativo es muy importante. “A nivel institucional tenemos muy claro —y la evidencia científica indica que es súper claro— que necesitamos avanzar en la conservación, protección y restauración de esos ecosistemas terrestres que son propensos a generar incendios. Para eso se necesitan planes reales e implementados para el manejo de los bosques y de las plantaciones, y necesitamos diversificar nuestros paisajes: pasar del monocultivo a paisajes heterogéneos, que sabemos que son mucho más resilientes a los incendios, y que encima vienen con beneficios para responder a enfermedades o plaga”.

Para Carlos Zamorano, este punto es especialmente relevante, ya que se cambia un paisaje heterogéneo por plantaciones forestales que “no son bosques, no cumplen funciones como bosques, porque su objetivo es solo uno: producir madera en el corto plazo. Es una desfachatez notable  que desde la industria forestal insistan con llamarles bosques”, dice el experto quien precisa que  “los bosques son otra cosa. Los bosques son ecosistemas diversos que cumplen con múltiples funciones, más allá de la madera”

Los impactos sobre el bosque nativo y su biodiversidad

Aunque se proyecta que la mayor parte del área impactada por los incendios corresponde a plantaciones forestales, aún no existen datos oficiales que precisen cuántas hectáreas de bosque nativo han sido afectadas por el fuego. A modo de referencia, según datos de CONAF, durante los incendios de 2017, el 54 % de la superficie dañada correspondía a  plantaciones forestales. Mientras que el bosque nativo representó menos del 18 %.

Antonio Lara, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la Universidad Austral de Chile e investigador principal del (CR)2 , explicó que aunque estadísticamente lo que más se quema en los incendios forestales en Chile son las plantaciones de pino y eucalipto, el fuego se propaga muchas veces hacia el bosque nativo destruyendo la biodiversidad que habita en él.

Zamorano alerta que los efectos de los incendios sumados a la sequía que afecta a gran parte de Chile provocarían consecuencias desoladoras en el bosque nativo. “Me atrevo a plantear que si no todo, gran parte de la superficie afectada por estos mega incendios en la zona centro-sur del país, más que nada hacia la zona central, difícilmente son áreas restaurables, pensando en la composición de especies”, dice.

El fuego se propaga muchas veces hacia el bosque nativo destruyendo la biodiversidad que habita en él. Foto: Centro de Rehabilitación Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.

En opinión del Jefe de carrera de Ingeniería Forestal de la Universidad de Aysén, “estos ecosistemas están tan estresados por esta mega sequía de 15 años, con una regeneración natural bajísima, que una vez que pasan estos incendios es el golpe de gracia. Estos ecosistemas nativos no creo que se recuperen, y tampoco creo que la estrategia de ponerse a plantar estas especies nativas funcione porque han cambiado estas condiciones climáticas”.

Para Ramajo, el impacto de los incendios puede generar graves consecuencias en los ecosistemas. “Los efectos sobre la biodiversidad los podemos resumir en pérdida de animales, de flora y de vegetación, y en la degradación del suelo, que evita todos estos procesos de restauración y de revegetación posterior a los incendios porque el suelo queda bastante erosionado y no deja que crezca nada”.

Mientras el trabajo de bomberos y CONAF se mantiene para seguir combatiendo los incendios forestales, los efectos para la flora y la fauna nativa recién comienzan a evidenciarse.