Ha pasado un año desde la invasión en Ucrania por parte de la Federación de Rusia. La guerra ha matado a decenas de miles de personas, desplazado a millones de habitantes y causado daños ambientales generalizados. Un seguimiento preliminar del conflicto en Ucrania realizado el año pasado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sus asociados apunta a un legado tóxico para las futuras generaciones.

La gran variedad y la gravedad de las consecuencias requerirán verificación y evaluación, aunque ya se han identificado miles de posibles incidentes de contaminación del aire, el agua y la tierra y de degradación de los ecosistemas, incluidos los riesgos para los países vecinos.

El PNUMA, la autoridad ambiental dentro del sistema de las Naciones Unidas, está apoyando al Gobierno de Ucrania en la vigilancia remota del impacto ambiental y ha estado preparando evaluaciones de impacto sobre el terreno, que se espera sean una tarea colosal dada la escala y la extensión geográfica de los incidentes reportados.

Será fundamental apoyar a los Estados Miembros y las regiones afectados por desastres y conflictos, puesto que cumplir con el mandato del PNUMA de prestar asistencia técnica y apoyo a la gobernanza ambiental que mantenga en constante examen el estado mundial del medio ambiente.

En los últimos 20 años, el PNUMA ha realizado múltiples evaluaciones de los efectos de los conflictos, en particular en el Afganistán, Colombia, el Iraq, Kosovo y los Balcanes occidentales, el Líbano, los territorios palestinos ocupados, la República Democrática del Congo, Somalia, Sudán del Sur y el Sudán.

El PNUMA realizó una visita de análisis inicial al país en 2022, en apoyo de la Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Ucrania y a petición de las autoridades ucranianas; además, la organización está movilizando más apoyo para ayudar a evaluar la amplia variedad de impactos ambientales.

“La cartografía y el análisis inicial de los peligros ambientales solamente sirven para confirmar que la guerra es literalmente tóxica”, declaró la Directora Ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen. “La máxima prioridad es que esta destrucción sin sentido termine ahora. El medio ambiente tiene que ver con las personas: con medios de subsistencia, la salud pública, el aire y el agua limpios y los sistemas alimentarios básicos. Tiene que ver con un futuro seguro para la población ucraniana y sus vecinos, y no deben producirse más daños”.

“Por lo tanto, Ucrania necesitará un enorme apoyo internacional para evaluar, mitigar y reparar los daños en todo el país, para que así se alivien los riesgos para la región en general”, añadió la Directora Ejecutiva del PNUMA.

“Millones de personas desplazadas de Ucrania necesitan un entorno seguro y sano para volver a casa si se espera que puedan retomar sus vidas. Tan pronto como termine la lucha, y debe terminar pronto, se debe apoyar una operación colosal de limpieza”, afirmó Osnat Lubrani, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Ucrania.

Según datos del PNUMA y sus asociados, se han visto daños en muchas regiones del país durante el conflicto: incidentes en instalaciones y centrales de energía nuclear; infraestructura energética, incluidos buques petroleros, refinerías de petróleo, plataformas de perforación e instalaciones de gas y gasoductos de distribución; minas, instalaciones industriales e instalaciones de procesamiento de productos agrícolas.

Los resultados comprenden múltiples incidentes de contaminación atmosférica y una contaminación potencialmente grave de las aguas subterráneas y superficiales.

La infraestructura de abastecimiento de agua, incluidas las estaciones de bombeo, las depuradoras y las instalaciones de alcantarillado, también ha sufrido daños considerables; asimismo, se han dañado múltiples instalaciones industriales, almacenes y fábricas, algunas de las cuales almacenan un conjunto de sustancias peligrosas que van desde disolventes hasta amoníaco y plásticos.

Asimismo, se han liberado sustancias peligrosas debido a las explosiones en instalaciones de almacenamiento agroindustriales, incluidos fertilizantes y plantas de ácido nítrico. Igualmente, se ha informado de ataques a diversas explotaciones ganaderas grandes, donde los cadáveres de ganado suponen un riesgo adicional para la salud pública.

En múltiples zonas urbanas, la limpieza de las viviendas destruidas planteará sus propios problemas, ya que es probable que los desechos se mezclen con materiales peligrosos, en particular el amianto (también conocido como asbesto). Las imágenes obtenidas por satélite también han mostrado un aumento significativo de los incendios en diversas reservas naturales y zonas protegidas, así como en zonas boscosas.

Además, la contaminación causada por el amplio uso de armas, incluso en zonas pobladas, y los grandes volúmenes de desechos militares, como los vehículos militares destruidos, plantean un importante problema de limpieza.

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