Antonio José Paz Cardona / febrero 2023 / .- (Mongabay Latam en EFEverde).- Las especies invasoras actualmente son una de las principales causas de pérdida de biodiversidad a nivel mundial. Son capaces de colonizar cualquier ambiente, afectando a las especies nativas y causando cientos de extinciones a escala local y global, lo que tiene impactos severos en los ecosistemas, en muchos casos generando pérdidas ecológicas, económicas y afectaciones a la salud humana y animal, como se evidencia en el último Informe de la Evaluación Mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
En 2021 se estimaron pérdidas económicas globales de 1.28 billones de dólares para los últimos 50 años a causa de las especies invasoras. Sin embargo, la cifra está sesgada hacia los países desarrollados, en donde el estudio y la documentación de los impactos causados por las especies invasoras son conocidos y monitoreados. En el caso de países en vía de desarrollo como Ecuador, la falta de información no ha permitido identificar dichas pérdidas, a pesar de que se trata de un país megadiverso.
El panorama es más complejo si se considera que Ecuador ha sido clasificado, conjuntamente con Colombia, México, Estados Unidos y Australia, como uno de los países con la mayor cantidad de especies de vertebrados amenazados de extinción por especies invasoras.
En octubre de 2022, investigadores latinoamericanos realizaron el primer diagnóstico y mapeo de especies exóticas invasoras en el nororiente de la Amazonía ecuatoriana, una región que se caracteriza por su gran biodiversidad y por enfrentar fuertes presiones, pues es una de las zonas más intervenidas por actividades de explotación petrolera, vías y colonización.
El proyecto determinó un total de 204 especies exóticas e invasoras presentes en la Amazonía Nororiental ecuatoriana, de las cuales 73 % son plantas; 26 %, animales y 1 %, hongos. El objetivo es que a futuro se puedan realizar ejercicios como este en otras zonas de la Amazonía o, incluso, en otras regiones del país bastante intervenidas como la costa.
12 especies invasoras con alto potencial de daño
La falta de información es, sin duda, uno de los principales retos a los que se enfrentan los científicos latinoamericanos en sus investigaciones y este proyecto no fue la excepción. Felipe Espinoza, coordinador del proyecto Diagnóstico, Mapeo y Desarrollo de Planes Técnicos para la Gestión de Especies Exóticas Invasoras (EEI) en el nororiente de la Amazonía Ecuatoriana, e investigador asociado del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador (Inabio), comenta que al principio les tocó salir prácticamente a ciegas a buscar información en iNaturalist y otras plataformas de ciencia ciudadana, pero que realmente no tienen clasificadas a las especies como exóticas o invasoras.
“Hacer esa clasificación teórica inicial fue el gran desafío que tuvimos para poder ejecutar el proyecto. Una vez que ya tuvimos eso, tanto el Inabio como el Ministerio de Ambiente poco a poco han ido incorporando esos criterios. Antes de eso no existía nada adicional a lo que sabíamos empíricamente sobre la presencia de algunas invasoras por estudios que había realizado Colombia. Perú no tiene absolutamente nada de información para la región y Brasil tiene muy poco, porque la frontera con Ecuador es una de las zonas más remotas de ese país”, explica Espinoza.
Después de que sortearon este primer desafío, los investigadores pudieron comparar las bases de datos de cinco plataformas de registro de especies con la información sobre Ecuador continental que se encuentra en el Registro Mundial de Especies Introducidas e Invasoras (GRIIS, por sus siglas en inglés), el cual es una lista validada de especies exóticas e invasoras en todo el territorio y consta de 737 especies, de las cuales 577 (78 %) son plantas; 157, animales (21 %); 2, bacterias y 1 se trata de un hongo.
En ese momento llegaron las tres salidas de campo —cada una con una duración aproximada de 15 días— en zonas dentro y fuera de tres áreas protegidas presentes en esta región ecuatoriana: Parque Nacional Yasuní, Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno y Reserva Biológica Limoncocha. Las dos primeras áreas están entre las más grandes del país.
“Realizamos colectas para obtener datos que luego nos permitieron generar información visual, es decir, mapas y también tener un comparativo entre que está pasando en áreas que tienen transformación de uso de suelo y áreas que están protegidas”, comenta Espinoza.
En el Parque Nacional Yasuní, el área protegida más grande del Ecuador continental, los investigadores registraron 66 especies invasoras, la mayor cantidad de los tres sitios en donde se realizó el trabajo.
En la Reserva Biológica Limoncocha se identificaron 25 especies invasoras; ahí se documentó la más alta concentración de especies por unidad de superficie (cuatro por cada kilómetro cuadrado). Esa área se caracteriza por estar aislada de bosques saludables y rodeada por actividades humanas. De acuerdo con los investigadores, Limoncocha constituye el área protegida con mayor riesgo de impactos.
En la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno se detectaron 53 especies invasoras. El mayor factor de riesgo de esta área protegida son las inundaciones periódicas que facilitan la dispersión de muchas especies a lo largo de los sistemas hídricos de la reserva.
Los científicos destacan que se deben tomar acciones para atender a las 204 especies invasoras detectadas en la Amazonía nororiental, pero destacan 12 que, con base en sus análisis, representan un riesgo potencial alto o muy alto para los ecosistemas: el pasto elefante (Cenchrus purpureus), el pasto guinea (Panicum maximum), el lirio de arroyo (Hedychium coronarium), el plátano rosa (Musa velutina), la lechuga de agua (Pistia stratiotes), la paloma doméstica (Columba livia), la rata negra (Rattus rattus), el geco casero bocón (Hemidactylus frenatus), el geco casero tropical (Hemidactylus mabouia), la garza bueyera (Bubulcus ibis), la tilapia roja (Oreochromis xmossambicus) y el caracol africano (Lissachatina fulica).
Para llegar a esta selección, los científicos se hicieron cuatro preguntas clave: ¿existe similitud climática entre la Amazonía ecuatoriana y el área de distribución nativa de la especie?, ¿la especie ha sido reportada como invasora en países con similitud climática con la Amazonía ecuatoriana?, ¿se encuentra en la lista de las 100 peores especies exóticas invasoras más dañinas del mundo?, ¿ha sido categorizada como invasora en la Amazonía colombiana o brasileña y ha generado impactos? Mientras más respuestas afirmativas, mayor riesgo. Después, los investigadores evaluaron si se detectó su presencia dentro o fuera de las áreas protegidas en las salidas de campo. Con toda la información anterior, los taxónomos del Inabio y el equipo técnico del proyecto determinaron esas 12 especies de mayor urgencia de manejo en las áreas protegidas.
“Ya hemos identificado esas 12 especies. Se necesita hacer estudios, hacer monitoreos, involucrar a la comunidad científica, a las universidades para que puedan apoyar en sus tesis algunos trabajos de investigación que ayuden con el monitoreo de estas especies invasoras, porque hasta el momento no existe información sobre qué impactos están causando, cómo están afectando el ecosistema”, dice Efraín Freire, investigador del Inabio y quién participó en la revisión del proyecto.
Recientemente Mongabay Latam publicó el especial periodístico Especies invasoras: las enemigas silenciosas que son ya un peligro en Latinoamérica en el que se destacan los impactos del visón americano en Argentina, el hipopótamo en Colombia, la tilapia en Ecuador, el lirio acuático en México, el kukuyo en Perú y el paiche en Bolivia.
Turismo, petróleo, agricultura, ganadería y… especies invasoras
El proyecto también identificó las rutas de ingreso de las especies invasoras a la Amazonía nororiental, principalmente a las áreas protegidas de Yasuní, Limoncocha y Cuyabeno. Los investigadores destacan las vías existentes y en construcción hacia las áreas protegidas, los centros poblados, aeropuertos, puertos y pozos petroleros. Además, las zonas inundables y los ríos internos de las áreas protegidas son el principal canal de movimiento de las especies de un sector a otro. “Estas zonas son de gran importancia por la periodicidad de las crecidas que pueden transportar de terrenos aislados hacia ríos a muchas especies exóticas invasoras, huevos, juveniles o sus respectivas partes reproductivas en el caso de plantas y hongos”, se lee en el documento.
En medio de toda la investigación hay varias cosas que les llamaron la atención a los científicos. Por ejemplo, Freire asegura que las aves nativas se están alimentando de las semillas de plantas invasoras y las están diseminando en el territorio. “Estas plantas siguen aumentando velozmente su reproducción y siguen cubriendo grandes espacios de suelo”, comenta.
El investigador menciona el caso de la lechuga acuática, especie invasora que en muchas zonas ha cubierto gran parte de los espejos de agua, causando eutrofización del agua y la desaparición de muchas especies nativas de plantas y peces. Incluso, en una de las salidas de campo, los científicos no pudieron adentrarse en una laguna, porque las raíces de la lechuga se enredaban en el motor de la lancha en la que iban. La presencia de esa planta está causando fuertes problemas también a las poblaciones de pescadores locales.
Felipe Espinoza también comenta que el tema de manejo de especies exóticas invasoras requiere de mucha educación y del compromiso de sectores como el de petróleo, agricultura y turismo, pues la expansión de muchas especies invasoras se ha visto favorecida gracias a estas actividades. “La industria petrolera tiene como parte de su gestión ambiental reforestar las servidumbres de las tuberías y de las plataformas, y lo hacen con especies exóticas. También tenemos todos los pastos africanos para ganadería, diferentes monocultivos como la palma de aceite y hasta especies decorativas en haciendas y comunidades, donde las personas ya están tan acostumbradas a ellas que piensan que se trata de especies nativas”.
Otro gran problema tiene que ver con la tilapia. “El Ministerio de Agricultura ha financiado el proyecto de desarrollo agrícola para las comunidades amazónicas con tilapia y estas piscinas tilapieras no tienen ningún tipo de control, ningún tipo de seguridad para que, cuando las zonas se inunden, estas tilapias no escapen a los cursos de agua”, comenta Espinoza, quien también resalta que en las salidas de campo detectaron más de 100 piscinas de las cuales ninguna autoridad tenía idea de su existencia, porque “la política es entregarles alevines a las comunidades y ellos se encargan de hacer un hueco y llenarlo de agua”.
El investigador destaca que, en el caso del área protegida de Limoncocha, todas las especies nativas de peces están amenazadas, ya sea por las plantas o por los depredadores que están ingresando. En el caso del Yasuní, preocupa sobre todo el cambio de las comunidades de plantas y el incremento del efecto de borde, “porque el Yasuní es la zona petrolera por excelencia de Ecuador y ahí están construyendo muchas carreteras nuevas en zonas de selva primaria, donde el efecto no se reduce únicamente a la vía, sino al recambio de especies que vas teniendo en los lados de la vía y esto generalmente comienza con la vegetación”, dice Espinoza.
En Cuyabeno confluyen los problemas de Limoncocha y Yasuní, debido a su mosaico entre selva y lagunas. “Tenemos amenazas a las comunidades nativas de garzas y a pequeños mamíferos, reptiles y anfibios porque la garza bueyera, que es una garza africana que ya está naturalizada en todo el continente americano, está estableciendo nuevas colonias que son muy densas y compiten por espacio y alimento con las garzas nativas y depredan a los micromamíferos, a los anfibios y los reptiles”, comenta el investigador.
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Planes de acción en áreas protegidas
Uno de los principales objetivos del diagnóstico y mapeo era proponer planes de acción para las tres áreas protegidas que se encuentran en la zona de estudio. Estos planes se basaron en las 12 especies invasoras priorizadas y en ellos se plantean cuatro acciones fundamentales: la primera es generar una lista de alerta, prevención y control de las especies invasoras en cada área. La segunda acción es describir las características biológicas de las 12 especies invasoras y sus posibles impactos a las áreas protegidas. La tercera consiste en diseñar una línea de prevención y control para las 12 especies invasoras priorizadas y, por último, diseñar una línea de educación, comunicación e investigación para esas 12 especies.
En el caso de Limoncocha, los investigadores propusieron la implementación de puntos de control de acceso de especies invasoras en los sectores de Puerto Pompeya, Puerto Itaya y los dos puestos de control ya existentes en la Reserva. Además, el involucramiento de las comunidades que hacen uso continuo de los recursos y acceden a la laguna desde varios puntos y senderos no establecidos, lo que podría quitar efectividad a los sitios de control. También, dicen los investigadores, es importante la emisión de directrices para el uso de pesticidas y fertilizantes en los alrededores de la laguna y sus afluentes principales.
En el caso del parque Yasuní se recomendó instalar los puestos de control en las zonas de Tobeta, Añangu, vía Maxus, Tambococha y Napo Wildlife Center. Los científicos aseguran que, aparte del establecimiento de los puestos de control, se deberá monitorear constantemente el desarrollo de las actividades hidrocarburíferas en el sector norte, por lo que se deben mapear las nuevas vías de los bloques ITT y 31 que ya se encuentran dentro del parque y cercanos al área intangible de los indígenas en aislamiento.
“Cabe resaltar que estos sitios, así como el desarrollo acelerado del sector oeste (Tobeta) se consideran zonas de riesgo al existir nuevos caminos para ampliar la frontera agrícola. Es importante notar que las estaciones científicas ubicadas en el corazón del parque, también han aportado a la llegada de especies invasoras, con la diferencia que se pueden establecer sitios de monitoreo continuo en las mismas”, se lee en el documento.
Para la reserva Cuyabeno se plantearon puntos de inspección en Puente Cuyabeno, Playas del Cuyabeno, Zábalo, Cocaya y Centro Unión. Se definieron también algunas zonas de riesgo que complementan a los sitios de control y deben ser monitoreadas al menos dos veces al año, especialmente en el sector oeste, en la sección discontinua de la Reserva que se encuentra prácticamente rodeada de vías y actividades agrícolas que ingresan a los límites del área protegida.
“En el caso particular de Cuyabeno cabe recalcar que las épocas de inundación, por sus tipos de bosque, constituyen un medio de dispersión importante de especies invasoras desde los centros poblados dentro y fuera de la reserva, y los actores del creciente sector turismo deberán involucrarse en el manejo de estas especies al concentrarse las ocurrencias en el sector de Laguna Grande”, destaca el informe final entregado por los científicos que trabajaron en el proyecto de Diagnóstico, Mapeo y Desarrollo de Planes Técnicos para la Gestión de Especies Exóticas Invasoras (EEI) en el nororiente de la Amazonía Ecuatoriana.
*Imagen principal: Dos especies de geco están entre las especies invasoras priorizadas. Foto: cortesía Felipe Espinoza.
Este reportaje se publica en EFEverde por gentileza de Mongabay Latam