Panorama on Huayna Potosì (6088 mt.) Seen from the snowfield of Chacaltaya (5421 mt.), the highest ski resort in the world.

Durante cinco generaciones, Héctor Basilio Choquehuanca Poma y su familia han vivido en las laderas de las imponentes montañas Tuni Condoriri en los Andes de Bolivia.

En esta tierra que a menudo no perdona, la familia del señor Basilio lleva mucho tiempo ganándose la vida criando llamas. Sin embargo, en los últimos años su labor se ha debilitado debido a la acelerada desaparición de los pastizales locales.

La razón por la que ocurre sigue siendo tema central en múltiples debates, pero es probable que se deba al hecho de que los glaciares se están derritiendo (una fuente importante de agua) y a numerosas consecuencias adicionales del cambio climático (como un aire más cálido). El señor Basilio afirma que el tamaño del glaciar Tarija, cerca de su casa, se ha reducido a la mitad desde que él era un niño.

«Hemos tenido que reducir el rebaño y comenzar a cultivar truchas», cuenta el señor Basilio, padre de siete hijos a sus 64 años de edad.

A man standing on a rocky plain in the mountains
Héctor Basilio Choquehuanca Poma y su familia han estado criando llamas en el norte de Bolivia durante cinco generaciones. Asimismo, el señor Basilio se ha visto obligado a reducir su rebaño debido a que las tierras de pastoreo cada vez son de menor cantidad y extensión. Créditos de imagen: PNUMA/Marina Avendaño Mamani 

RELATED

Болота

STORY

Wetlands: the unsung heroes of the planet

Rescue operation after part of a glacier broke away in Uttarakhand, India, February 2021

STORY

Glacier collapse in India a worrying sign of what’s to come

Los glaciares tropicales de los Andes, que alimentan muchos de los ríos de la cuenca del Amazonas, son algunos de los casquetes de hielo que se están degradando a mayor ritmo en el mundo. Su desaparición no solo está cambiando vidas en las comunidades que habitan en las montañas, sino que también está provocando escasez de agua y obstaculizando la generación de energía hidroeléctrica en comunidades de tierras bajas que albergan a cientos de millones de personas.

«La gente a lo largo de la cuenca del Amazonas ha comenzado a aprender de primera mano lo que el cambio climático significa para su forma de vida», afirmó Leticia Carvalho, Coordinadora Principal de la Subdivisión Marina y de Agua Dulce, Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). «Los pueblos indígenas y las comunidades locales son los menos responsables de las emisiones que causan el cambio climático y, por tanto, son ellos los mejores guardianes de la naturaleza. No obstante, no tendrán más remedio que adaptarse a circunstancias potencialmente sumamente hostiles y a nuevas formas de vida que quizá no sean tan armoniosas con la naturaleza como antes».

Un nuevo proyecto que abarca 8 países está ayudando a muchas comunidades a adaptarse a un clima cambiante. Con el apoyo financiero del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), el PNUMA está ayudando a los Estados de la cuenca del Amazonas a adaptarse a una nueva normalidad climática. El proyecto, que se extiende desde 2020 a 2024 y es ejecutado por la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, está ayudando a las comunidades rurales y los centros urbanos, incluidos aquellos al interior de Bolivia y Perú, a aprovechar los suministros de agua alternativos sostenibles, entre otras iniciativas.

El trabajo del proyecto se debe a que Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela adoptaron una estrategia regional para gestionar de manera más sostenible los recursos hídricos. Alexandra Moreira, Secretaria General de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, manifiesta que se trata de la primera vez que se firma un acuerdo de esta naturaleza en la región.

El acuerdo llega en un momento decisivo para América del Sur

Los Andes son el hogar de algunos de los casquetes de hielo que se degradan a mayor velocidad en el mundo, asegura la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La región ha perdido entre el 30% y el 50% de su capa de hielo en los últimos 40 años, situación que se suma a la lamentable noticia de que los glaciares más vulnerables ya han desaparecido. Este deshielo ha alterado el flujo de agua hacia la cuenca del Amazonas, la cuenca hidrográfica más grande del mundo, lo cual ha secado los humedales y ha intensificado los temores de escasez de agua.

La situación es grave en algunas partes de Bolivia. Un estudio de la Universidad Mayor de San Andrés estimó que el glaciar Tuni Condoriri desaparecería en los próximos 30 años. Los investigadores temen que su desaparición altere el suministro de agua potable y dificulte la generación de energía en las ciudades de La Paz y El Alto, hogar de 4 millones de personas.

A house in the middle of a rocky plain
Esta casa en los Andes bolivianos no está lejos del glaciar Tuni Condoriri, que podría desaparecer en los próximos 30 años.
Fotografía: PNUMA/Diana Rojas Morales

En Bolivia, los investigadores del proyecto respaldado por el PNUMA se reunieron con Basilio durante una excursión para recopilar datos meteorológicos y de deshielo glacial en la región de Tuni Condoriri. El proyecto evaluará igualmente la demanda de agua en las ciudades de La Paz y El Alto y explorará sistemas de alerta temprana centrados en la sequía.

La degradación de los glaciares ha obligado a que las comunidades a lo largo de los Andes deban adaptarse a la crisis. Alrededor de Tuni Condoriri, la cría de truchas ha surgido como una alternativa a la cría de llama. Los datos empíricos sugieren que la truticultura puede ayudar a promover el uso sostenible de los recursos hídricos en las regiones montañosas y ayudar a aumentar los ingresos, a pesar de que puede contaminar el entorno y alterar la biodiversidad.  

Mientras tanto, en Colombia, los microcréditos han ayudado a los pequeños agricultores afectados por la sequía a comprar un tanque séptico que les permite reutilizar el agua o un sistema de biogás que genera energía y calor, con el objetivo de desalentar la tala de árboles.

“Es importante que los países actúen ahora porque el cambio climático solo empeorará las cosas”, declaró Leticia Carvalho.

La combinación de la gestión del agua con estrategias de adaptación conduce a un uso más eficiente de los recursos financieros limitados y puede ayudar a reducir la vulnerabilidad al cambio climático. Los ejemplos incluyen la mejora de la recolección de agua de lluvia, la rehumidificación de los humedales y el cambio a cultivos más resistentes a la sequía en zonas áridas.

Gran parte de países en todos los continentes están luchando con los mismos problemas. Se ha proyectado que la pérdida de glaciares reducirá la disponibilidad de agua requerida para la agricultura, la energía hidroeléctrica y los asentamientos humanos a mediano y largo plazo, de acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

A herd of llamas walk through the mountains.
Las condiciones hidrológicas cambiantes en los Andes bolivianos han reducido el área de tierra en la que las llamas pueden pastar, lo que ha obligado a algunos agricultores a recurrir a la piscicultura. Fotografía: PNUMA/Maria Apostolova

Al mismo tiempo, el uso mundial del agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años, según el Informe mundial sobre el desarrollo de los recursos hídricos, un estudio de las Naciones Unidas. El uso sigue creciendo constantemente a una tasa de alrededor del 1% anual como resultado del aumento de la población, el desarrollo económico y los cambios en las modalidades de consumo. Según el informe, sumado a un suministro más errático e imprevisible, el cambio climático agravará la situación de las regiones afectadas por el estrés hídrico.

La escasez de agua estará en la agenda de la  Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua, una reunión mundial sobre el estado de los sistemas de agua del mundo.

El evento está diseñado para acelerar la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con el agua y ayudar a desarrollar la resiliencia al cambio climático en comunidades montañosas vulnerables, como las de los Andes.  

Recientemente, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución para declarar 2025 el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares.

«Todavía hay tiempo para que logremos una gestión más racional del agua y recopilemos datos para construir resiliencia, pero la ventana de oportunidad se está reduciendo», declaró Leticia Carvalho. 

unep.org