Un chorro inusual de partículas captado por la sonda Voyager 2, sugiere que dos de las lunas heladas de Urano podrían esconder océanos líquidos en sus entrañas.

Las lunas de Urano parecen estar conformados de una especie de conglomerados de roca helada, no obstante, han sido un misterio para la humanidad desde hace décadas. Urano  es uno de los planetas más alejados de la Tierra, sólo detrás de Neptuno que es el último planeta del Sistema Solar y, por lo tanto, no hay muchas sondas que hayan llegado hasta él como para estudiarlo junto con sus lunas.

Urano es el sexto planeta del complejo vecindario planetario al que llamamos hogar. Se encuentra a aproximadamente 3 mil millones de kilómetros del Sol y esta es la razón de que esté fuera del alcance de estudios in situ para el humano, a diferencia de planetas más cercanos como Marte que actualmente es estudiado por diversos rovers.

lunas de urano
Urano

Existen muy pocas sondas espaciales creadas por el humano que han logrado traspasar el umbral del Cinturón de Kuiper, más allá del último planeta. Las gemelas Voyager junto con New Horizons, son las únicas que ostenta este título,por lo que son la única fuente de información con la que los investigadores cuentan para conocer más sobre la composición de planetas como Urano.

La Voyager 2 sigue aportando a la ciencia

En 1986, la Voyager 2 envió información a la Tierra sobre la radiación y datos magnéticos de Urano y dos de sus lunas principales. Cabe destacar que de las tres sondas, la Voyager 2 es la única que ha visitado al planeta y sus 27 lunas, dos de las cuales podrían tener océanos subterráneos activos y estarían enviando material hacia el espacio.

Ariel y Miranda son dos de las lunas más grandes de Urano, y según la Voyager 2, han estado liberando partículas energéticas y campos electromagnéticos hacia el espacio. Los investigadores desconocen la razón por la que ambos objetos tendrían este inusual comportamiento, pero hay una causa probable que lo explicaría: Una o ambas lunas heladas, podrían guardar océanos líquidos activos subterráneos que serían los responsables del material arrojado al cosmos.

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“Hemos estado defendiendo este caso durante algunos años, que las mediciones de partículas energéticas y campos electromagnéticos son importantes no sólo para comprender el entorno espacial, sino también para contribuir a la investigación científica planetaria más amplia”, explica Ian Cohen científico espacial del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins. “Resulta que incluso puede ser el caso de los datos que son más antiguos que yo. Simplemente demuestra lo valioso que puede ser ir a un sistema y explorarlo de primera mano”.

Chorros de partículas detectadas en Urano

Los datos recopilados por la Voyager 2 hace más de tres décadas, sugieren que las partículas están extremadamente confinadas cerca del ecuadormagnético de Urano. Esta es una disposición extraña, ya que las ondas magnéticas dentro del sistema normalmente harían que las partículas se dispersaran, pero no es el caso. En cambio, el material está apretujado cerca del ecuador del planeta, entre sus lunas Ariel y Miranda.

Una posible explicación para esto podría ser que las partículas abarrotadas detectadas por la Voyager 2, provinieran de una corriente de plasma fortuita procedente de la cola de la magnetosfera de Urano. No obstante, se determinó que si tal fuera el caso, las partículas tendrían una dispersión más amplia que la vista por la sonda, evidencia suficiente para descartar esto como explicación de los inusuales datos.

Cohen y su equipo utilizaron datos recopilados sobre otras lunas océanicas del Sistema Solar y así pudieron determinar que los datos podrían provenir de una fuente consistente de partículas, con un mecanismo específico para energizarlas. Los investigadores sospechan de Miranda y/o Ariel, como fuentes principales de los chorros de partículas observadas.

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Crédito: AFP

El equipo cree que las partículas fueron expulsadas en forma de columna de vapor, aunque otra explicación podría provenir de la pulverización, que es otra forma de eyección de partículas en donde estas chocan con una superficie, provocando la eyección de otras partículas en el espacio.

“Los datos son consistentes con el emocionante potencial de que haya una luna oceánica activa allí”, concluyó Cohen. “Siempre podemos hacer un modelo más completo, pero hasta que tengamos nuevos datos, la conclusión siempre será limitada”.

Es impresionante cómo una nave enviada al espacio hace casi medio siglo, sigue aportando información valiosa para el entendimiento del Sistema Solar, lo que nos habla de lo vasto que es el Universo, pues tan sólo hemos podido explorar una infinitésima parte de él.

Referencias: Cohen, I. et al. (2023). A localized and surprising source of energetic ions in the Uranian magnetosphere 1 between Miranda and Ariel. DOI

ecoosfera.com