La perfección detrás del calendario maya es capaz de describir los movimientos de los planetas en el cielo con tal precisión que, la ciencia sigue asombrándose por su sabiduría ancestral.

Puede que la tecnología actual brinde el poder de descifrar el comportamiento de los objetos que habitan el vacío cósmico, pero hace milenios la sabiduría astronómica ya estaba presente en culturas como la maya que vigiló los cielos y basó su compleja arquitectura en los movimientos de los astros. Hasta hace años, se sabía que existía una relación muy estrecha del calendario maya con los ciclos planetarios, pero no se sabía qué tan certera era hasta ahora que una nueva investigación encontró el elemento clave para comprender la astronomía maya.

El calendario maya es simplemente perfecto

A las sociedades modernas les ha tomado siglos comprender que el conocimiento ancestral maya es mucho más profundo que una simple serie de códices prehispánicos. La sabiduría de la cultura mesoamericana rebasa por completo lo esperado, pues pese a que no poseían la tecnología actual, fueron capaces de descifrar los periodos sinódicos de los planetas e incluso, estos periodos están presentes en su intrincado calendario maya, así lo asegura una investigación publicada en la revista científica Ancient Mesoamerica.

calendario maya

A diferencia de nuestro calendario relativamente sencillo de 365 días divididos en 12 meses, el calendario maya hizo uso de distintos ciclos entrelazados. Los más conocidos son el Tzolk’in, cuya duración era de 260 días, mientras que el Haab duraba lo mismo que el calendario actual de 365 días. Estos dos ciclos se sincronizaban cada 52 años, dando lugar a otro periodo llamado Rueda Calendárica.

Aparte de dichos ciclos que interactúan y están relacionados entre sí, las inscripciones encontradas en distintos sitios arqueológicos mayas hablan de un periodo de 819 días. Los textos revelan que cada fecha de este ciclo, están asociadas con uno de los cuatro puntos cardinales, lo que significa que se requerirían 4 para completar los cuatro puntos cardinales. Pero conociendo lo intrincado de la sabiduría maya, los investigadores han sospechado por mucho tiempo que su calendario estaría estrechamente relacionado con la astronomía y el movimiento de los planetas, y parece que no estaban equivocados.

El misterioso ciclo de 819 días

Los periodos sinódicos de los planetas se refieren al tiempo que tarda cada uno de los planetas del Sistema Solar en regresar a la misma posición en el mapa celeste, visto desde la perspectiva terrestre. El periodo sinódico es distinto para cada planeta, pues recordemos que sus órbitas son muy distintas, pero los mayas encontraron el patrón entre ellos y lo incorporaron a su calendario.

calendario maya
Códice de Dresde que muestra parte del calendario Tzolk’in

Mercurio, por ejemplo, tiene un periodo sinódico de 117 días que encaja a la perfección con el ciclo maya de 819 días cuando se le multiplica por siete. Los investigadores no estaban seguros de que los demás periodos sinódicos encajaran a la perfección con 819, pero luego descubrieron que 20 rondas de 819 días, da un total de 16,380 años (aproximadamente 45 años), que sí es perfectamente divisible entre los periodos sinódico de cada planeta.

Saturno tarda 378 días en regresar a su misma posición en el cielo, si se toman 13 de sus ciclos da un total de 4,914 días, que es exactamente seis veces 819. Venus por su parte, tiene un periodo sinódico de 584 días que multiplicado por cinco es igual a un Haab. Júpiter tarda 399 días en regresar a su punto en el cielo, 39 repeticiones de su ciclo sinódico coinciden a la perfección con 19 ciclos de 819 días.

alineacion planetas marzo

Finalmente, el periodo sinódico de Marte es de 780 días que multiplicados por 21, da un total de 16,380 días, la misma cantidad que obtendrá si repite veinte veces el misterioso ciclo maya de 819 días.

Además de la fineza de los periodos sinódicos, cabe decir que 16,380 también es un múltiplo de 260, lo que significa que es coincidente con el periodo maya conocido como Tzolk’in.

Las matemáticas y la astronomía maya son tan exactas que simplemente parece que hablamos de algo más allá del entendimiento, pero lo cierto es que su sabiduría superaba con creces la ciencia actual. Fueron capaces de encontrar los patrones cósmicos que rigen la vida en la Tierra y basaron su cosmovisión en ellos, un hecho que sigue intrigando a los más estudiosos.

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