Amaya Quincoces Riesco.- Madrid, (EFEVerde).- Con la lucha contra la sequía de telón de fondo de esos espacios húmedos que dejan de serlo y con la prevención de incendios como estandarte, un nuevo ecoturismo de interior echa raíces más allá del cambio climático para convertir las joyas de la biodiversidad menos transitadas en destino de calidad y sostenible.
En el parque natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche, ubicado en el extremo occidental de Sierra Morena y al norte de la provincia de Huelva, junto a Extremadura y colindando con Portugal, ya no llueve ni mucho menos como llovía antes, advierten sus vecinos, durante una ruta con periodistas organizada por la Diputación de Huelva para dar a conocer el potencial ecoturístico de la comarca, en una nueva era pospandemia.
Este paraje serrano andaluz de altas montañas, bosques, espesa vegetación y amplias dehesas había sido hasta la fecha, uno de los más lluviosos del territorio por el contraste de temperaturas en la montaña entre el aire Mediterráneo caliente y el del Atlántico frío, pero la pluviosidad ya no es la que era, prosiguen, preocupados los habitantes de la comarca.
Otra de sus peculiaridades es que, pese a ser uno de los parques naturales más arbolados de Andalucía, “apenas registra incendios, más allá de pequeños conatos ocasionales”, explica el experto licenciado en Ciencias Ambientales Daniel Calleja afincado en la sierra de Aracena, en donde dirige Babel Nature, un negocio local de senderismo y otras actividades turísticas sostenibles.
Con casi una treintena de municipios que salpican el parque natural, el 98 % del terreno está en manos privadas, asegura Calleja. “Cuando se ama a los árboles propios que dan de comer a la familia uno hace lo posible para que el incendio no se extienda”.
Fuego contra fuego
“El fuego se apaga con fuego, llegando a sacrificar los propietarios algunos árboles y vegetación que es alimento del ganado, en sus pequeñas parcelas, con la tala de cuatro, cinco o seis incluso para impedir el paso de las llamas”, ha añadido el experto.
Jalonan la comarca decenas de pequeñas empresas y un par de grandes hoteles, que buscan atraer a un turista de calidad comprometido con el medio ambiente y no solo estacional como hasta ahora, sino durante todo el año.
Desde alojamientos vacacionales, hasta rutas de senderismo, micológicas, recorridos para dar a conocer productos tan emblemáticos como el jamón ibérico, pero asimismo la rica flora, la fauna, bodegas, pequeños restaurantes, licores ecológicos como Destilerías Martes Santo o las confituras naturales conforman parte de la amplia oferta de servicios y actividades en la comarca.
Acompañada de una nutrida representación de emprendedores de la comarca, Cinta Aguilar, presidenta de la Asociación de Empresas Turísticas (AETS) de la Sierra de Aracena (Huelva), entidad cofundadora del Club de Ecoturismo de España, ha instado a promover un turismo sostenible para preservar la biodiversidad tras reprobar la degradación de espacios tan cercanos como Doñana, que no debe ser el ejemplo a seguir.
Árboles como el alcornoque y la encina son algunas de las especies autóctonas de esta comarca, que acoge además bosques centenarios de castaños incorporados por repobladores leoneses, gallegos y asturianos.
Durante el itinerario con la prensa, el ambientólogo Daniel Calleja, ha mostrado el terreno lleno de hojas amarillas: “están avisando de que el verano será muy caluroso”; “están soltando ya sus hojas” para reducir su actividad fotosintética y el consumo de agua.
Se están preparando para la época estival que se prevé complicada, dada la reducción de la pluviosidad, casi la mitad del promedio en los últimos meses, ha añadido.
Plantas curativas, venenosas y para cosmética
Autor del libro “El sentido de las plantas”, el ambientólogo ha explicado durante la ruta por el Bosque de las Letras, en el municipio serrano de Santa Ana la Real, las propiedades de las distintas especies : desde sus efectos curativos y venenosos, hasta sus vinculaciones con la fabricación de cosméticos, perfumes y esencias de renombre internacional.
Cobijo de gentes autóctonas, la comarca es residencia también de extranjeros allí afincados, fascinados por el entorno.
Una de las tataranietas del poeta inglés William Wordsworth del siglo XVIII, es propietaria de una posada rural en lo alto de la sierra, con fachada de grandes ventanales para contemplar desde las habitaciones y salones la gran cantidad de árboles en plena sierra.
Como otros muchos alojamientos de la zona, la finca La Fronda está dotada de placas fotovoltaicas en el tejado para producir electricidad, y el jardín que la rodea se riega con agua reutilizada, mientras que la de beber se extrae de un pozo privado.
Su propietaria, Cristina Wordsworth, explica que “están preocupados por el tema de la sequía porque cada vez llueve menos. Intentamos que no se desperdicie ni una gota de agua”.
La visita al pueblo de Castaño del Robledo forma parte también del itinerario con la prensa. A esta pequeña localidad ha llegado el reciclado de la mano del órgano de la iglesia, cuyos tubos centenarios son originarios del de la catedral de Sevilla.
Así lo explica Gerhard Illy, un suizo afincado en este municipio desde hace casi cuarenta años. Llegó hasta allí por casualidad según él mismo, y se quedó por las similitudes del paisaje tan verde con su país natal.
En uno de los restaurantes del pueblo, El Roble, a punto de cerrar sus puertas este año por término de temporada de visitantes, su dueña María Luisa Gómez explica que “sin clientes ya desde ahora no puedo mantener abierto el establecimiento”. No podrá reabrir probablemente hasta otoño, coincidiendo con la recogida de setas.
Añade que los productos que cocina son caseros, los tomates rosados típicos de la sierra, las setas, los huevos de sus gallinas; ojalá hubiera turistas para poder mantener abierto estos próximos meses el restaurante, advierte.
El reto de un turismo estable todo el año
Reivindica asimismo un turismo estable a lo largo del año y no tan estacional otro emprendedor de ese mismo pueblo, Teo Castilla, quien junto a su madre montó un negocio con la marca El Monumento, para preparar envasados artesanales, muchos de ellos a base de crema de castañas que comercializa en el pueblo, y que recientemente también ha comenzado a hacerlo en internet.
Por su parte, Juanjo Vázquez, otro emprendedor, en este caso audiovisual relata a los periodistas que ha dejado la ciudad para irse a la sierra a vivir en una “ecoaldea” que ha comprado en la sierra, y a donde se ha ido a vivir de manera sostenible con mujer e hijos.
Tras restaurar una de las viviendas, que ha convertido en hogar, ha instalado placas fotovoltaicas para generar electricidad y el agua la obtiene de un manantial.
Lejos de las montañas, y más cerca de la capital, junto a Huelva, el propietario de restaurante Finca Alfoliz ha transformado el secarral que rodeaba antiguamente el inmueble en un pequeño oasis de vegetación, en donde crecen frondosas plantas y verduras que se ofrecen luego en la carta a los clientes.
Una de las claves de tanto verdor, ha explicado su propietario, Xanty Elías, está en el compost del que se nutre la tierra del huerto que rodea al restaurante, generado a partir de los restos de comida del restaurante que son devorados por lombrices que a su vez producen un fructífero fertilizante natural que contribuye al crecimiento de tanta vegetación. EFEVerde