Un nuevo estudio de las Naciones Unidas examina el impacto económico de los océanos a nivel global, cuyo valor se estima entre 3 y 6 billones de dólares, y evalúa el impacto de la actividad humana y de las crisis mundiales en diferentes sectores, como la pesca, el transporte marítimo y el turismo costero.
El cambio climático, la contaminación y la sobrepesca amenazan los medios de subsistencia de unos 3000 millones de personas que dependen de los océanos para obtener alimentos e ingresos.
Ante esta amenaza, un nuevo informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo aboga por lograr un acuerdo denominado «Pacto Azul» de ámbito global sobre comercio, inversión e innovación que sirva para utilizar de forma sostenible estas vastas extensiones marítimas que albergan el 80% de todas las formas de vida.
El estudio analiza el impacto económico de los océanos a nivel global, cuyo valor se estima entre 3 y 6 billones de dólares, y evalúa el significativo impacto de la actividad humana y de las crisis mundiales en diferentes sectores, como la pesca, el transporte marítimo y el turismo costero.
El secretario general adjunto de la Conferencia, Pedro Manuel Moreno, destacó la necesidad de encontrar el punto de equilibrio entre los beneficios que nos dan los océanos y la protección de sus recursos.
Invertir en nuevos sectores sostenibles puede ser un buen negocio
La consecución de este «Pacto Azul» serviría para impulsar las inversiones en sectores sostenibles emergentes que podrían beneficiar a los países en desarrollo. El informe destaca dos sectores prometedores: el cultivo de algas marinas y los productos sustitutivos del plástico.
En las dos últimas décadas, el mercado mundial de las algas se ha triplicado con creces, pasando de 4500 millones de dólares en 2000 a 16.500 millones en 2020.
Las algas marinas no necesitan agua dulce ni fertilizantes para crecer. Se pueden cultivar en muchos países en desarrollo para obtener alimentos, cosméticos y biocombustibles, y constituyen una alternativa al plástico, del que cada año se vierten al océano 11 millones de toneladas.
Sustitutos del plástico
Además de las algas marinas, la naturaleza nos proporciona muchos materiales sostenibles que podrían utilizarse para fabricar versiones ecológicas de productos como los envoltorios de los alimentos, las pajillas u otros productos plásticos de consumo diario.
La lista de materiales que se podrían usar, y que abundan en muchos países en desarrollo, son el bambú, las cáscaras de coco, las plantas de plátano y los residuos agrícolas. Además, estás comunidades poseen una gran riqueza de conocimientos tradicionales y culturales en el uso de estos materiales.
El comercio mundial de producticos sustitutivos del plástico ascendió a unos 388.000 millones de dólares en 2020, una cifra que apenas representa un tercio del comercio de plásticos fabricados a partir de combustibles fósiles. Así pues, el potencial de crecimiento es enorme.
El informe pide a gobiernos y empresas que aumenten la financiación para la investigación y el desarrollo de sectores sostenibles emergentes en la economía oceánica.
Asimismo, insta a las empresas a invertir en los países en desarrollo para reforzar su tecnología, sus competencias y sus capacidades productivas, de modo que ambos puedan aprovechar las nuevas oportunidades que ofrecen los océanos.
Diversificar las exportaciones protege la economía
Otras de las ventajas de invertir en sectores oceánicos emergentes es que podría ayudar a los países en desarrollo a diversificar sus exportaciones.
El valor mundial de las exportaciones de bienes oceánicos, como el marisco y el equipamiento portuario, y de servicios como el transporte marítimo y el turismo costero alcanzó un valor estimado de 3 billones de dólares en 2020.
La situación de crisis generada por el COVID-19 reveló el potencial y la capacidad de recuperación de algunos sectores y la extrema vulnerabilidad de otros. Mientras que en 2020 las exportaciones de bienes marítimos solo cayeron un 3,2%, las de los servicios se redujeron un 59%.
Esta caída de ingresos afectó a muchas comunidades costeras de países en desarrollo, que a menudo dependen de sectores como el turismo. La diversificación de sus exportaciones y actividades oceánicas es clave para aumentar la resiliencia económica ante futuras crisis.
Según el informe, los gobiernos deberían incluir el objetivo de promover una economía oceánica diversificada y sostenible en las estrategias de recuperación de crisis y en los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático.
Objetivo: Proteger las poblaciones de peces y la biodiversidad marina
Con el 34% de las poblaciones mundiales de peces por debajo de niveles biológicamente sostenibles, el informe insta a los países a ratificar urgentemente el Acuerdo sobre Subvenciones Pesqueras de la Organización Mundial del Comercio (OMC), adoptado el 17 de junio de 2022.
El acuerdo, que supone un gran paso para abordar las subvenciones perjudiciales, prohíbe el apoyo a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, prohíbe el apoyo a la pesca de poblaciones sobreexplotadas y pone fin a las subvenciones a la pesca en alta mar no reglamentada. Entrará en vigor cuando dos tercios de los 164 miembros de la OMC depositen sus «instrumentos de aceptación».
Del mismo modo, el informe pide a los gobiernos que adopten y ratifiquen el acuerdo sobre Biodiversidad Marina fuera de las Jurisdicciones Nacionales, de 4 de marzo de 2023.
Más conocido como «Tratado de Biodiversidad en Alta Mar», el acuerdo creará herramientas para el reparto justo y equitativo de los beneficios de los recursos genéticos marinos y establecerá áreas protegidas internacionalmente en nuestro océano.
Una nueva dirección
El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 14, dedicado a la vida bajo el agua, es el que recibió menos fondos entre todos los objetivos. De 2013 a 2018, solo el 1,6% de la Ayuda Oficial al Desarrollo, unos 2900 millones de dólares anuales, se destinó a la economía marítima.
Esta cifra está muy por debajo de las necesidades para abordar la crisis oceánica. Según estimaciones recientes, el mínimo necesario para alcanzar el citado Obejtivo en 2030 será de 175.000 millones de dólares anuales, sobre todo teniendo en cuenta el impacto de la COVID-19 y otros contratiempos recientes.
También se calcula que la inversión actual de 2,8 billones de dólares en cuatro soluciones oceánicas sostenibles – la conservación y restauración de manglares, la descarbonización del transporte marítimo internacional, la producción sostenible de alimentos basada en los océanos y la producción eólica marina – reportaría unos beneficios netos de 15,5 billones de dólares en 2050.
Sin un «Pacto Azul» global, será mucho más difícil alcanzar tales beneficios y las metas del Objetivo 14. «Ahora es el momento de marcar un nuevo rumbo invirtiendo más en la construcción de una economía oceánica sostenible», afirmó Moreno.
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