Los mayas surgieron en Yucatán hace más de 4 000 años, donde prosperaron durante miles de años hasta el colapso de su civilización. Las razones de este colapso se han atribuido a varios factores. Algunos estudiosos como Curtis, Hodell y Brenner[1] postulan que la sequía fue la principal causa de su caída.

Para sobrevivir en una región sin aguas superficiales, los antiguos mayas tuvieron que tomar parte activa en la gestión colectiva del agua. Los usuarios participaban en el establecimiento de las reglas de uso y actuaban como administradores del recurso. El sistema hidráulico diseñado por los mayas pudo adaptarse a las necesidades cambiantes de una población creciente en Yucatán, que se cuadriplicó de 3 millones a 13 millones durante varios cientos de años aproximadamente. Para hacer frente a las variaciones estacionales de las precipitaciones, los mayas desarrollaron estrategias para almacenar y gestionar el agua. Aprendieron a construir embalses para capturar la lluvia. Construyeron represas en la cima de las colinas, a fin de utilizar las laderas para distribuir el agua a través de canales en un complejo sistema de riego.

Las ciudades se diseñaron para captar agua de las lluvias, y las canteras y excavaciones se convirtieron en depósitos de agua. Los mayas construyeron caminos (llamados sacbes) para conectar ciudades y pueblos y brindar acceso a centros sagrados como templos, así como a depósitos de agua y cenotes. El paisaje habría estado salpicado de reservorios circulares conocidos como cenotes, que habrían sido la principal fuente de agua dulce para la población, tal como lo son hoy.

La palabra cenote proviene del vocablo maya d’zonot (pozo). Los cenotes se forman cuando una gran parte de la lluvia se infiltra en el suelo, creando arroyos y canales que desaparecen bajo tierra. En los sistemas kársticos, la roca es porosa. El agua subterránea fluye a través de la roca porosa, esculpiendo gradualmente una cavidad llena de agua. Con el tiempo, esta cavidad crece hasta el punto en que el pozo natural puede tener decenas de metros de ancho y sus paredes escarpadas igual de altas. La mayoría de los cenotes, sin embargo, están ubicados en el llamado “Anillo de Cenotes[2]”, una característica importante y única de la hidrogeología de la península de Yucatán que está formada por un complejo sistema de aguas subterráneas producto del gran impacto de un meteoro hace 65 millones de años que provocó la extinción de los dinosaurios. El meteoro fracturó las capas superficiales de la corteza terrestre y condujo a la alineación de los anillos de los afloramientos acuíferos.

Los antiguos mayas usaban el agua para beber, procesar alimentos, cocinar y bañarse, pero también para la construcción, la producción de cemento de cal, para el levantamiento de complejos piramidales que requerían cantidades significativas de agua y para realizar sus rituales. Las ciudades mayas pudieron determinar fuentes de agua químicamente distintas para usos agrícolas, sagrados y domésticos, incluido el uso de arena y nenúfares para limpiar el agua y el uso de una mezcla de zeolita y cuarzo cristalino grueso del tamaño de la arena para filtrar el agua para beber.

Los mayas creían en el concepto de un mundo sagrado debajo de la tierra y consideraban a los cenotes como portales para ingresar a este mundo sagrado.

La necesidad de gestionar los recursos hídricos en una región que carecía de aguas superficiales naturales llevó a la creación de instituciones comunales para la gestión del agua. Los miembros de la comunidad tenían derechos de acceso para la extracción. La mayoría de esos derechos fueron monitoreados y controlados por la élite maya y seres sobrenaturales. La evidencia arqueológica indica que los cenotes, las aguadas y las lagunas pueden haber sido conceptualizados, utilizados y mantenidos como propiedad comunal. Las aguadas son cuerpos de agua comunes que se encuentran en Yucatán originados por el colapso o disolución de los cenotes, a los cuales los mayas los recubrieron con arcilla para mejorar su capacidad de retener agua.

En una sociedad homogénea pero jerarquizada, la gestión de las aguas subterráneas se basaba en antiguas tradiciones transmitidas de generación en generación. Los cenotes a menudo se asociaban con guardianes, espíritus y fuerzas sobrenaturales como una forma de monitorearlos y protegerlos. Había reglas operativas y normas formales o informales para el monitoreo que incluían sanciones sobrenaturales. Por ejemplo, algunos actos comunales de veneración a los espíritus del agua han sido reportados en el área maya como una forma de vigilancia y sanción sobrenatural. Este enfoque colectivo en Yucatán para la gestión del agua, combinado con las sanciones impuestas por las autoridades gubernamentales, influyó en la conservación de los cenotes.

Los mayas mantuvieron bien el sistema de agua, a pesar de que las sequías ocasionales crearon erosión y problemas de la tierra, incluso por uso excesivo y mal uso. Sin embargo, el sistema era en su mayoría resiliente y sostenible. Un sistema basado en una tecnología de la Edad de Piedra y un sentido de responsabilidad colectiva expresado a través de instituciones comunales impidió una sobreexplotación de los recursos hídricos.

¿Qué desencadenó el declive de las instituciones comunales mayas?

Hubo varios factores contribuyentes. Antes de la colonización española en el siglo XVI, el declive de la civilización maya puede haber sido causado por una disminución de las precipitaciones que hizo que las aguas subterráneas fueran más valiosas, lo que llevó a los reyes, sacerdotes y jefes mayas a reforzar los controles sobre la acción colectiva por el deseo de proteger mejor las aguas subterráneas.

La colonización española puede haber resultado en la destrucción de muchas instituciones mayas, incluidas las instituciones comunales. Los españoles se preocuparon por tener agua limpia, por supuesto, pero su enfoque en la propiedad individual del agua en lugar del uso comunal del acuífero puede haber contribuido al proceso de “descomunalización”.

Un tercer factor pudo haber sido la comercialización de la fibra del henequén o sisal (Agave sisalana) por parte de los españoles, una especie de planta originaria del sur de México que produce una fibra rígida que se usa para hacer cuerdas y muchos otros productos. Los españoles convirtieron la economía de la producción local a la producción a gran escala en haciendas, seguida de la comercialización y la exportación. Los dueños de las haciendas trataban a la mayoría de los mayas como trabajadores y semiesclavos.

El cambio de la propiedad comunal de la tierra a grandes propiedades privadas por parte de los hacendados de ascendencia española fue un quinto factor. Con el tiempo, la población local habría olvidado su antiguo manejo de los cenotes como un recurso de uso común.

Un último factor puede residir en las consecuencias del levantamiento y represión maya (1847-1915), que probablemente condujo a la destrucción de cualquier remanente de las antiguas instituciones mayas. Las reglas formales e informales que habían dominado las antiguas instituciones tradicionales fueron reemplazadas en este momento.

«En la península de Yucatán todos los sectores socioeconómicos dependen directa o indirectamente de las aguas subterráneas»

Yolanda lópez studying the groundwater management in Yucatan

Yolanda López-Maldonado

¿Siguen siendo los cenotes la principal fuente de agua dulce en Yucatán?

Sí, lo son. Los sistemas de aguas subterráneas son particularmente importantes en la península de Yucatán, en el sureste de México, donde no fluyen ríos en la superficie. El Acuífero de la Península de Yucatán es uno de los acuíferos más grandes del mundo.

Hoy en día, la península tiene una población de 2 millones de personas únicamente, sin embargo, las aguas subterráneas están siendo sobreexplotadas y contaminadas. En la península, todos los sectores socioeconómicos dependen directa o indirectamente de las aguas subterráneas. Los principales usuarios, la agricultura y la industria, están provocando altos niveles de contaminación y sobreexplotación severa de los cenotes. La calidad de las aguas subterráneas también se está viendo afectada por la construcción de caminos, edificaciones y otras modificaciones que incluyen pozos de bombeo, infraestructura para el turismo y el uso de tecnología para extraer y modificar las aguas subterráneas.

Sumado a esto, las temperaturas más cálidas y las precipitaciones cada vez más impredecibles durante el año dificultan el almacenamiento de agua.

Otro factor es que la gran cantidad de cenotes y la falta de datos hidrológicos confiables dificultan que los usuarios monitoreen y controlen el uso que hacen de las aguas subterráneas. En consecuencia, la población enfrenta un mayor riesgo para sus reservas de agua subterránea de lo que actualmente se reconoce.

¿Qué otros factores explican por qué las aguas subterráneas de Yucatán están siendo sobreexplotadas y contaminadas?

Más allá de las cuestiones científicas, es una cuestión de gobernanza. Por ejemplo, hay una ausencia de derechos de propiedad bien definidos. El agua subterránea es gratuita para todos y está mal gestionada. Las comunidades pueden extraer agua de casi cualquier lugar, incluso de los cuerpos de agua vecinos.

El sistema de aguas subterráneas de Yucatán es compartido por tres estados diferentes: Yucatán, Campeche y Quintana Roo. La propiedad del agua y la responsabilidad de su gestión están a cargo del gobierno local. El sistema es operado por la empresa pública local de abastecimiento de agua, Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Yucatán (JAPAY), que abastece de agua al 90% de los hogares urbanos. Solo se recicla el 1% del agua. Los hogares rurales reciben apoyo técnico de JAPAY pero son autosuficientes. No pagan por el agua. La mayoría de los hogares rurales extraen agua de sus propios pozos y la almacenan en tanques sin necesidad de concesión.

Falta un sentido de corresponsabilidad. Durante el trabajo de campo, encontré que los cenotes habían sido significativamente alterados, incluso aquellos bajo protección ambiental del gobierno. Los lugareños no entienden que el agua es escasa y no ven la necesidad de manejarla de manera sostenible, a pesar de que los miembros actuales de la comunidad poseen un conocimiento tradicional considerable de la flora y fauna de los cenotes. La generación más joven parece menos interesada que sus mayores en preservar las prácticas antiguas para la recolección y almacenamiento de agua, como la recolección de agua de lluvia.

Hay una profunda falta de conocimiento del sistema y, en general, una ausencia de conocimiento práctico sobre las aguas subterráneas. La población local no está interesada en proteger todos los cenotes; solo quieren proteger el más cercano a casa o sus propios pozos individuales. Hay una falta de comprensión de la interconexión del sistema de los cenotes. Por su parte, científicos y expertos están excluyendo al sistema social de sus análisis.

Los cenotes son menos valorados por la población por sus características culturales y espirituales de lo que solían ser.

Los grupos locales han hecho esfuerzos para organizar limpiezas, pero las comunidades sienten pocos incentivos para involucrarse.

Al mismo tiempo, el gobierno no reconoce el conocimiento ecológico tradicional como una parte importante del monitoreo. No existen instituciones integradas horizontal y verticalmente para la toma de decisiones.

A lo largo de los años, las organizaciones no gubernamentales y los grupos ambientalistas de la región han realizado esfuerzos para involucrar a los líderes indígenas en la limpieza de cenotes, campañas de concientización y monitoreo de las aguas subterráneas, pero se ha hecho poco para reconocer las antiguas prácticas mayas en la gestión de las aguas subterráneas.

¿Qué papel ha estado desempeñando para garantizar que se reconozcan las prácticas ancestrales?

Como miembro de una comunidad y experto en aguas subterráneas, actualmente estoy trabajando para avanzar en la integración de dicho conocimiento en las esferas científicas y políticas y para recuperar, restaurar y revitalizar el conocimiento indígena. Por ejemplo, a nivel local, siempre promuevo el compromiso con los sistemas de conocimiento indígena y las complejidades históricas y contextuales de las experiencias indígenas en los procesos de investigación y toma de decisiones. Mi trabajo es culturalmente apropiado y dirigido por indígenas.

Para garantizar que el conocimiento y las visiones del mundo de los pueblos indígenas estén representados en las esferas científicas, estoy desarrollando y empleando enfoques científicos que se basan en métodos de las ciencias sociales y naturales, pero que están completamente basados en entendimientos, marcos e ideas indígenas. Mi enfoque incluye la participación activa de los pueblos indígenas. Está orientado a la acción, con un enfoque de respeto, reciprocidad, relevancia y responsabilidad mutua con énfasis en temas de privacidad, propiedad intelectual, custodia de datos y uso secundario de datos. Me aseguro de que las comunidades indígenas participen en la interpretación de los datos y la revisión de los resultados de la investigación, manteniendo el respeto por el conocimiento de la comunidad. Estos compromisos se ponen en práctica a través de acuerdos que siguen un proceso explícito de planificación a la medida guiada por la humildad, basada en el principio de que todos los sistemas de conocimiento involucrados son iguales.

En la esfera de la formulación de políticas, utilizo evidencia de tiempo y espacio de las ciencias naturales y sociales y el conocimiento indígena sobre cómo funciona la naturaleza y nuestro impacto en ella para informar y orientar a las organizaciones que toman iniciativas de políticas y que pueden presentarme oportunidades para abogar por la inclusión de los derechos y conocimientos de los pueblos indígenas, incluidas sus epistemologías y ontologías.

¿Qué obstáculos ha encontrado hasta ahora y cómo los ha superado?

El mayor obstáculo al que me he enfrentado a lo largo de mi carrera es que los pueblos indígenas a menudo se asocian de forma peyorativa con conceptos como ecologistas, manifestantes, etc. Ese tipo de activismo, si bien es importante, no logra resultados efectivos cuando se trata de la toma de decisiones. Mi objetivo siempre ha sido utilizar la diplomacia científica para influir en la toma de decisiones. Soy un científico ambiental que se ha aventurado en esferas multilaterales y políticas, pero también soy indígena. Puedo hablar el lenguaje científico, que es lo que convence a la mayoría de los responsables políticos y científicos de que puedo proporcionar información y datos sólidos basados en la ciencia, no solo de fuentes de la ciencia moderna sino también de la ciencia indígena, incluidos los métodos, epistemologías y ontologías indígenas.

A nivel local, el mayor obstáculo es que existe información sobre el sistema de aguas subterráneas en Yucatán, pero esta información no influye en el conocimiento práctico de la población sobre las aguas subterráneas.

El monitoreo de las aguas subterráneas sigue siendo difícil, ya que los métodos comunes y bien establecidos para analizar los sistemas de aguas subterráneas y los balances hídricos generalmente no incluyen a las partes interesadas.

Creo que, para que las comunidades usen y monitoreen adecuadamente los recursos de aguas subterráneas, necesitan desarrollar sus propias herramientas de monitoreo y producir información por sí mismas. Del mismo modo, los científicos y los responsables de la formulación de políticas deben tener en cuenta las condiciones, los conocimientos y las normas locales para construir modelos a escala local, ya que los problemas de las aguas subterráneas son en gran medida locales.

Estas limitaciones resaltan la importancia de los estudios que consideran la dualidad de los sistemas de aguas subterráneas como un solo sistema socio-hidrológico. Otras formas simples alternativas de modelado del agua subterránea pueden producir resultados más confiables.

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