Yolanda Salazar.- Huarina (Bolivia).- Antes el boliviano Domingo Chirino navegaba en su barco por el lago Titicaca para pescar y buscar alimento para su ganado, hoy lo cruza sobre una tabla impulsándose con un palo en medio del lodo por la sequía, pues el navegable más alto del mundo ha perdido 131 centímetros de agua.

Este emblemático lago, compartido con Perú, está a seis centímetros de marcar su mínimo histórico del nivel de agua, situación que está afectando en especial a las poblaciones del sureste de Bolivia, como la localidad de Huarina en el departamento de La Paz, donde Chirino vive junto a unas ocho mil personas.

El jefe de la unidad de estudios e investigación del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), Jhon Chura, explica a EFE que el “comportamiento descendente” del lago se debe a la falta de lluvias y al fenómeno de El Niño, por lo que rebaja entre uno a dos centímetros por semana, hasta ahora son 131 menos del promedio.

Normalmente, el lago estaría a 3.808.70 metros sobre el nivel del mar, actualmente se encuentra en los 3.807.537 y está a solo seis centímetros de alcanzar el mínimo histórico registrado en 1996.

El agua bajó tanto sus niveles que Chirino debe caminar unos 400 metros en medio del lodo para llegar a una especie de canal que él mismo hizo y subirse a un tabla de madera con la que se desplaza con dificultad al centro del lago para buscar peces y algas.

Chirino cuenta a EFE que hace una década sacaba hasta cuatro cubos llenos de peces, ahora llena medio cubo en dos días porque “ya no hay”, pues la contaminación del lago los está haciendo “desaparecer” al igual que la disminución del nivel del agua.

“Yo quisiera pedirles a las autoridades del Gobierno ayuda, infinitamente que nos apoyen; nosotros en el campo realmente sufrimos mucho con la ganadería ahora”, comenta Chirino.

 Algas contaminadas

La situación para los pobladores es aún más compleja a causa de la contaminación, pues gran parte de su ganado es alimentado con totora, una planta nativa del lago, que también se está secando y ya no sirve como forraje para los animales.

Ante el temor de que sus animales mueran de hambre, muchos han optado por extraer algas del lago que saben que están contaminadas y que enferman al ganado de “fasciola”, una infección causada por un gusano.

Victoria Balboa, una mujer que se dedicaba a la lechería, dice a EFE que tuvo que vender sus vacas porque necesitan de totora fresca para engordarlas y solo podía darles esas algas, sus animales enfermaron y la situación ya no era sostenible por los gastos en veterinarios.

Desesperanza

La desesperanza también se apodera de la población, ya que les preocupa que el Titicaca deje de ser su fuente de sustento y que esta situación empuje a los más jóvenes a irse a las ciudades en busca de una mejor calidad de vida, con lo que poco a poco se queden sin habitantes.

“Unos se están yendo, otros se están desanimando para vivir en la comunidad, es muy triste vivir en esta situación”, recalca Balboa.

Ella misma está “decepcionada” de la situación y de la falta de ayuda, por lo que “quiere irse” de Huarina para vivir “sin estar sufriendo” por la falta de lluvias y la contaminación del lago, que no es el mismo de cuando ella era niña.

“Quiero irme a otro lado porque es triste la vida aquí, ya no se produce papa, la granizada cae, la helada cae, los animales se enferman, la situación es muy triste, Dios nomás sabe porque recibimos estos castigos”, manifiesta.

Por su parte, el alcalde de Huarina, Wilson Mamani, sostiene a EFE que esta sequía también preocupa por los daños en los cultivos de papa y haba, las cosechas se están perdiendo, por lo que se reunió con autoridades de unas 20 comunidades aledañas para pedir al Gobierno de Luis Arce ayuda para enfrentar la situación.

“Ya no tenemos recursos para desastres, entonces nos toca solicitar al Gobierno central para que nos pueda apoyar para afrontar como municipio esta sequía que está azotando”, subraya. EFEverde