Históricamente, el advenimiento de nuevas tecnologías divide las opiniones en dos corrientes antagónicas: las que las ven como el medio para aliviar a los trabajadores de las tareas más arduas, y las que dan la alarma sobre la amenaza inminente al empleo y el riesgo de desempleo masivo. Un nuevo estudio de la agencia laboral mundial se alinea del lado optimista y considera que el éxito dependerá de cómo se gestione su uso y de que siempre haya humanos decidiendo el rumbo.

La inteligencia artificial generativa no destruirá el empleo, al contrario, es más probable que aumente los puestos de trabajo y mejore su calidad al automatizar algunas tareas, concluye un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado este martes.

La agencia laboral recuerda que a lo largo de la historia, cada ola de progreso tecnológico ha suscitado debates en el mundo del trabajo y cita, por ejemplo, la introducción de la línea de montaje móvil a principios del siglo XX, y la de las primeras computadoras centrales en los años cincuenta y sesenta. 

La OIT equipara estos casos con la llegada de la inteligencia artificial generativa y señala que la única diferencia ahora es el tipo de trabajadores afectados ya que a lo largo del siglo pasado se trató de empleados manuales mientras que hoy el campo potencialmente afectado sería el del personal administrativo o del conocimiento.

Además, los nuevos avances tecnológicos se han producido en un mundo de economías muy interconectadas, lo que supone una exposición mayor de los trabajadores que cuando se aplicaban en fábricas y todo dependía de la ubicación de éstas. 

La exposición a las nuevas tecnologías se multiplica

Actualmente con el lanzamiento del ChatGPT la exposición de los trabajadores y la población en general a las herramientas de inteligencia artificial se ha multiplicado. En esta nueva ola de transformación tecnológica, los modelos de aprendizaje automático están saliendo de los laboratorios e interactuando con el público, demostrando sus fortalezas y debilidades en el uso diario. 

El estudio considera que el carácter interactivo de esta clase de herramientas acortó drásticamente la distancia entre la inteligencia artificial y el usuario final, proporcionando una plataforma que permite una amplia gama de aplicaciones e innovaciones a medida, lo que alimenta las preocupaciones sobre la posible pérdida de empleos.

Sin embargo, la OIT subraya que la mayoría de los empleos e industrias están sólo parcialmente expuestos a la automatización y es más probable que sean complementados que sustituidos por la última ola de inteligencia artificial generativa, como el ChatGPT.

“Por lo tanto, es probable que el mayor impacto de esta tecnología no sea la destrucción de empleo, sino más bien los cambios potenciales en la calidad de los puestos de trabajo, en particular la intensidad del trabajo y la autonomía”, enfatiza.

Perspectivas divergentes

Si bien es imposible predecir cómo se desarrollará la inteligencia artificial generativa, las capacidades actuales y el potencial futuro de esta tecnología son fundamentales para los debates sobre su impacto en el empleo. Los escépticos tienden a creer que estas máquinas no son más que “loros estadísticos” que resumen textos y que son incapaces de aprender y producir contenido original, con poco futuro para uso general y costos informáticos insostenibles.

Por otro lado, están quienes apelan a los últimos modelos, que sugieren una capacidad cada vez mayor para llevar a cabo tareas novedosas y difíciles que abarcan matemáticas, codificación, visión, medicina, derecho y psicología, con capacidad de producir respuestas que muestran formas de razonamiento temprano.

El trabajo administrativo está más expuesto

El informe indica que por el momento, el trabajo administrativo es la categoría con mayor exposición tecnológica, con casi una cuarta parte de las tareas consideradas altamente expuestas y más de la mitad de las funciones con una exposición de nivel medio. En otros grupos profesionales, como los directivos, los profesionales y los técnicos, sólo una pequeña parte de las tareas se consideraba muy expuesta, mientras que aproximadamente una cuarta parte tiene un nivel de exposición medio.

El estudio señala que hay diferencias notables en los efectos de esas tecnologías según los distintos niveles de desarrollo de los países: el 5,5% del empleo total en los países de renta alta está potencialmente expuesto a los efectos automatizadores de la tecnología, mientras que en los países de renta baja el riesgo de automatización sólo afecta a un 0,4% del empleo. Por otra parte, el potencial de aumento es casi igual en todos los países, lo que sugiere que, con las políticas adecuadas, esta nueva ola de transformación tecnológica podría ofrecer importantes beneficios a los países en desarrollo. 

La OIT también prevé que los efectos de la inteligencia artificial generativa difieran significativamente entre hombres y mujeres, ya que más del doble del empleo femenino podría verse afectado por la automatización. Esto se debe a la sobrerrepresentación de las mujeres en el trabajo administrativo, especialmente en los países de renta alta y media. Dado que los trabajos administrativos han sido tradicionalmente una importante fuente de empleo femenino a medida que los países se desarrollaban económicamente, uno de los resultados de la nueva tecnología podría ser que determinados trabajos administrativos nunca llegaran a surgir en los países de renta baja.

Los humanos detrás de las decisiones

De acuerdo con la publicación, las repercusiones socioeconómicas de la inteligencia artificial generativa dependerán en gran medida de cómo se gestione su difusión. 

En este sentido, la OIT recalca la necesidad de diseñar políticas que apoyen una transición ordenada, justa y consultiva. “La voz de los trabajadores, la capacitación y una protección social adecuada serán claves para gestionar la transición. De lo contrario, se corre el riesgo de que sólo unos pocos países y participantes en el mercado bien preparados se beneficien de la nueva tecnología”.

Para terminar, puntualiza que los resultados de la transición tecnológica no están predeterminados. “Son los humanos los que están detrás de la decisión de incorporar tales tecnologías y son los humanos los que deben guiar el proceso de transición”, apunta.

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