- Esta es una pregunta que hemos recibido con mucha frecuencia en los últimos días y hoy, a propósito del aniversario número 106 del sismo que más destrucción ha generado en la capital, les contamos que si bien no es posible predecir los sismos, la ciencia sí nos permite saber que donde un sismo ha ocurrido o tenido efectos en superficie, esto puede volver a pasar.
- En la historia sísmica de Bogotá de la que tenemos registro, ninguno de los sismos que han afectado a la ciudad ha tenido epicentro allí. Por eso no es correcto decir que en la capital han ocurrido terremotos; hemos sufrido los efectos de sismos ocurridos en otros lugares y es probable que en algún momento vuelva a pasar.
- Tener en cuenta la historia sísmica de cada territorio es fundamental, pues puede darnos pistas para estar preparados y mitigar los efectos de un sismo de magnitud considerable en caso de que ocurra.
Efectos del sismo en la iglesia de Guadalupe. Foto: revista El Gráfico.
En la corteza terrestre hay zonas de fractura que son generadoras de sismos y que son conocidas como sistemas de fallas activas. En Colombia, estas zonas se ubican especialmente en las regiones Andina, Pacífico, Caribe y en el Borde Llanero-Amazónico.
Una vez estas fracturas se dan, se convierten en áreas potenciales para transportar ondas sísmicas en el futuro, lo que explica que desde la ciencia podamos saber que donde hubo un sismo o este tuvo efectos, es probable que vuelva a ocurrir. Esto es muy diferente a predecir la ocurrencia de un sismo, pues, científicamente no es posible predecir la localización, magnitud o fecha en las que sucedería.
En el caso de Bogotá, el registro histórico que tenemos en el SGC da cuenta de la ocurrencia de siete sismos importantes en los últimos 379 años que han tenido efectos significativos en la ciudad (ninguno de ellos con epicentro allí), y el más destructivo de todos se dio exactamente hoy hace 106 años:
- 16 de marzo de 1644 (magnitud deducida de 5,5): afectó principalmente el pueblo de Tunjuelo de la Real Corona (hoy en día parte de la localidad de Tunjuelito, en Bogotá). Tras graves daños, la iglesia del pueblo tuvo que ser derribada, y las casas y ramadas de las estancias quedaron averiadas. Se reportaron cinco personas muertas. En Bogotá, ocurrieron daños en casas e iglesias. Adicionalmente, se presentaron dos deslizamientos: uno en el Salto de Tequendama, que detuvo el río Bogotá por algunos días, y otro que obstruyó la Quebrada La Honda, en Usme.
- 18 de octubre de 1743 (magnitud deducida de 6,2): colapsaron las iglesias de Fómeque y Fosca, y se presentaron daños severos en las de Cota, Chía, Une, Ubaque, Chipaque y Choachí. Una persona falleció en un deslizamiento que se dio en el municipio de Quetame. En Bogotá hubo daños en casas e iglesias como las de Monserrate, Guadalupe, Santa Clara y Santa Inés.
- 12 de julio de 1785 (magnitud deducida de 7,1): en Bogotá, 9 personas perdieron la vida (7 debido a las ruinas de la iglesia de Santo Domingo y 2 en la Capilla del Sagrario). Además, colapsaron la Ermita de Guadalupe y la Iglesia de Engativá, y se presentaron daños severos en otras iglesias como las de Santo Domingo, San Francisco, Las Cruces, Santa Inés, San Carlos, Las Nieves, Veracruz y San Diego. Las iglesias de Fosca, Facatativá, Cajicá, Cota, Chía, Pasca, Bojacá, Soacha y Cáqueza se vieron notablemente averiadas, siendo necesario reedificar algunas de ellas.
- 17 de junio de 1826 (magnitud deducida de 6,5): se desconoce si dejó personas fallecidas o heridas. Las poblaciones más afectadas fueron Úmbita, Ramiriquí y Sotaquirá, en Boyacá, ya que sus iglesias colapsaron. En Tunja se agrietó la iglesia del Colegio de Boyacá, la casa de gobierno, el hospital, y otras casas y edificios. En Bogotá se presentaron daños considerables, especialmente en iglesias y conventos, pero no hubo colapso de construcciones. Debido a la gravedad de los daños, en la capital se suspendieron las actividades laborales durante 8 días.
- 16 de noviembre de 1827 (magnitud deducida de 7.1): entre 250 y 500 personas de todo el país perdieron la vida por deslizamientos y avalanchas de ríos. Este evento se referencia como uno de los más destructivos en la historia nacional. Los relatos que lo refieren son impresionantes y dan muestra del daño general que hubo en muchas poblaciones, además de los graves efectos en la naturaleza como represamientos de ríos por deslizamientos, inundaciones y avalanchas. El departamento del Huila fue el más devastado: casi todos sus municipios presentaron daños graves en las construcciones e importantes efectos en la naturaleza. En Bogotá colapsaron la Ermita de Guadalupe, la iglesia de San Victorino y la antigua iglesia de Las Cruces.
- 31 de agosto de 1917 (magnitud deducida de 6,7): dejó 22 personas fallecidas, 35 heridas y 26 poblaciones afectadas (especialmente en los departamentos de Meta y Cundinamarca). En Villavicencio, la mayoría de las construcciones quedaron averiadas y algunas colapsaron, siendo tal la ruina de la ciudad, que las autoridades pensaron reconstruirla en un nuevo lugar. En San Martín (Meta), la mayoría de las casas quedaron inhabitables y algunas colapsaron; y en Bogotá, se registraron más de 300 edificaciones averiadas severamente y 40 destruidas.
- 4 de septiembre de 1966 (magnitud deducida de 5,3): resultaron afectados Bogotá, Soacha y Fómeque. En Bogotá se presentó un hecho particular: el evento fue sentido fuertemente en general por toda la población, pero los daños en las construcciones fueron leves (algunas averías en fachadas y grietas en pocos edificios). Por el contrario, en Usme, al sur de la ciudad, los daños fueron mucho mayores (varias casas colapsaron o quedaron en muy mal estado, en especial en los barrios Barranquillita y Santa Librada). De hecho, allí se registraron 8 personas fallecidas. El evento también dejó alrededor de 30 heridos.
El sismo del 31 de agosto de 1917, según las investigaciones en sismicidad histórica realizadas por nuestra entidad, ha sido el sismo que más destrucción ha generado en la ciudad (pese a que el epicentro no fue allí). De hecho, su ocurrencia evidenció la necesidad de monitorear la actividad sísmica del país, por lo que en 1923 comenzó a operar el primer sismógrafo de Colombia, ubicado en el Colegio Mayor de San Bartolomé (centro de Bogotá).
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Así quedó la iglesia de Lourdes, en Chapinero. Al derrumbarse causó la muerte de varias personas e hirió a otras.
Foto: revista El Gráfico.
En resumen, si bien la sismicidad histórica de Bogotá muestra que sí es probable que en algún momento ocurra un sismo de magnitud considerable que tenga efectos en la capital del país, definitivamente no es posible saber dónde ni cuándo ocurriría.
Lo importante es conocer estos antecedentes sísmicos y prepararnos de tal forma que podamos minimizar los impactos en caso de que dicho sismo se dé. Esto lo podemos hacer de dos formas: promoviendo y exigiendo la construcción de infraestructura que cumpla las normas de construcción sismorresistente vigentes (ya que el sismo en sí mismo no pone en riesgo la vida; el colapso de las estructuras, sí), y consolidando una cultura de la reducción del riesgo sísmico en la que los ciudadanos conozcamos los espacios que habitamos, participemos de los simulacros nacionales y locales para saber qué hacer en caso de sismo, y estemos al tanto de la amenaza y el riesgo a los que podemos estar expuestos según la zona del país donde vivimos.
“Este es un buen momento para que todas las regiones del país evalúen el riesgo sísmico que tienen, especialmente en la Andina, el Pacífico, el Caribe y el Borde Llanero-Amazónico. También, para que las instituciones públicas revisen cómo están sus planes de emergencia y para que los ciudadanos reflexionen sobre qué tan preparados están para reaccionar ante un sismo de una magnitud considerable y sobre cómo están construidas sus viviendas”, explica Lina Aguirre, geóloga del grupo evaluación, monitoreo y diagnóstico de las dinámicas geológicas del SGC.
En la actualidad, el SGC se encuentra actualizando estudios sobre la actividad de las fallas geológicas que pueden generar sismos en la zona de Villavicencio, con lo cual se espera tener un mejor conocimiento de la amenaza sísmica de ciudades como esta y Bogotá, así como de los municipios cercanos.
Para tener en cuenta
Por su ubicación geográfica, Colombia es un país en el que se pueden presentar hasta 2.500 sismos al mes. Incluso, hay un lugar en donde prácticamente ocurren sismos todos los días y representa el 60% de la sismicidad ocurrida en Colombia: el Nido Sísmico de Bucaramanga, ubicado en el departamento de Santander, debajo del municipio de Los Santos.
Desde el SGC monitoreamos 24 horas, siete días a la semana la actividad sísmica del país a través de la Red Sismológica Nacional, compuesta por más de 200 estaciones ubicadas a lo largo del país, para mantener informada a la población y a las autoridades encargadas de gestionar el riesgo y mitigar los impactos de estos eventos.
En los 30 años que la Red lleva monitoreando la actividad sísmica en el país, se han registrado casi 300.000 eventos. Los boletines informativos de aquellos sismos de magnitud y profundidad relevantes se publican automáticamente en la página web y redes sociales oficiales de la Entidad.
A nivel nacional, la entidad encargada de determinar y reportar los daños generados por un sismo es la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastre (UNGRD), así como de gestionar el riesgo sísmico y atender las emergencias derivadas de la ocurrencia de este tipo de eventos.
sgc.gov.co