Una familia haitiana llega un centro temporal de recepción tras cruzar la selva del Darién.

© UNICEF/Jose Daniel Urdaneta

Una familia haitiana llega un centro temporal de recepción tras cruzar la selva del Darién.

Ante la cifra sin precedentes, la Oficina de Derechos Humanos destaca el alto riesgo de abusos y violaciones que corren estas personas en su travesía hacia el norte de América y llama a los Estados a promover soluciones regionales que respeten las garantías fundamentales y eviten la discriminación.

Durante los ocho meses transcurridos de 2023, más de 330.000 personas han cruzado el Tapón del Darién, la selva tropical que divide a Colombia y Panamá, una cifra jamás registrada que supera con creces a los 248.000 migrantes y refugiados que transitaron por ahí en todo 2022.

La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos destacó este martes los altos riesgos que corren estas personas y alertó de que la quinta parte de ellas son niños.

La portavoz de esa Oficina, Marta Hurtado, expresó preocupación por los peligros y vulnerabilidades que enfrenta este número sin precedentes de migrantes y refugiados en su viaje hacia América del Norte.

Alto riesgo de atropellos

“Las personas migrantes y refugiadas están expuestas a múltiples violaciones y abusos de derechos humanos durante su viaje, incluida la violencia sexual, que es un riesgo particular para los niños, las mujeres, las personas LGBTI y las personas con discapacidad”, dijo Hurtado en conferencia de prensa en Ginebra.

La vocera agregó que durante esa travesía también ocurren asesinatos, desapariciones, tráfico, robo e intimidación por parte de grupos del crimen organizado. 

La selva del Darién abarca una 575.000 hectáreas y transitarla supone peligros insospechados para la mayoría de las personas que emprenden ese viaje, sobre todo si lo hacen durante la estación seca.

Para cruzar la selva, la gente camina un promedio de cuatro a siete días y en la temporada de lluvias la caminata suele durar hasta diez días.

Un migrante llegó a Lajas Blancas, Panamá, con los pies llenos de sangre.

© IOM/Gema Cortés

Un migrante llegó a Lajas Blancas, Panamá, con los pies llenos de sangre.

Respuesta humanitaria limitada

La Oficina de Derechos Humanos lamentó la limitada atención humanitaria que reciben los migrantes tanto en Panamá como en Costa Rica, lo que empeora las precarias condiciones de vida y aumenta la vulnerabilidad de esas personas. 

La portavoz del Alto Comisionado explicó que Panamá ha construido con apoyo internacional dos centros de recepción de migrantes en la provincia del Darién y uno en la frontera con Costa Rica para brindar a los viajeros refugio, alimentos, atención médica y agua y saneamiento

Pero dichos centros se encuentran al límite dada la cantidad de personas en movimiento.

La Oficina reportó que las autoridades panameñas en el terreno no cuentan con la capacidad necesaria para seguir dando protección y atender las necesidades humanitarias de los refugiados y migrantes. 

La dependencia de la ONU reconoció los esfuerzos y desafíos de Costa Rica y Panamá para satisfacer las necesidades humanitarias de las personas en el contexto de grandes movimientos mixtos en las fronteras.  

Se requieren esfuerzos colectivos

En este sentido, Marta Hurtado afirmó que abordar los retos de la migración exige esfuerzos colectivos y soluciones a nivel regional e internacional.

“Instamos a todos los Estados a que promuevan soluciones basadas en los derechos humanos para la gobernanza de la migración y a que garanticen una gobernanza fronteriza de conformidad con el derecho y las normas internacionales. También recordamos la necesidad de evitar narrativas discriminatorias y anti migrantes”, enfatizó Hurtado.

Del mismo modo, la Oficina de Derechos Humanos llamó a la comunidad internacional a fortalecer su apoyo a los Estados de América para que puedan eliminar las brechas de protección.

Para concluir, la portavoz del Alto Comisionado exhortó a los Estados del continente a abordar los factores estructurales que obligan a las personas a abandonar sus hogares y emprender viajes peligrosos en busca de seguridad y de una vida más digna para ellas y sus familias.

news.un.org