Entre 2017 y 2021 en relación con la inseguridad alimentaria en la ciudad, se pasó del 19,5 al 36,2 %. En el último mes algún miembro de los hogares tuvo que comer menos de 3 comidas diarias porque no había suficientes alimentos. Consolidar un sistema de abastecimiento y distribución; promover la producción local y la agricultura urbana, son algunos de los aspectos cruciales para consolidar un sistema alimentario sostenible en Bogotá.

Daniel Alberto Bernal Rojas | Magíster en Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL)share

Fomentar la producción local de alimentos puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria y reducir la huella de carbono de la ciudad. Fuente: Archivo UnimediosFomentar la producción local de alimentos puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria y reducir la huella de carbono de la ciudad. Fuente: Archivo Unimedios

Actualmente la ciudad cuenta con una política pública de Seguridad Alimentaria y Nutricional, sancionada por el documento CONPES 09 de 2019. Esta política busca mejorar la disponibilidad y el acceso a alimentos saludables, seguros y nutritivos para todos los bogotanos, especialmente aquellos en situación de pobreza y vulnerabilidad1. Lo anterior fundamentado en el referencial de la Ciudadanía Alimentaria, que se propone más como un medio que como una finalidad, para conseguir y garantizar progresivamente el derecho humano a la alimentación y la soberanía alimentaria.

En 2019, al formular esta política se identificaron algunos retos, entre ellos reconocer problemáticas relacionadas con los factores que amenazan, vulneran y restringen el derecho humano a la alimentación, como el sistema de abastecimiento y distribución de alimentos ineficiente en el contexto de Bogotá – Región, presentando cadenas agroalimentarias con múltiples intermediarios, costos elevados, y pérdida de la relación entre los consumidores y los productores de alimentos.

A lo anterior se suma la desigualdad persistente ligada a las cifras de pobreza y la falta de acceso a alimentos, bienes y servicios básicos por parte de la población bogotana, a lo que se suman las prácticas de alimentación inadecuadas de los consumidores y la falta de acciones intersectoriales que permitieran modificar las condiciones estructurales y los determinantes que influyen en la situación de inseguridad alimentaria y nutricional que, según la ENSIN 20152, afectaba al 54,2% de los colombianos y al 50,2% de los bogotanos.

En este contexto, en diciembre de 2019 inició la implementación de esta política pública con el objetivo de superar la inseguridad alimentaria y la malnutrición de los habitantes del Distrito Capital para el 2031, buscando incidir paulatinamente en las situaciones de inequidad económica y social que afectan la seguridad y la soberanía alimentaria y nutricional, consolidando un sistema de abastecimiento y distribución de alimentos saludables en una perspectiva de Bogotá – Región, además de incentivar el consumo responsable de alimentos saludables y fomentar prácticas de alimentación nutrición y actividad física adecuadas para los diferentes entornos y momentos del curso de vida de los habitantes de la ciudad.

Se requiere de una mayor educación y conciencia sobre la importancia de una dieta saludable y sostenible para la salud humana y el medioambiente. Fuente: Nicol Torres, Unimedios.Se requiere de una mayor educación y conciencia sobre la importancia de una dieta saludable y sostenible para la salud humana y el medioambiente. Fuente: Nicol Torres, Unimedios.

No obstante, en 2020 con el inicio de la pandemia por la COVID-19 muchas de las problemáticas existentes se agudizaron, al tiempo que surgieron otras situaciones emergentes como las interrupciones en las cadenas de suministro de alimentos durante el confinamiento, la preocupación latente de los consumidores en relación con la especulación de los precios de los alimentos, la devaluación del peso colombiano respecto al dólar, la masiva pérdida de empleos, los hogares y familias que manifestaban tener hambre mediante pañoletas rojas frente a sus casas, además de otras condiciones sociales y económicas como el fenómeno migratorio, la crisis derivada de los paros y movilizaciones sociales, y los efectos de la guerra en Ucrania con el aumento en los precios de fertilizantes, en su mayoría importados de esta parte del mundo.

La inseguridad alimentaria va en aumento

Como resultado de esas situaciones, la encuesta multipropósito realizada por la Secretaría Distrital de Planeación y el DANE3 permite realizar un comparativo entre 2017 y 2021 en relación con la inseguridad alimentaria en la ciudad, donde pasó del 19,5 al 36,2%, que representó un aumento de 1.401.542 personas con algún tipo de inseguridad alimentaria. Datos de la encuesta de percepción ciudadana 2022 revelan que el 24,7% de los bogotanos encuestados manifiestan que en el último mes algún miembro de sus hogares tuvo que comer menos de 3 comidas diarias porque no había suficientes alimentos.

Problemáticas que afectan en mayor medida a los hogares con jefatura femenina, a las comunidades étnicas tanto indígenas como población negra, afrocolombiana, raizal y palenquera (NARP), y a la población migrante, la mayoría venezolana, la cual además en una gran proporción no se encuentra regularizada, y por tanto les es difícil acceder al sistema de salud, y así mismo a una garantía integral de sus derechos fundamentales.

Por lo anterior, para la ciudad ha sido un verdadero reto avanzar en la construcción de ciudadanías alimentarias, al tiempo que se ha buscado brindar respuestas estructurales a los nuevos contextos sociales y económicos derivados de estos nuevos contextos, que no se proyectaban al momento de la formulación de la política pública, pero lo cual a su vez permite pensar nuevas formas de abordar el hambre de la población resignificando y revalorizando la soberanía alimentaria y fortaleciendo procesos que se puedan dar desde la autogestión de la sociedad civil y alejándose de la visión asistencialista en la que por muchos años se ha reducido el accionar desde la seguridad alimentaria y nutricional.

En la perspectiva actual en donde la ciudad se prepara para un cambio de administración, resulta importante reconocer que la política pública es de carácter plurianual y proyecta acciones hasta el 2031, dejando responsabilidades a los gobiernos de turno, para que estos propicien escenarios hacia construcción de la ciudadanía alimentaria, que bien puede entenderse como una práctica que se puede dar en diferentes dimensiones desde lo individual hasta lo colectivo, y de lo público a lo privado.

Práctica de participar en comportamientos relacionados con los alimentos que apoyan, en lugar de amenazar, el desarrollo de un sistema alimentario democrático, social y económicamente justo y ambientalmente sostenible. (Wilkins, 2005, p. 269)4.

De esta manera los retos actuales que tiene la política para avanzar efectivamente en esa construcción de ciudadanía alimentaria, y la superación de los determinantes sociales y de la salud que conllevan a la inseguridad alimentaria, se podrían abordar a partir de un cambio de perspectiva técnica desde las instituciones en la cual se supere la visión asistencialista históricamente posicionada para la gestión social del riesgo de la malnutrición.

Pero también es fundamental posicionar y discutir alrededor de la soberanía alimentaria como eje articulador que facilite avanzar hacia la garantía progresiva del derecho humano a la alimentación, la participación ciudadana en la gobernanza de los sistemas agroalimentarios y la formulación, y en este caso la implementación de una política pública que abre una ventana de oportunidad de cambio social, respeto cultural, fomento de entornos alimentarios saludables, y mejores decisiones por parte de consumidores, productores y todos los demás actores relacionados con la alimentación en la capital del país.

Por último, otro desafío importante es fomentar la producción local de alimentos y la agricultura urbana, lo que puede contribuir a mejorar la seguridad alimentaria y reducir la huella de carbono de la ciudad. Además se requiere de una mayor educación y conciencia sobre la importancia de una dieta saludable y sostenible para la salud humana y el medioambiente, lo que se puede lograr a través de programas de educación alimentaria y promoción de hábitos alimentarios saludables.

1 https://bogotajuridica.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?dt=S&i=128908

2 Encuesta Nacional de Situación Nutricional – ENSIN 2015

3 Departamento Administrativo Nacional de Estadística

4 Wilkins, J. L. (2005). Eating right here: Moving from consumer to food citizen: 2004. Agriculture and Human Values, 22(3), 269-273. https://doi.org/10.1007/s10460-005-6042-4

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