Sin Lionel Messi de arranque, Lionel Scaloni probó un sistema prácticamente inédito con dos delanteros que conformaron una sociedad interesante en el Monumental.
Después de la consagración, la evolución. La Argentina de Lionel Scaloni, la campeona del mundo, se luce sobre el campo de juego del Monumental ante Paraguay. Es una sinfonía, un equipo que se sabe superior, que se gusta a sí mismo y enamora al planeta con un fútbol cada vez más exquisito. Sus intérpretes se juntan alrededor de la pelota, tocan y tocan, juegan un fútbol dinámico, a un toque, que levanta los aplausos de los cuatro costados de un estadio convertido en fortaleza. Argentina parece, al menos por ahora, invencible: rubricó su tercer triunfo en las Eliminatorias en una campaña en la que aún no sufrió goles.
Esta versión post Catar de Scaloni, con la tranquilidad de haber destrozado todos los estigmas a su alrededor, es cada vez más versátil y profunda. El director técnico aprovecha cada noche como banco de pruebas para desarrollar nuevas variantes que podrá utilizar en busca de sus próximos objetivos: insaciable, Argentina ya piensa en revalidar sus títulos en la próxima Copa América de Estados Unidos y, por supuesto, en la Copa Mundial de la FIFA 26.
El brillante momento que atraviesa la campeona del mundo hace incluso menos dolorosa una ausencia como la de Lionel Messi, siempre titular, siempre capitán y siempre líder futbolístico. En plena recuperación tras las molestias físicas que lo mantuvieron al margen de varias noches en el Inter Miami, y con Ángel Di María descartado de la convocatoria por lesión, Scaloni decidió comenzar con el 10 en el banco de suplentes y diseñó una formación con una dupla ofensiva prácticamente inédita en su ciclo: Lautaro Martínez y Julián Álvarez conformaron la sociedad de ataque desde el inicio ante su par guaraní.
“Yo creo que han jugado juntos, ya. Estoy abierto a cualquier cosa, no es un problema. Dependerá del partido, si creemos que tienen que jugar juntos. No sería un inconveniente, aparte son de características diferentes. Pueden jugar”, había anticipado Scaloni en la previa del cruce por la tercera fecha de las Eliminatorias. Y la dupla le dio la razón en la fría noche de Buenos Aires durante los 52 minutos que compartieron sobre el campo de juego.
Julián Álvarez extendió su gran inicio de temporada, un arranque sobresaliente como uno de los nombres más destacados en el Manchester City de Pep Guardiola. Lautaro Martínez hizo lo propio como capitán del Inter de Milan y máximo artillero de la Serie A. Las discusiones de bar, ahora trasladadas a las redes sociales, fueron permanentes entre los hinchas durante las últimas semanas en busca del titular pero Scaloni pateó el tablero y recurrió a una yunta que apenas había utilizado en 142 minutos durante su ciclo: fueron 28’ en el 1-1 ante Chile en las Eliminatorias rumbo a Catar 2022, 27’ contra Bolivia por la Copa América 2021, 56’ en un amistoso internacional ante Jamaica y en 31’ ante Arabia SAudita en el debut mundialista en Catar.
Martínez y Álvarez demostraron que pueden convivir. Julián, forjado bajo el fuego versátil y flexible de Pep Guardiola, es un jugador cada vez más completo. Sus días en el Manchester City inauguraron una nueva dimensión de un delantero total. Porque además de su clásica presión sobre la salida rival, además de su optimismo para ir en busca del gol, Álvarez se ha transformado en un delantero indescifrable capaz de moverse por todo el frente de ataque e incluso de replegarse para formar parte de la elaboración. Sin Messi, Julián cumplió un rol trascendental en el entramado creativo.
Y a Lautaro Martínez, posicionado como un nueve más clásico, solo le faltó el gol. Bien de espaldas, resolviendo a un toque para darle continuidad al fútbol de la Scaloneta, se mostró fino en cada una de sus intervenciones. Parece ser cuestión de tiempo para que pueda concretar las situaciones que con la camiseta del Inter concreta en cada fin de semana. Fueron varias las ocasiones en las que Lautaro y Julián se encontraron durante los 52 minutos que compartieron hasta que Lionel Messi desató el delirio con su ingreso por Álvarez pero la prueba ya había sido superada para un Scaloni que fecha a fecha adquiere nuevos recursos para su pizarra.
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