Solo 58 hectáreas es el espacio dispuesto para cerca de 1.000 personas del resguardo indígena de San Sebastián en Leticia (Amazonas). El poco espacio degradó el sistema tradicional de cultivos de la comunidad, de ahí que nutrientes esenciales como fósforo, calcio, magnesio e hidrógeno tengan concentraciones bajas, lo cual impide el crecimiento de los cultivos poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de las familias. A este problema se le suma que el 50 % de las chagras de la comunidad están por fuera del resguardo y acceden a través de préstamos y alquileres.
26 de octubre de 2023
Lauren Franco | Periodista Unimedios- Orinoquia
El poco espacio del resguardo llevó a que las chagras se degradaran y perdieran nutrientes esenciales para los cultivos. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
En medio de las extensas selvas del Amazonas, y a tan solo 4,5 kilómetros del municipio de Leticia, se ubica el resguardo indígena de San Sebastián. Las 58 hectáreas son habitadas en su mayoría por miembros del pueblo Ticuna, un grupo indígena con presencia a lo largo de la región Amazónica.
Aunque pareciera que el espacio es suficiente, lo cierto es que las 180 familias viven hacinadas. “En este resguardo existen solo 200m2 por familia para cultivar, una situación que contrasta con la realidad de otros resguardos en donde existe hasta 4 hectáreas por familia”, señala Miguel Fajardo Cano, investigador y magíster en Estudios Amazónicos.
Además de la falta de espacio, el problema va más allá
Tradicionalmente en las comunidades indígenas del Amazonas la siembra de cultivos -tubérculos, frutas y verduras- se realiza a través del sistema de roza-tumba y quema, conocido localmente como chagras, pequeñas parcelas que se basan principalmente en la rotación de los cultivos, fundamental porque permite que se recuperen los nutrientes del suelo y exista diversidad de alimentos.
Según el investigador Cano esto es algo crucial en el Amazonas: “contrario a lo que se cree, los suelos del Amazonas no son fértiles, estos se mantienen debido al equilibrio que existe entre los nutrientes que se generan a partir de la descomposición del material vegetal y el reciclaje de nutrientes”.
La comunidad de San Sebastián se ubica en el área periurbana y la mayoría de sus habitantes trabajan en el casco urbano de Leticia. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
De ahí la importancia de las chagras en el Amazonas, ya que, mientras una familia tiene un cultivo en un espacio determinado, y la medida que los cultivos van disminuyendo se abre una chagra nueva en otro espacio. “Cada uno de estos periodos de rotación hace que los espacios de tierra, que se dejan por periodos de tiempo de cerca de 10 años, provoquen que los nutrientes se restauren”, explica.
Pero la realidad en San Sebastián es otra: de 10 años de rotación se pasó a menos de un año en promedio, lo que está afectando seriamente los nutrientes en el suelo, y con ello los alimentos que se pueden cultivar.
“Hubo lugares en San Sebastián donde en la metodología no pudimos ni siquiera evidenciar la presencia de fósforo, fundamental para la producción de proteínas, ni el adenosín trifosfato (ATP) que es la energía de las células. Pero no es solo el fósforo, también era el calcio, el magnesio, el hidrógeno e incluso el mismo carbono”, expresa Clara Peña investigadora del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI, quien además participó en la investigación con Miguel Fajardo para determinar el estado de los suelos.
La investigadora y microbióloga explica que en cuanto al fósforo encontraron concentraciones en el resguardo que estaban por debajo de las 15 partes por millón (ppm), muy por debajo de lo que sería un suelo fértil. “Una concentración moderada se considera alrededor de 30ppm, eso significa una molécula de fósforo en un millón de moléculas de suelo. En términos agronómicos, concentraciones inferiores a 15 ppm se consideran limitantes”, asegura.
La falta de nutrientes en las chagras afectó la diversidad de alimentos que se cultivan, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
Falta de alimentos, las consecuencias suelos degradados
En la investigación se identificaron 135 chagras en el resguardo que en un inicio cultivaban todo tipo de tubérculos, frutas y verduras como yuca, banano, mango, marañón e incluso aguacate. Sin embargo, según explica el investigador Cano, esta diversidad de alimentos ahora es escasa debido a la poca fertilidad de los suelos. Por eso la yuca se ha convertido en uno de los pocos alimentos consumidos por las familias.
“En las encuestas con las mujeres de la comunidad mencionan que antes podían cultivar plátano y maíz, que son cultivos con requerimientos nutricionales más elevados que la yuca. Pero ahora la comunidad no lo puede hacer”, añade.
Un problema que solo refuerza la inseguridad alimentaria de los pueblos indígenas, ya que, según la Organización de las Naciones Unidas después de la pandemia las comunidades étnicas son un 40% más vulnerables a sufrir inseguridad alimentaria.
Y es que el problema en San Sebastián crece, pues otra consecuencia de la falta de rotación por el poco espacio es la erosión del suelo, un proceso de desgaste y desplazamiento de las partículas del suelo por la acción del agua, el viento o la actividad humana, lo que provoca que se pierda la fertilidad, disminuye la productividad y aumenta la contaminación.
En las 58 hectáreas delimitadas habitan cerca de 1.000 personas. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
Conflicto con privados, la otra cara de la delimitación
La Resolución 087 del 27 de julio de 1982, expedida por el antiguo Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) -hoy Agencia Nacional de Tierras, Agencia de Desarrollo Rural y Agencia de Renovación de Tierras- delimitó el resguardo indígena de San Sebastián y la comunidad paralela de San Antonio de los Lagos.
Aunque para la comunidad de San Antonio de los Lagos se establecieron 188 hectáreas, la misma resolución daba cuenta de que el espacio era reducido para la comunidad, pues las 5 hectáreas correspondientes por familia no serían suficientes, una situación que se refleja en San Sebastián con menos espacio dispuesto.
A pesar de que desde el momento de la resolución era evidente el problema, las estrategias para prever las consecuencias fueron pocas, y un problema pasó desapercibido: los terratenientes.
Una de las soluciones que proponen los líderes de la comunidad es reubicar el resguardo a 25 km de Leticia. Fuente: Jeimi Villamizar, Unimedios.
“Antes de que el Incoder realizara la delimitación, parte de las tierras posteriores de la comunidad colindaban con fincas de terratenientes de la zona. En el diálogo con las comunidades nos contaban que ellos empezaron a negociar las tierras con los terratenientes y se compraban a precios muy bajos. Ante la necesidad, incluso muchas personas cambiaron materiales de construcción por las tierras”.
Y el problema se extendió hasta las chagras. La investigación del ingeniero biológico mostró que el área destinada para las chagras de la comunidad es de aproximadamente 38 hectáreas, y de las 135 identificadas, 70 se ubican dentro de la comunidad y 65 fuera del resguardo, en predios privados.
“Hablamos de que el 50% de las chagras de la comunidad están por fuera del resguardo y acceden a esas tierras a modo de préstamos y alquileres. Las personas dependen de que el terrateniente tenga la voluntad de dejarlos cultivar allí, entonces si la persona en algún momento decide sacarlos a todos pues se va a tener un problema más grave”, explica el investigador Cano.
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