En mapas elaborados a partir de imágenes satelitales de la NASA se evidencia el cambio en la cobertura de bosques y el uso del territorio en el Cesar ante ‘picos’ económicos o productivos entre 1960 y 2010. Entre los impactos devastadores está la salinificación del suelo por la práctica algodonera que dejó improductiva la tierra, realidad que aumentó el desplazamiento de campesinos y que hoy no cesa.
22 de noviembre de 2023
Annelise Barriga Ramírez | Periodista de Unimedios – Sede de La Pazshare
A lo largo del tiempo las áreas destinadas a los cultivos de algodón fueron decreciendo y pasaron a convertirse en áreas para ganadería y otros cultivos como arroz y palma africana. Fuente: Gobernación de Boyacá
El arquitecto Daniel Vallejo Soto, magíster en Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), pone de manifiesto nuevas y diferentes formas de habitar según el boom económico implementado en el Cesar entre 1960 y 2010. El investigador analizó la influencia del algodón, la ganadería y la minería en esta zona del país utilizando mapas satelitales de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).
“La agricultura genera una nueva forma de establecerse en un lugar. En el caso del algodón, se encontraron movimientos de poblaciones alrededor de las plantaciones. Por una época hacían todo el proceso de recolección y se iban desplazando entre las diferentes plantaciones”, explica.
Entre los motivos que llevaron a convertirlo en la zona receptora de este proceso están los precios bajos de la tierra, su condición selvática y la posibilidad de convertirse en lugar para la siembra del producto sin mayores dificultades.
Esta actividad involucraba a todos los miembros de la familia, quienes se desplazaban hacia las fincas para desarrollar las labores de recolección; algunas mujeres participaban en la preparación de los alimentos para los trabajadores y en sus ratos libres ayudaban en el acopio del material.
En cuando a la ganadería, no se requiere tanto la presencia constante del grupo familiar, sino que se dan dinámicas alrededor del cuidado de las cabezas de ganado; y en la minería aparece un actor de escala mayor: el que principalmente hace la explotación de este mineral.
Imágenes satelitales de la NASA
Para la investigación el magíster utilizó cartografías tomadas con imágenes satelitales de la NASA para evidenciar cómo ha mutado el territorio. Aunque existen estudios alrededor del impacto del algodón, la ganadería y la minería, la novedad se presenta en la relación espacial.
“Por ejemplo, en una serie de videos se muestro que la zona de La Jagua de Ibirico tiene una relación directa con la minería a cielo abierto que se está desarrollando alrededor de la región. Por medio de estos análisis de las imágenes se ve cómo empieza una mancha (que simboliza la minería) muy pequeña, pero que ya hoy es hasta 6 veces más grande que el municipio, conocido como el corredor minero”, acota.
El estudio de estas imágenes busca mostrar el cambio en la cobertura de bosques y de las aguas. Para lograrlo se procesaron las imágenes creando índices generados a través de la composición de las bandas que contiene cada imagen. El objetivo de estos índices es crear imágenes en “falso color”, que permitan observar con mayor facilidad los cambios y tendencias evidenciadas en el área de estudio.
Por eso se eligieron dos índices en “falso color”: (i) el índice de vegetación de diferencia normalizada (NDVI), y (ii) el índice de agua de diferencia normalizada (NDWI). El análisis de las imágenes en falso color se ve reforzado con el uso de la imagen en “color verdadero”.
La actividad ganadera es un renglón importante en la economía del Cesar. Fuente: Nicol Torres, Unimedios
El NDVI representa el estado de las coberturas verdes. Mediante este es posible analizar las zonas de deforestación y los cambios en las coberturas generales de la tierra: el verde intenso representa las boscosas densas y el amarillo las zonas cuya composición natural ha sido modificada.
“La deforestación, especialmente de la Serranía del Perijá, es uno de los problemas que más inquieta a los habitantes. El daño al medioambiente se refleja a gran escala con el desvío de afluentes para suministrar los proyectos agroindustriales, de la ganadería y la minería, así como en malas prácticas que los campesinos realizan con frecuencia en actividades artesanales del campo en la ganadería y la agricultura como la quema de terrenos”, señala el magíster Vallejo.
Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), hasta 2021 se registraron en Cesar 1.100 hectáreas afectadas por la deforestación. Al respecto, la Corporación Autónoma Regional del Cesar (Corpocesar) menciona que entre los sitios más afectados están los municipios de Becerril y Codazzi, por lo cual han recibido diferentes denuncias. Sin embargo, en los municipios de Pueblo Bello, Valledupar y La Paz también se destacan la afectación de árboles como cedro, mango, laurel, ceiba y algarrobillo, entre otros.
“Esta es una situación que nos preocupa, pues si se siguen presentando malas prácticas se acabarán los nacederos de agua, que son manantiales de agua cristalina, que no sirven solo para las fincas sino también para el consumo humano, que no es menos importante”, señala un campesino de la zona.
El investigador considera que el proyecto genera un nuevo conocimiento o una nueva perspectiva alrededor de este tema, por cuanto se basa en las cartografías para generar relaciones entre los municipios y sus diferentes bonanzas económicas.
Allí se pudo apreciar que en el suelo hay procesos de salinificación por la práctica algodonera que se desarrolló especialmente en las riberas del valle del río Cesar, que básicamente se resume en una degradación bastante alta. Estos son efectos negativos que ocasionan que el campesino que vive en estos lugares no pueda hacer nada con esta tierra como sembrar y se presenta el desplazamiento.
Los proyectos carboníferos se ubican en los municipios de Becerril, El Paso, Chiriguaná, Agustín Codazzi y La Jagua de Ibirico. Fuente: Temur Ismailov/ AFP
“En la Serranía del Perijá y en la Sierra Nevada se ven cada vez más campesinos subiendo en busca de mejores suelos para hacer su actividad comercial debido a la degradación que se generó, entre otras cosas por el uso de altos pesticidas sobre los cultivos de algodón que se realizaron en el valle del río Cesar. Eso fue interesante verlo en mapas y no simplemente en datos estadísticos”, expresa el experto en hábitat.
Actualmente los productores se arriesgan con otros cultivos presentes gracias a los potenciales geográfico y climático del departamento, entre ellos palma de aceite, café, cacao, mango, yuca, maíz, arroz, fríjol, plátano, aguacate, cítricos y caña panelera; así lo explican funcionarios de la Secretaría de Agricultura del Cesar.
Detalles de los ‘picos’ económicos
Para lograr altos niveles de producción de algodón se recurrió a la plantación extensiva del cultivo y no al aumento en el rendimiento por hectárea. Es así como entre 1949 y 1951, y 1976 y 1978, el área sembrada creció al 8,3% anual, al pasar de 34.866 a 328.118 hectáreas, mientras que el rendimiento por hectárea de algodón tuvo una tasa de crecimiento de 2,8% anual. A raíz de esto se hizo necesario deforestar más áreas para sembrar el cultivo.
Durante la década de 1990 la participación se redujo hasta representar el 12,3% en promedio. Las áreas destinadas a los cultivos de algodón fueron decreciendo y pasaron a convertirse en áreas para la explotación ganadera y de otros tipos de cultivos como el arroz y la palma africana.
Entre 1980 y 1999, aunque las cifras alrededor de la leche fueron importantes en la región, no fueron suficientes para sostener el camino productivo tras la caída del algodón. El hato ganadero pasó de tener 449.539 cabezas en 1960 a 2.198.731 en 1982. Este fue el periodo con más cabezas de ganado en la economía reciente del departamento, que actualmente se estiman en alrededor de 1.600.000
Posteriormente, según el magíster Vallejo, el departamento se enfocó en la explotación de carbón. A inicios del periodo de extracción minera se estima que se producía alrededor de 9 millones de toneladas, lo que representaba el 3,9% de la producción del mineral en el país. En 2017 la producción alcanzó 50,7 millones de toneladas, lo que significa el 56,7% de la explotación nacional de esta materia prima.
La alta comercialización del mineral trae como consecuencia una alta dependencia económica del departamento a los precios internacionales del producto, que en la actualidad tiene una tendencia a la baja debido a la transición energética, esto hace que la demanda del mineral, que se da principalmente en los países industrializados, sea cada vez menor.
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