En Túnez, la producción de aceitunas se remonta en el tiempo a hace miles de años y, a día de hoy, sigue desempeñando un papel esencial en la economía de este país norteafricano, con una superficie de olivares que abarca aproximadamente un tercio de las tierras arables del territorio nacional. Sin embargo, aunque Túnez ocupa el tercer lugar en la clasificación de los principales exportadores de aceite de oliva mundiales, la mayor parte de su aceite se vende a granel.

Esto está cambiando en la actualidad.

El Centro de Inversiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) están apoyando los esfuerzos del Gobierno de Túnez encaminados a la reestructuración y modernización del sector para impulsar su reputación internacional y convertir el aceite de oliva tunecino en un producto comúnmente visible en los estantes de los supermercados y en las tiendas de comestibles de todo el mundo.

Desde 2013, la FAO y el BERD han venido apoyando activamente la mejora de los estándares de calidad y eficiencia del sector del aceite de oliva de Túnez. La visión a largo plazo es que Túnez tenga un papel más importante en los mercados internacionales del aceite de oliva. Para ayudar al país a conseguir este objetivo, la FAO y el BERD —con financiación procedente de la Unión Europea y otros donantes— iniciaron actividades para fortalecer la competitividad y el reconocimiento del aceite de oliva tunecino. Esto supone trabajar con más de 100 pequeñas y medianas empresas con el fin de mejorar sus estándares de inocuidad y calidad.

En este contexto, la FAO y el BERD ayudaron conjuntamente a dos empresas de aceite de oliva a obtener la rigurosa certificación del Consorcio Británico de Minoristas (BRC), uno de los más altos niveles de certificación reconocidos mundialmente en materia de inocuidad y calidad alimentaria.

La producción de aceite de oliva en Túnez aumentó hasta unas 350 000 toneladas en la cosecha 2019‑2020, pero desde entonces ha experimentado una caída que se ha debido fundamentalmente a las condiciones climáticas, apuntando las previsiones a una cifra de en torno a 180 000 toneladas para la cosecha 2022‑23. Dadas las aspiraciones del Gobierno de Túnez de estabilizar la producción y aumentar la calidad del aceite de oliva del país, dicha certificación puede abrir las puertas a nuevos mercados y añadir valor al aceite de oliva de los productores.  

Impulsar el reconocimiento del mercado

La alta calidad del aceite de oliva tunecino, elaborado con variedades locales, como la aceituna Chetoui, de sabor robusto y picante, o la delicada Chemlali, de sabor almendrado, ya ha venido cosechando durante años reconocimiento internacional y prestigiosos premios. No obstante, la falta de una certificación de inocuidad alimentaria mundialmente reconocida impide que muchas pequeñas empresas entren en los mercados de exportación de gama alta.

La obtención de la certificación BRC es cara y complicada, exige conocimientos muy detallados y una aplicación rigurosa, así como personal capacitado e infraestructuras adecuadas. Pero, dada la demanda actual de garantías de calidad e inocuidad por parte de los compradores, la certificación puede reforzar la credibilidad y el reconocimiento de las empresas y ayudarlas a mantener su competitividad en un mercado saturado.

La FAO y el BERD ayudaron a empresas productoras de aceite de oliva a obtener la certificación de inocuidad y calidad alimentaria del BRC. Esta certificación puede reforzar la credibilidad, el reconocimiento y la competitividad de las empresas. © EBRD/Dermot Doorley

Elevar la calidad, desde el campo hasta el estante

La FAO y el BERD han venido apoyando los esfuerzos de los productores locales para elevar la calidad y el perfil de sus aceites de oliva, desde el campo hasta el estante. Esto supone aplicar estándares de inocuidad y calidad alimentaria en cada etapa de la cadena de producción, desde mejores técnicas de cultivo y recolección hasta el transporte oportuno de las aceitunas, así como una elaboración, almacenamiento y envasado adecuados. La certificación de estos estándares es crucial para las exportaciones.

Mohamed Amine Sifaoui, jefe de Bizerta Agri Industry —una de las empresas apoyadas por el proyecto FAO‑BERD— cuenta cómo se interrumpían las conversaciones con algunos posibles clientes cuando estos “mencionaban el requisito de la certificación BRC”. 

Para ayudar a Bizerta Agri a obtener la certificación BRC, la FAO y el BERD llevaron a cabo seminarios, talleres y capacitación técnica personalizada sobre las normas y principios de inocuidad alimentaria BRC. Asimismo, el proyecto brindó asistencia en el ámbito de las inspecciones y el proceso de auditoría.

Ahora que Bizerta Agri Industry se encuentra en las últimas etapas de la certificación BRC, la empresa prevé para sí misma y para sus proveedores una mayor regularidad de los pedidos y un aumento de los volúmenes. 

“En dos años, esperamos tener al menos un 20 %, e incluso un 30 %, más de ingresos gracias a la certificación BRC”, señala Sifaoui. “La certificación también garantiza a nuestros clientes actuales que hemos alcanzado los estándares mundiales de inocuidad y calidad alimentaria más elevados, mientras que, al mismo tiempo, posibilita el acceso a las exportaciones de nuestros pequeños y medianos productores de aceite de oliva”.

Según Sifaoui, el proceso también “modernizó la mentalidad” de los empleados de su empresa y concienció sobre la importancia de evaluar y seleccionar a los proveedores de aceite de oliva adecuados, uno de los cuales es Domaine Fendri.

“Yo nací en el mundo del aceite de oliva”, cuenta el empresario Slim Fendri, cuya familia lleva produciendo aceite de oliva desde el siglo XIX. Mejorando las prácticas de producción e invirtiendo en equipos modernos, “hemos realizado enormes avances en términos de calidad desde 2017, dando a conocer al mundo variedades de aceitunas tunecinas como la Chemlali”, explica.

Aunque los proveedores más pequeños, como Domaine Fendri, optan a menudo por no obtener por cuenta propia la certificación BRC, sí se benefician de trabajar con otras empresas de mayor tamaño, como Bizerta Agri, que tienen más capacidad para emprender este proceso. 

La certificación BRC “es imprescindible para cualquiera que desee vender su aceite embotellado a cadenas de establecimientos, ya sean pequeñas o grandes”, indica Fendri.

El apoyo brindado por la FAO y el BERD a Túnez forma parte de un esfuerzo más amplio para ayudar a los países de todo el Mediterráneo meridional y oriental a desarrollar industrias de aceite oliva más resilientes, inclusivas y sostenibles. Esto incluye todo tipo de cuestiones, desde capacitar en mejorar las técnicas de poda y comercialización, hasta ayudar a las empresas privadas a trabajar con el sector público para conformar una visión común del sector.

El apoyo brindado por la FAO y el BERD a Túnez forma parte de un esfuerzo más amplio para ayudar a los países de todo el Mediterráneo meridional y oriental a desarrollar industrias de aceite oliva más resilientes, inclusivas y sostenibles. © Domaine Fendri

Un árbol de importancia económica e histórica

Los olivos en estos países no solo tienen una importancia económica, sino que también constituyen una parte venerada de su patrimonio.

La historia de Túnez con los olivos se remonta a la época prerromana. Su árbol más antiguo, llamado “Zaytounet Lakarit”, cubre un área de 2 000 metros cuadrados y se calcula que tiene unos 2 500 años.

“Estos árboles son también una fuente de inspiración”, indica Fendri.

“En mi familia, sentimos un gran respeto por el olivo y por el aceite de oliva que produce, y nuestra búsqueda de calidad jamás cesa”, señala. “Estamos aprendiendo constantemente de este magnífico árbol”.

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