• Las emisiones previstas de aquí a 2030 deben reducirse entre un 28% y un 42% para alcanzar los 2°C y los 1,5°C. 
  • Para subsanar la brecha de emisiones se requiere perseverar sin descanso en la mitigación y las transformaciones con bajas emisiones de carbono.
  • La COP28 y el informe Balance Mundial son una oportunidad crucial para aumentar la ambición con miras a la próxima ronda de compromisos climáticos.

Nairobi, 20 de noviembre de 2023. En un año en el que las temperaturas mundiales y las emisiones de gases de efecto invernadero han alcanzado máximos históricos, el último Informe sobre la Brecha de Emisiones, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), concluye que las actuales promesas realizadas en el marco del Acuerdo de París sitúan al mundo en la senda de un aumento de la temperatura de entre 2,5 y 2,9 °C por encima de los niveles preindustriales en este siglo, lo que destaca la necesidad urgente de intensificar la acción por el clima.

De cara a la cumbre sobre el cambio climático de 2023 que tendrá lugar en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2023, titulado Un megahit candente: Aun con temperaturas récord, el mundo fracasa en reducir sus emisiones (por enésima vez), concluye que se requieren mayores transformaciones con bajas emisiones de carbono para cumplir de aquí a 2030 con los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero prometidos: un 28% para el objetivo de 2 °C y 42% para el objetivo de 1,5 °C.

«Sabemos con seguridad que todavía somos capaces de lograr frenar el calentamiento a 1,5 grados. Este objetivo requiere eliminar de raíz la nefasta causa de la crisis climática: los combustibles fósiles. Esta transición hacia las energías renovables debe ser justa y equitativa», aseguró António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.

A fin de garantizar la posibilidad de cumplir los objetivos sobre la temperatura global establecidos en el Acuerdo de París, resulta necesario fortalecer significativamente las medidas de mitigación durante la presente década mediante la reducción de la brecha de emisiones. Fortalecer la mitigación facilitará objetivos más ambiciosos para 2035 en la próxima ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) y aumentará las probabilidades de lograr los compromisos de cero emisiones netas, compromisos que abarcan aproximadamente un recorte del 80% en las emisiones mundiales. 

«Ninguna persona ni economía en el planeta está a salvo del cambio climático, por lo tanto, debemos dejar de romper récords indeseables en la emisión de gases de efecto invernadero, en los picos de temperatura mundial y en las condiciones meteorológicas extremas», declaró Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. «Por el contrario, debemos detener este disco rayado y repetitivo sobre la falta de ambición y de acción, empecemos a romper otro tipo de récords: en la reducción de emisiones, en las transiciones ecológicas y justas y en la financiación de las medidas contra el cambio climático».

Récords rotos
De enero a principios de octubre de 2023, se registraron 86 días con temperaturas superiores a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Septiembre fue el mes más caluroso de la historia desde que se tienen registros, alcanzando una temperatura media mundial de 1,8 °C por encima de los niveles preindustriales.

El informe concluye que las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) aumentaron un 1,2% de 2021 a 2022, lo que representó alcanzar 57,4 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente (GtCO2eq), un récord más. Las emisiones de GEI en los países del G20 aumentaron un 1,2% en 2022. Las tendencias en las emisiones reflejan patrones mundiales de desigualdad. Como consecuencia de estas preocupantes tendencias y de que los esfuerzos de mitigación sean insuficientes, el mundo se encamina durante este siglo hacia un aumento de la temperatura muy por encima de los objetivos climáticos acordados.

Si se mantienen los esfuerzos de mitigación tal cual como los plantean las políticas vigentes, el mundo limitará en este siglo el calentamiento global a 3 °C por encima de los niveles preindustriales. La aplicación cabal de los esfuerzos contemplados en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) incondicionales (es decir, sin ayuda financiera externa) pondría al mundo en el camino hacia limitar el aumento de la temperatura a 2,9 °C. Por su parte, las CDN condicionales (es decir, con ayuda financiera externa), las temperaturas no superarían los 2,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Las probabilidades de que esto ocurra son del 66%.

Estas proyecciones de calentamiento global superan ligeramente las recogidas en el Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2022, ya que la edición de 2023 incluye un mayor número de modelos en la estimación del calentamiento global.

Las CDN incondicionales actuales implican que, para lograr la trayectoria de 2 °C, se requiere reducir 14 GtCO2eq adicionales en las emisiones con respecto a lo previsto de aquí a 2030. Para la trayectoria de 1,5 °C se necesitan recortes de 22 GtCO2eq. La aplicación cabal de las CDN condicionales es inferior en un 3 GtCO2eq para ambas estimaciones.

En términos porcentuales, el mundo necesita reducir las emisiones de 2030 en un 28% para situarse en la senda que permita lograr el objetivo de 2 °C del Acuerdo de París y reducirlas en un 42% para el objetivo de 1,5 °C.

Si se cumpliesen todas las CDN condicionales y los compromisos de cero emisiones netas, sería posible limitar el aumento de la temperatura a 2,0 °C. Sin embargo, las promesas de cero emisiones netas no se consideran fiables en la actualidad: ninguno de los países del G20 está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente con sus objetivos de cero emisiones netas. Incluso en el escenario más optimista, la probabilidad de limitar el calentamiento a 1,5 °C es sólo del 14%.

Se han logrado progresos, pero son insuficientes

Los avances en materia normativa desde la firma del Acuerdo de París en 2015 han reducido la brecha de la implementación de compromisos, entendida como la disparidad entre las emisiones previstas con las políticas vigentes y la plena aplicación de las CDN. En el momento de la adopción del Acuerdo de París, se proyectó que las emisiones de GEI aumentarían un 16% en 2030 sobre la base de las políticas vigentes. En la actualidad, el aumento proyectado es del 3%.

A fecha del 25 de septiembre, nueve países han presentado CDN nuevas o actualizadas desde la COP27 de 2022, lo que eleva a 149 el número total de CDN actualizadas. Si todas las CDN incondicionales nuevas y actualizadas se aplican plenamente, es muy probable que se reduzcan las emisiones de GEI en unas 5,0 GtCO2eq al año de aquí a 2030, que representan un 9% de las emisiones de 2022, en comparación con las CDN iniciales.

Sin embargo, a menos que los niveles de emisiones en 2030 se reduzcan mucho más, será imposible establecer trayectorias al menos costo para limitar el calentamiento global a 1,5 °C con sobrepaso nulo o reducido, durante este siglo. Aumentar significativamente la aplicación de medidas y políticas en esta década es la única manera de evitar un sobrepaso significativo por encima de los 1,5 °C.

Transformaciones hacia un desarrollo con bajas emisiones de carbono 

El informe hace un llamamiento a todas las naciones para que implementen transformaciones hacia un desarrollo con bajas emisiones de carbono que abarque todos los sectores de la economía, con especial atención en la transición energética. El carbón, el petróleo y el gas extraídos durante la vida útil de las minas y yacimientos en producción y previstos emitirían más de 3,5 veces el presupuesto de carbono disponible para limitar el calentamiento a 1,5 °C, y casi todo el presupuesto disponible para el objetivo de 2 °C.

Los países con mayor capacidad y responsabilidad en materia de emisiones, en particular los países de ingreso alto y de altas emisiones pertenecientes al G20, deberán adoptar medidas más ambiciosas y rápidas y proporcionar apoyo financiero y técnico a las naciones en desarrollo. Dado que los países de ingreso bajo y medio son ahora responsables de más de dos tercios de las emisiones mundiales de GEI, es una prioridad para dichas naciones satisfacer sus necesidades de desarrollo mediante un crecimiento con bajas emisiones; por ejemplo, abordar los patrones de demanda de energía y priorizar las cadenas de suministro de energía limpia.

La transición hacia un desarrollo con bajas emisiones de carbono impone desafíos económicos e institucionales a los países de ingreso bajo y medio, no obstante, también ofrece oportunidades muy valiosas. Las transiciones en los países de ingreso bajo y medio pueden ayudar a proporcionar acceso universal a la energía, sacar a millones de personas de la pobreza y expandir industrias estratégicas. El crecimiento energético resultante puede lograrse de manera eficiente y equitativa gracias a fuentes de energía con bajas emisiones de carbono a medida que las energías renovables bajan de precio; de esta manera se crearían empleos verdes y el aire sería más limpio.

Para lograrlo, la ayuda financiera internacional tendrá que incrementarse significativamente, mediante nuevas fuentes de capital públicas y privadas reestructuradas a través de mecanismos de financiación que reduzcan los costos de capital; por ejemplo, la financiación de las deudas, la financiación en condiciones favorables a largo plazo, las garantías y la financiación catalizadora. 

La COP28 y el informe Balance Mundial

El primer Balance Mundial servirá de base para la próxima ronda de CDN que los países deberán presentar antes de 2025, con objetivos por cumplir para 2035. La ambición en la próxima ronda de CDN debe reducir las emisiones globales de GEI en 2035 a niveles coherentes con las trayectorias por debajo de 2 °C y 1,5 °C, compensando al mismo tiempo el exceso de emisiones hasta que el mundo alcance niveles de emisiones coherentes con dichas trayectorias.

La preparación de la próxima ronda de CDN proporciona a los países de ingreso bajo y medio la oportunidad de elaborar hojas de ruta nacionales con políticas y objetivos ambiciosos en materia de desarrollo y clima; políticas y objetivos que especifican claramente las necesidades financieras y tecnológicas. La COP28 debe garantizar que se brinde suficiente apoyo internacional al desarrollo de estas hojas de ruta.

Remoción dióxido de carbono

El informe concluye que una mayor demora en reducir las emisiones de GEI aumentará la dependencia en el futuro de la eliminación de dióxido de carbono de la atmósfera. La remoción de CO2 ya se está llevando a cabo, principalmente a través de la forestación, la reforestación y la gestión forestal. La remoción directa que se realiza en la actualidad a través de métodos terrestres se estima en 2 GtCO2eq al año. Sin embargo, las trayectorias de menor costo de capital requieren avances significativos en la remoción de CO2 mediante enfoques tanto convencionales como novedosos, por ejemplo, la captura directa de dióxido de carbono del aire y su almacenamiento.

Cabe destacar que lograr resultados más ambiciosos de la remoción de CO2 sigue siendo un objetivo incierto y está asociado a riesgos relacionados con: la competencia por la tierra, la protección de la propiedad privada y los derechos, entre otros factores. El aumento en escala de la remoción de CO2 por enfoques innovadores está asociado a distintos tipos de riesgos, por ejemplo, es posible que los requisitos técnicos, económicos y políticos para su puesta en práctica a gran escala no se materialicen en el tiempo necesario. 

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